Vergonzoso resulta que pretenda compararse con un prisionero político. ¿En qué momento su actuar fue una amenaza real para el sistema político? ¿Cuándo violaron sus derechos de libertad de conciencia y expresión?
Miles de familias han esperado por años una llamada, una noticia, a alguien que les dijera “hemos encontrado los restos de su familiar”. Comienzo con esta frase porque estos días a propósito de Felipe Cuevas, presidente de la juventud UDI, he escuchado y leído a varios y varias intentando comparar este caso con lo ocurrido a Rodrigo Rojas de Negri, quemado vivo por una patrulla militar y muerto un 06 de julio de 1986, señalando que lo ocurrido con Cuevas en Venezuela no se compara con las atrocidades cometidas por la dictadura de Pinochet, de la que muchos UDI se sienten profundamente orgullosos. Y por supuesto que no se equiparan, pero no puede dejar de parecerme injusto e indigno traer a la mesa el nombre de Rodrigo en la mera búsqueda por señalar que hemos vivido cosas más atroces.
Veintinueve horas fueron las que pasó Felipe Cuevas detenido en Venezuela, siete veces interrogado, según él mismo ha señalado, ni una vez golpeado, torturado o violado. Hasta ha tenido la tupé, en la amplia cobertura que han entregado los medios de comunicación al caso, de decir que su familia fue víctima del Plan Z, hoy por todas y todos sabido que jamás existió y que fue un invento de la Junta Militar apoyada por los medios de comunicación para justificar la represión y la sistemática violación a los derechos humanos.
Vergonzoso resulta que pretenda compararse con un prisionero político. ¿En qué momento su actuar fue una amenaza real para el sistema político? ¿Cuándo violaron sus derechos de libertad de conciencia y expresión? Felipe Cuevas fue detenido por fotografiar las instalaciones del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional, lo que está prohibido, así como está prohibido en cualquier parte del mundo tomar fotografías de instalaciones militares, o por ejemplo en Chile, fotografiar la Embajada de Estados Unidos. ¿A quién puede entonces ocurrírsele tamaño desacierto? Vergonzoso también resulta que declare haber recibido el apoyo de la juventud del Partido por la Democracia y la Democracia Cristina, aunque esta última, sin ir más lejos, ya lo decía Corvalán, siempre ha tenido la intención de generar confusión.
El modelo del que Cuevas es partidario hace agua su relato. Hoy priman las burlas, la ironía y la ridiculización respecto de lo ocurrido. Siempre hay contiendas dentro del campo de batalla. Siempre es bueno para quienes nos situamos a la izquierda, recordar la historia, mencionarla, contarla y transmitirla, para que no deje de estar presente en nuestro cotidiano, porque es y debe ser parte de la memoria histórica de nuestro pueblo. Nuestros detenidos y detenidas nunca más volvieron, por las y los detenidos en Londres 38, en las comisarías de carabineros, cuarteles de investigaciones y cárceles a lo largo del país, en el Estadio Nacional, en José Domingo Cañas, en Villa Grimaldi, en los recintos de la CNI y la DINA y en cientos de otros centros de detención que existieron en Chile durante 1973 y 1990. Por Rodrigo Rojas, por Zacarías Machuca Muñoz, María Cecilia Labrín Saso, Carlos Cuevas Moya y tantos y tantas más, no demos más cabida para que, como dijo Guarello, Felipe Cuevas se crea Nelson Mandela.
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