«¿Cuál es la contagiosidad? En un sector de Santiago es esta y en otro sector de Santiago, que es nuestro drama de la cuarentena en este momento, donde hay un nivel de pobreza y hacinamiento, perdón que lo diga con esta… del cual yo no tenía conciencia de la magnitud que tenía”, expresó el ministro Jaime Mañalich en un matinal hace unos días.
En simple, podemos decir que el ministro de salud, una de las carteras más importante de la nación, no conoce ni tiene conciencia de la situación en que viven miles de familias en la región Metropolitana. Y no, no creo que de un día para otro, conozca y entienda los niveles de desigualdad y pobreza que tiene el país.Lo han dejado bajo la alfombra, para que ese Chile de las micros llenas, el de los campamentos, el de la miseria, la desigualdad, la pobreza, el sobreendeudamiento, la precariedad laboral y el subcontrato no salga al mundo
Ahora me pregunto, pensando desde un país altamente centralizado: ¿Qué sabe el ministro sobre la realidad que se vive en provincias o en pueblos del extremo norte y sur de Chile?
Se habla de grandes acuerdos, se expande la verborrea de la unidad, aparecen los defensores de la democracia y comienza la exigencia de soluciones en lugar de críticas. Un gobierno sin ideas y en constante desgaste, construido sobre un Chile que no existe, sobre un relato social, político y económico propugnado a sangre y fuego por ellos mismos. Ah, y por algunos otros también.
Este Chile de mentira, es el que me molesta hoy.
En 1997, Tomás Moulian publicó “Chile actual: anatomía de un mito”, un libro en el que el Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales, habla de las imágenes del éxito. El cuidado al marketing del éxito económico, las exageraciones semánticas (Chile jaguar, Chile exitoso, Chile desarrollado) y la exaltación del orgullo nacional. El sociólogo explica que con esto se buscan dos respuestas, una externa y una interna; inversiones e identificación con el modelo, respectivamente.
Cuatro años después, el también sociólogo Jorge Larraín, publicó “Identidad chilena”, un trabajo donde expone versiones específicas de nacionalidad, siendo una de ellas la empresarial posmoderna. Con ella se busca crear una “nación ganadora” exaltando la figura del empresario innovador y exitoso. El autor nos dice textualmente que en esta versión “el éxito sólo puede garantizarse con una economía de libre mercado en la que todos los chilenos puedan participar como consumidores, aunque sea con tarjeta de crédito”.
Los créditos bancarios para poder estudiar, el crédito para ir a la clínica y no hacer fila en el consultorio porque está colapsado, el crédito para comprar medicamentos porque están muy caros, el crédito para comprar la comida en el supermercado. Lo tenemos todo, cuando no tenemos nada.
Lo han dejado bajo la alfombra, para que ese Chile de las micros llenas, el de los campamentos, el de la miseria, la desigualdad, la pobreza, el sobreendeudamiento, la precariedad laboral y el subcontrato no salga al mundo y se quede bien guardado, porque les da vergüenza saber que viven en un país que no se parece en nada al que le hablan todos los días desde sus puestos de poder. Son los políticos de un país que no conocen y que no quieren ver.
El verdadero Chile no es el país prístino, grande y poderoso que se buscó representar con un iceberg en Sevilla el año 1992.
Ese Chile jamás existió.
Comentarios
06 de junio
Estimado profesor, concordando con Ud. que estamos frente a un gobierno sin ideas y en constante desgaste, y que el otro lado, que por ahora no está en el gobierno esta en las mismas, concuerdo también con la mirada de ambos autores, la conocida visión comunista y la otra.
El tema de fondo estimado, es que ambos contextos existen, ambos mundos malamente conviven, y ambos creen que lo suyo es el verdadero Chile. Pienso que esta problemática se refleja en muchos indicadores que no conocemos, que no manejamos, en un caso, ¿sabe Ud. cuantos chilenos pasan sus vacaciones en el extranjero?, o en el otro, ¿sabe Ud. cuantos compatriotas trabajan de comerciantes ambulantes?. Pero también hay que hacerse la pregunta, ¿ Cuánto recauda el estado en impuestos?, ¿quien paga esos millones, Moya?. El problema de fondo es una gestión pública errática, equivocada e instrumentalizada, la cual deriva en unas políticas sociales ideologizadas y agotadas, que gasta más en la administración de las políticas que en los objetivos, y agregaría a eso, los costo para el país de mantener una clase politica carísima que incluye a miles de operadores políticos y una planta siempre crecientes de empleados públicos, de esa forma los recursos se diluyen y no llegan en ayuda a nuestros compatriotas que sufren, que viven la vida angustiados, que ven todo negro. La miseria y la pobreza la podemos superar, pero hay muchos interesados que no quieren hacerlo.
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18 de junio
Muy de acuerdo con sus palabras. Realmente nuestro Chile no podrá cambiar de un día para otro, pero, la esperanza es lo último que se pierde.
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