En un Estado Laico, Satanás está impedido de participar en política

Obviamente este artículo nace por las palabras del vocero de «Evangélicos por el Rechazo«, Kevin Valenzuela en la Franja Electoral, quien relacionó a Satanás con el Apruebo, al decir: “Octubre estuvo marcado por un fuerte sentimiento de homicidio, con robos, saqueos y destrucción ¿Le parece familiar? Claro que sí, la biblia dice que Satanás vino, precisamente, a matar, robar y destruir. Esto nos demuestra quien es el que está detrás de todo este proceso refundacional de Chile y ningún hijo de Dios puede dar su aprobación a las obras infructuosas de las tinieblas”.

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En democracia se debe discutir con hechos, con evidencias, con ideas y no con argumentos ni creencias religiosas.

Los Evangélicos están transitando del ámbito exclusivamente religioso y confesional para transformarse en organizaciones políticas. Buscan alianzas con sectores de la derecha conservadora para defender lo que llaman leyes “antivalóricas” (aborto, matrimonio igualitario, ideología de género, etc). Tienen sus propios partidos políticos como: «Nuevo Tiempo«, «Partido Cristiano Ciudadano«, «Unidos en la Fe», “Partido Unidad Cristiana Nacional”. Es decir, su protagonismo e influencia va en aumento. Podemos decir, que ya no buscan aumentar su número de fieles, su objetivo es tener mecanismos para intervenir en la sociedad.

Antes de seguir, hay que aclarar que el pueblo evangélico contempla una gran diversidad de religiones y creencias protestantes, representados por: adventistas, presbiterianos, bautistas, metodistas y pentecostales. Otra de sus características es que priorizan el carisma pastoral por sobre la competencia teológica y la educación del Pastor.

Estado laico

Ahora explico que significa ser un Estado laico y los motivos para defenderlo, la principal razón es que por definición promueve y defiende la libertad de conciencia y lo establece como un derecho que debe ser protegido y garantizado. La libertad de conciencia es parte de la dignidad humana e implica la capacidad y el derecho de dirigir la propia vida en un ambiente de libertad y de acuerdo con principios personales. En un Estado laico toda persona es libre para crear su propia conciencia, donde todos somos considerados iguales, independiente de ser creyentes, agnósticos o ateos.

La traba principal de un Estado laico es el clericalismo de las distintas iglesias, entendiendo como clericalismo el poder que ejercen los líderes de las distintas religiones en los asuntos públicos, buscando imponer a toda la población, un punto de vista particular y propio de sus creencias y que es practicado por un sector reducido de la sociedad.

Defender el Estado laico significa ser anticlerical, es decir, impedir que una autoridad religiosa imponga su credo o moral particular al conjunto de la población y no solo a sus fieles. Hay que dejar en claro que ser anticlerical no significa ser antirreligioso. El laicismo no se opone a la religión, es más, la protege como contenido de la conciencia de los creyentes. Es decir, el laicismo se opone tanto al clericalismo como a cualquier política de ateísmo de Estado, que intente imponer una ideología atea oficial y obligatoria a toda la sociedad, y/o que persiga a los creyentes de cualquier religión.

Los Evangélicos son clericalistas

Ahora paso a decir que el mayor riesgo de los evangélicos es que son “literalistas bíblicos” o mejor dicho “fundamentalistas bíblicos”. Esto quiere decir que la Biblia es su única fuente de conocimiento. Adoctrinan a sus seguidores en base al miedo, bajo la constante amenaza de ser castigados en un infierno eterno si se salen del camino que el Pastor afirma es de Dios o dudan de su interpretación de la Biblia. Por lo mismo, no es raro que algunos pastores prohíban a sus seguidores leer publicaciones o hablar con personas que les haga dudar de su fe

Conclusión

Los hechos dicen que los evangélicos, por ser fundamentalistas bíblicos, por la forma en que adoctrinan a sus seguidores y por ser clericalistas son incompatibles con la democracia. Por su actuar, podemos afirmar que son intolerantes y contrarios a la libertad de pensamiento y que no es posible dialogar ni llegar a acuerdo en temas valóricos.

Desde su particular punto de vista, sienten que están defendiendo a Dios y a cualquiera que piense distinto, lo ven como un pecador influenciado por Satanás. No aceptan ninguna idea que contradiga su particular interpretación de la Biblia. Su verdad es la única verdad.

Amables y pacientes lectores, deberán concordar conmigo que este tipo de actitudes y argumentos tienen que estar fuera de las discusiones en nuestros Congreso Nacional. Se imaginan un congreso que pretenda “evangelizar” y para imponer alguna idea se vocifere o argumente: ¡Es la palabra de Dios! ¡Eres un pecador! ¡Estás del lado del Satanás! ¡Esas leyes traeran la maldición de Dios a nuestro país!, etc.

En democracia se debe discutir con hechos, con evidencias, con ideas y no con argumentos ni creencias religiosas. Cuando un evangélico dice: lo dijo Dios o está escrito en la Biblia, debe saber que en la mente de un agnóstico y un ateo suena igual a decir: “lo dijo el viejo pascuero o está escrito en la revista Condorito” y por pensar así no es ningún monstruo ni nada parecido.

Es cierto que legalmente no hay impedimentos para lo que hacen, pero, son un verdadero “Caballo de Troya” y están usando la democracia y la libertad, precisamente para lo contrario, para destruir la democracia y la libertad.