Estado de Catástrofe, el hambre existe desde antes de la pandemia

La Región Metropolitana entró en cuarentena total, medida tomada como respuesta a las altas cifras de contagios por Covid-19. La pandemia nos viene mostrando la peor cara de Chile, más allá de la “farandulización” que ha rodeado el tema, hay algo claro y determinante, es que, en las sombras del crecimiento macroeconómico exhibido en los últimos años, situaciones de hambre, pobreza, endeudamiento, hacinamiento y la falta de oportunidades, han existido siempre.

La Fundación Sol ha estudiado la situación de las remuneraciones. Según sus datos, el 70% de los ingresos es inferior a $500.000 pesos al mes, valores que distan mucho de las cifras del ingreso per cápita que menciona el FMI. A mayor abundamiento, según números del INE, el ingreso promedio en Chile es de $573.000 brutos.

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Las “bondades” del capitalismo no alcanzan para todos y todas, y la falta de conducción política del Gobierno ha demostrado que no basta con cajas de mercadería mal repartidas, bonos con montos bajos y una Ley de Protección del Empleo que no protege a nadie más que a las empresas.

Hacia 2019, más de un millón de personas se encontraban desempeñando sus funciones sin contrato de trabajo, de ellos el 80% mantenía ingresos inferiores a 412.000 pesos mensuales, también se menciona que cerca de otro millón de trabajadores y trabajadoras estaban desempeñándose bajo la modalidad de subcontrato.

Desde el estallido social a la pandemia.

El gran tema del estallido social fue la precariedad en la que viven la mayoría de las personas en Chile. No sólo referido a salarios, sino en muchos aspectos derivados como vivienda, transporte, salud, educación, etc.

Los estudiantes comienzan una revuelta que no había tenido parangón y que obligó, tanto a Sebastián Piñera como al Poder legislativo, a replantearse mantener la actual carta fundamental de 1980 o cambiarla por completo, llegándose el 15 de noviembre de 2019, en un hito histórico, al Acuerdo por la Nueva Constitución.

Todo esto ha tenido un lamentable y altísimo costo, ha significado varios compatriotas muertos y mutilados.

Cuando la gran mayoría creía y añoraba que el futuro sería un plebiscito que aunará la visión y discusión sobre todo lo mal que está en nuestra sociedad, llega la pandemia.

El virus está mostrando la crueldad detrás del modelo económico chileno. Las “bondades” del capitalismo no alcanzan para todos y todas, y la falta de conducción política del Gobierno ha demostrado que no basta con cajas de mercadería mal repartidas, bonos con montos bajos y una Ley de Protección del Empleo que no protege a nadie más que a las empresas.   

Con la cuarentena total en la Región Metropolitana se hace presente el hambre y, por otra parte, la desconexión de la casta política y empresarial  con la realidad de los chilenos y chilenas.

La propiedad es importante, pero lo es en condiciones normales. Ante excepciones como las que hoy vivimos, se hace lógico que se debe congelar el pago de los créditos, que las cuentas de servicios básicos se dejen de cobrar a aquellos que no puedan pagarlas, y no sólo para los quintiles más bajos. La clase media también ha sido golpeada duramente por la falta de empleo.

¿Hay mecanismos en la ley para afrontar los problemas a los que hoy nos vemos enfrentados como sociedad? Y la respuesta es clara, si los hay. Es aquí, entonces, que se hace fundamental la buena conducción del Gobierno.

Con respecto a la polémica sobre las cajas de mercadería, los Bonos Covid-19, el Ingreso Mensual de Emergencia; la ley 18.415 sobre estados de excepción constitucional indica claramente que se puede disponer de ciertos bienes, incluso a título gratuito, y establecer limitaciones al derecho a propiedad.

Parece que el Gobierno no conoce la ley, o que simplemente no le importa aplicarla; también puede ser que quiera evitarse las presuntas indemnizaciones de perjuicios que dichas medidas podrían acarrear en el futuro.

Todo pudo ser más fácil. Ante la emergencia debes actuar rápido, sin titubeos, con la clara intención de no exponer a más peligros a las personas, cosa que no se ha hecho.

Debemos avanzar a una sociedad que invierta en sus personas, reformulando el sistema, no sólo en lo que se refiere a la respuesta del Estado ante situaciones como pandemias, terremotos, o lo que el destino nos depare. Debemos generar, todos, un sistema de seguridad social que brinde a las personas ciertos niveles bienestar. No basta el consuelo de que estamos mejor que otros países de la región, tenemos que alcanzar los estándares de los países de la OCDE y para ello hay mucho que construir.

Esto se logra con un Estado fuerte, con un ordenamiento jurídico robusto, con una sociedad que entienda que los impuestos que paga no son una carga, que son la forma de mantener una sociedad justa. En donde el empresariado deje de creer que el hecho de dar trabajo le da el poder para aprovecharse de las personas. Hoy más que nunca se hace atingente cambiar la Constitución.   

La nueva Constitución debe ser el reflejo de lo que queremos como sociedad de aquí en adelante. Una sociedad más igualitaria, con enfoque de género, en donde las personas estén en el centro de las políticas públicas.   

Sólo si lo hacemos todos y todas lograremos el nuevo Chile para nuestros hijos e hijas, y para los que vendrán.