Frente a una institucionalidad política corroída en una profunda desconfianza entre ciudadanía y representación política, sin liderazgos y partidos políticos creíbles, no puede sorprender la rutina puesta en escena por los humoristas invitados al festival de Viña del Mar.
Asistimos a un desahogo ciudadano más cercano a la catarsis, sin eufemismos o frases mercuriales. Los casos Caval, SQM, la UDI y otros eventos de imputados políticos se transformaron en la fuente principal de la performance de los comediantes, generando, por cierto, la hilaridad de los asistentes.En términos comunicacionales, el establishment ha perdido una nueva batalla, puesto que el ejercicio del poder se desenvuelve en el ámbito de lo simbólico.
Ese humor irreverente ha sido una buena herramienta para cuestionar el establishment –ese entramado de relaciones económicas, políticas y sociales en que el poder se ejerce- Los humoristas, con ojo avizor, han criticado con buenas razones la relación espuria entre dinero y política, dando una resonancia mayor a los juicios negativos que la ciudadanía tiene sobre la institucionalidad y los centros de poder en Chile. Es una nueva apelación a corregir hábitos éticos para terminar con la captura de la elite política por las grandes empresas. En definitiva, es la repetición del eco transversal que exige reemplazar una estructura política obsecuente hacia el gran poder económico.
La existencia de casos de corrupción y abusos con alta connotación pública produce cierta sensación de generalidad, rompiendo las confianzas y destruyendo la reputación de toda actividad pública, lo que conduce inexorablemente a tener miradas maniqueas y vacías del país y un escepticismo sobre el futuro del mismo, impidiendo dibujar una imagen positiva y colectiva de la sociedad que se desea construir.
Los motivos para que ello ocurra, es la persistencia de la actual elite política en mirar y juzgar el actual ciclo político con los ojos de la transición, como lo siguen haciendo José Miguel Insulza, Novoa, Orpis, Longueira, etcétera. Hoy es inadmisible, desde una mirada ética y política, que el poder político, empresarial o eclesial se ejerza sin responsabilidad frente a la opinión pública. Toda ilusión de mantener una gobernabilidad elitista sin escrutinio estricto de la ciudadanía -en tiempos signados por la transparencia- ha sido enterrada o se encuentra en una condición terminal.
Umberto Eco escribió sobre la máquina del fango. El escritor y filósofo italiano, experto en semiótica, señala que esta normalmente se utiliza para deslegitimar al adversario y desprestigiarlo sobre cuestiones privadas. Por ejemplo en USA, con Nixon y con Clinton se produjo una deslegitimación basada en cuestiones privadas. Actualmente no solo las cosas privadas están bajo el cuestionamiento de la opinión pública, sino todo lo relacionado al ejercicio del poder, particularmente los conflictos de intereses y la probidad. Por ejemplo, en el caso de las redes sociales, nada ha dejado de ser indiferente, para gran pesar de los nostálgicos de tiempos pasados que todavía no asimilan la magnitud de la crisis de credibilidad y representatividad en que se encuentra el país.
Predomina la idea entre las personas que las distintas instituciones abusan y los perjudican, mientras que un reducido grupo es beneficiado. Es una imagen que se consolida cada día más en el imaginario colectivo. Las explicaciones que buscan justificar las anomalías e ilícitos observados o tratar de eclipsarlos, en vez de morigerar las criticas, exacerba aún más la indignación de las personas con la elite que monopoliza el poder. Los humoristas en el Festival de Viña del Mar amplificaron esa percepción. Por tanto, en términos comunicacionales, el establishment ha perdido una nueva batalla, puesto que el ejercicio del poder se desenvuelve en el ámbito de lo simbólico.
Por consiguiente, esa imagen, con una población mejor informada y con expectativas y aspiraciones in crescendo, seguirá dañada si no cambian las circunstancias objetivas que la crearon.
Comentarios
25 de febrero
Los chilenos parecemos animales domesticados:
Tenemos colusiones, los abusos de las Isapres y sus relaciones verticales, tenemos las AFP que es un impuesto disfrazado para beneficiar a la banca y los grandes inversionistas, los intereses abusivos y cobros “raros” de la banca, del Retail, el “sueldo de mercado” que para lo único que sirve es servir de escusa para justificar los “sueldos miserables”, Ufff.. para que seguir.
Es decir, a nosotros como ciudadanos comunes nos trasquilan y nos violan de múltiples formas y ¿Qué hacemos?, algunos colocan frases y caricaturas que reflejan el malestar en sus perfiles de Facebook, otros escribirán artículos en algún blog (me incluyo), otros llamarán a no comprar confort de las empresas coludidas, otros que no compremos en el supermercado tal o cual día e invariablemente servirán de fuente de inspiración para humoristas, chistes que nos hacen reír, pero en realidad debieran hacernos llorar primero y enojar después.
Pero alguna de estas medidas y esbozos de reclamos sirven de algo, para ser franco, fuera de ser un desahogo, no sirven de nada, ya que todo sigue igual, las AFP, las Isapres, los bancos, el retail, los políticos, etc., siguen sirviendo de herramientas para llenar los bolsillos del 0,001% de la población.
Saludos
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26 de febrero
Fernando,
La forma en que se materializa la necesaria voluntad de cambio, es variada y compleja, y en Chile será la que los tiempos políticos y sus actores definan.
¿Por qué el régimen de dominación neoliberal parece tan estable? ¿Por qué toda resistencia se desvanece tan rápido? ¿Por qué la transformación social, política y económica, a pesar del creciente abismo entre ricos y pobres, se hace tan difícil? Para explicar esto es necesario una comprensión adecuada de cómo funcionan hoy el poder y la dominación.
En la sociedad chilena se ha producido una creciente desestructuración y fragmentación del sistema social. Pero sobre todo, la que ha sufrido ese proceso de desarticulación en mayor medida ha sido la vieja clase obrera de trabajadores industriales, que ha visto reducirse sus efectivos en términos absolutos y relativos,
Hoy no hay ninguna mayoría social cooperante, interconectada, capaz de convertirse en una masa protestante y portadora de un nuevo paradigma societario viable. Además, el neoliberalismo convierte al ciudadano en consumidor y éste sólo reacciona de forma pasiva a la política, refunfuñando y quejándose, igual que el consumidor antes las mercancías y servicios que le desagradan.
Hoy compiten todos contra todos, también dentro de la empresa. La competencia conlleva un aumento de la productividad, pero destruye la solidaridad y el sentido de comunidad. No se puede formar una masa organizada, politizada y activa con individuos agotados, depresivos, aislados.
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26 de febrero
continuación..
Sin embargo, los cambios son posibles cuando se vence el escepticismo y el pesimismo. Cuando los diversos sectores que se sienten vulnerados por el sistema abren espacios, diseminando más información. Como la sociedad es más polifónica, hay más discursos. La tarea, por ende, es como incorporar esa energía en política y en redes -generando espacios para que la gente participe- Es decir, en voluntad transformadora del eco sistema político imperante. ¿Cómo se canaliza? Participando en distintos medios, incluyendo el tuiteo, retuiteo, hacer parodias para que el discurso político tienda a convertirse en relato transmedia, que alude a cómo todo se diseña para ser procesado por los medios.
El paso siguiente, entonces, es cómo se convierte el malestar, la catarsis en organización. El tema es como estas diferencias experiencias de abusos: AFP, ISAPRES, consumidores, trabajadores en general y otros sectores desfavorecidos del sistema se auto organizan, se expresan y se mantienen en el tiempo.
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