Desde tiempos muy antiguos el respeto a las autoridades ha sido considerado básico para la supervivencia del grupo de individuos que, cobijados bajo el manto de una organización con cierta sumisión, obedecen las decisiones de sus superiores jerárquicos de manera incuestionable por la clara convicción de aportar e, incluso sacrificarse, por el bien del colectivo.
Se entiende la preocupación de la editorial de El Mercurio y de la elite política de la falta de respeto hacia las autoridades jurídicas, demostrada por los humoristas en el Festival de Viña del Mar, en el contexto de que cada político o empresario mencionado representa parte de una organización que nos brinda orden y seguridad. El temor del conservadurismo en estos días, es la consolidación de la idea de permutar, sin tranzar, a una autoridad corrupta, por un servidor de acción inapelable para el ejercicio de una autoridad moral y política, anulando así las aspiraciones de seguir manteniendo las instituciones para el bien personal o de sus círculos.Por respeto a uno mismo, al país y al buen convivir, ríete con mucha fuerza de todos los que intenten con verborrea y sonrisas meterte el dedo en la boca. Rebélate, duda y cuestiona, es necesario que les cueste ganarse tu respeto.
Si se considera cada acción de los políticos como materia prima para las rutinas de los artistas aclamados por la gente, la elite intentará imponer el respeto; primero con comparaciones absurdas, luego con el miedo y finalmente con el castigo. No sería novedad ver a cada artista desprestigiado, sin tribuna o pidiendo disculpas por plataformas masivas. Sin embargo el poder no tiene miedo de ocultar la verdad revelada causante de la indignación y desaprobación hacia al mundo político empresarial y humor por parte de la ciudadanía, la que calma un poco el dolor y la rabia del abuso constante, por cualquier medio.
El primer respeto es con uno mismo. Estar pasivo ante la corrupción de las autoridades, no protestar ante las condenas absurdas de los delincuentes poderosos, mirar hacia otro lado ante los acuerdos destinados a relativizar delitos históricos de los intocables, es simplemente perder el control de uno mismo, es entregarse dócilmente al agresor, sin ver otra alternativa. Es anularse por completo.
Por respeto a uno mismo, al país y al buen convivir, ríete con mucha fuerza de todos los que intenten con verborrea y sonrisas meterte el dedo en la boca. Rebélate, duda y cuestiona, es necesario que les cueste ganarse tu respeto.
Comentarios
28 de febrero
Como dice el viejo adagio, EL RESPETO DE GANA, NO SE EXIGE.
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