Evelyn, la empeñosa, la trabajadora, la demócrata

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Es necesario que la ciudadanía-independiente de que existan herramientas como twitter ayude a democratizar la información- sea informada por medios serios que, o bien traten de mantener cierta objetividad, aunque ésta claramente no existe en su totalidad. Pero tal vez lo primero sería que, de una vez por todas, sinceren sus posturas y no jueguen con la ansiada verdad.

Si uno lee los medios de comunicación en las últimas semanas, se podrá percatar de una tendencia en los dos principales periódicos pro oficialismo.  En sus portales y ediciones impresas, la ahora candidata de la Alianza aparece como una mujer todo terreno, dejando los pies en la calle y fotografiándose en todo lugar que tenga tufo a popular.

Trabajadores y comerciantes aparecen al lado de una candidata que sonríe con la mayor intensidad posible para que sus radiantes dientes queden plasmados en las fotos de los mencionados diarios. Pareciera que no hay tiempo que perder con tal de acaparar páginas y páginas con sus virtudes y sus propuestas. Pareciera como si fuera la única aspirante a La Moneda que trabaja incansablemente, y con mucha entrega hacia el país.

Pero no solamente eso. También, según lo que se consigna en las entrevistas hechas a la candidata o a sus parientes-precisamente a su padre-, ella parece ser una de los grandes mentes críticas en la derecha sobre  lo sucedido en la dictadura. Sin ir más lejos, ha puesto énfasis en su condena a las violaciones a los derechos humanos, casi al borde de parecer una activista en la materia, cuando sabemos-es cosa de revisar la historia o tener un poco de memoria- que en esta materia ni ella, ni Fernando Matthei hicieron nada al respecto durante el régimen. Al contrario, omitieron información y, en el caso de Evelyn, hasta apoyaron la continuidad de Pinochet en el poder de manera explícita ante las cámaras.

En resumen, lo que ciertas líneas editoriales han querido hacer es mostrarnos a otra Matthei. O mejor dicho, a otra familia Matthei. Otro hecho, también,  es que a la ex ministra se la pretende situar como la gran candidata de la praxis, por sobre la teoría. La mujer que está en todo momento en las poblaciones y respondiendo a lo que los necesitados reclaman, mientras, como dijo Patricio Melero en un arranque de malicia, “Michelle Bachelet se pasea por las calles de Nueva York”. Sin embargo, si es que analizamos detalladamente estas puestas en escena, lo que se dice o escribe no es la verdad de lo que sucede en esta campaña presidencial. Pero ésta no la sabremos si es que no nos preocupamos de buscarla y solamente nos remitimos a leer lo que se nos dice.

La verdad no es que la ex enemiga de Piñera sea la más empeñosa y movida candidata. La verdad no es que existen solamente dos  presidenciables mujeres, ya que hay tres de aspirantes a gobernar que son de sexo femenino. La verdad no es que la representante de la derecha sea la única que trabaja y los demás descansen. La verdad no es que ella pueda ser disociada de la participación de su padre en los diecisiete años de Estado de Sitio que hubo en Chile. Y menos se podría decir que dicha participación haya sido libertaria, ni mucho menos desafiante frente al dictador.

Por lo señalado, y muchos otros aspectos en materia comunicacional, es que la concentración del poder mediático en la mano de unos pocos siempre ha sido un escándalo que  se quiera advertir. Esto, ya que sirve para que algunos sigan imponiendo  una realidad irreal que creen que es necesario imponer, aunque esto no provoque más que la pérdida de sustancia de lo que ocurre y, por lo mismo, de lo que debería elegirse hacia el futuro en una candidatura presidencial.

Es decir: es necesario que la ciudadanía-independiente de que existan herramientas como twitter ayude a democratizar la información-  sea informada por medios serios que, o bien traten de mantener cierta objetividad, aunque ésta claramente no existe en su totalidad. Pero tal vez lo primero sería que, de una vez por todas, sinceren sus posturas y no jueguen con la ansiada verdad.