Ha existido desde hace más o menos 70 años, la conciencia de que liberalismo y democracia deben convivir para poder mantenerse con vida.
Las discusiones actuales y la «realidad de la posverdad», el nuevo ciclo en su fase negativa, indican que existe -inapelablemente- un distanciamiento entre liberalismo y democracia.
Lo que llamamos «democracia liberal» se encuentra en peligro. Los democráticos, persiguen hoy el ejercicio de los derechos por las mayorías, minando las garantías que el liberalismo ofrece a las minorías o perdedores. Una democracia sin derechos, cercana al populismo, si se quiere.
Por otra parte, los que apuestan por el liberalismo -tecnocráticamente si se me permite decirlo- ponen sus esfuerzos en entregar derechos, técnica jurídica generalmente, a la fuerza, si es necesario; pues ellos sabrían de ante mano que es lo bueno, lo que ofrece bienestar para todos.Las discusiones actuales y la «realidad de la posverdad», el nuevo ciclo en su fase negativa, indican que existe -inapelablemente- un distanciamiento entre liberalismo y democracia.
Cuando se firmó el acta de independencia de los Estados Unidos y posterior a ello su Constitución, en ninguna parte figura la palabra «democracia», pero sí se encuentra presente la frase «gobiernos representativos», este tipo de gobiernos que hemos ejercido bajo el pseudónimo de democracias liberales, es lo que verdaderamente se encuentra en situación de extinción.
La crisis de confianza en las instituciones lo demuestra, el desinterés por mantener la privacidad, el enjuiciamiento de las libertades civiles a cambio de seguridades en el consumo o la propiedad, el desprecio por las artes liberales a cambio de aprender solo técnica efímera; al tiempo que la consideración de nuevos derechos de tercera o cuarta generación exigibles a manera de intercambio basado en la renunciablidad de base de los mismos (como la ecología o el right to be himself, entre otros), tiene a los gobiernos representativos en las cuerdas y jadeantes.
¿Esto augura un futuro próspero? Ambas versiones de la ecuación dirán que sí, pero sólo si, su versión es la que triunfa en el nuevo mapa de lo político.
En una bella escena de las bicicletas son para el verano, se dice que al final de la guerra no hay paz, sino solo victoria.
Comentarios
09 de junio
Estimado José, concuerdo con Ud. que estamos a fines de algún ciclo, probablemente de los gobiernos representativos como Ud. señala, pero quizás las razones sean bastante más complejas, se aprecia en occidente, porque es aquí donde se desarrollan estos hechos, un suerte de asco por las democracias tal como las conocemos, el político ha llegado a ser parte de nuestros problemas, y cada uno de ellos, según al sector al que adherimos, unos target, blancos, para cargarle todo cuanto podemos, en muchos casos se lo merecen, no nos representan, pero también hay que decir que estamos ante sociedades que no desean ser conducidas a ninguna parte, reina entre nosotros el deseo de hacer lo que se nos viene en gana, y entre otras linduras, la desconfianza se ha apoderado de unos y otros después de hacernos todos unos mentirosos en la era de la posverdad. Junto a otros, todos los días empujamos hacia el nihilismo las estructuras y ordenes sociales, y nada puede hacer el estado, sus fuerzas de coerción son para mucha gente una suerte de zombis programados para dañarlas, el conjunto de los agentes económicos unos seres extraterrestres sedientos de extraer de ellos sus jugos vitales, los credo unos degenerados hasta el que cierra la puerta , etc. etc., en este ciclo, ¿ quedará alguien parado, por lo menos para apagar la luz?
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