Hace unos días, Sebastián Piñera se refirió respecto a las acusaciones de encubrimiento de delitos sexuales dentro de la Iglesia Católica y su posible participación en el próximo Te Deum por el arzobispo Ricardo Ezzati, manifestando que “esperaría lo que el Papa dictamine”. Así es como respondió el actual presidente del Estado laico chileno.
No es menor dicha afirmación, pues, abre el debate nuevamente respecto a cuál es el deber, o eventualmente, su posición respecto a un arzobispo altamente cuestionado y además imputado, de representar en un acto estatal a toda la iglesia católica en Chile. ¿Acaso el daño que provocó Ezzati es solamente a la Iglesia Católica?El gobierno tiene la oportunidad de cerrar un capítulo amargo entre la iglesia y los chilenos, a pesar de su propia relación que sostiene el sector que representa su coalición política, es posible subsanar su frente valórico con gestos que impliquen retomar la confianza entre la sociedad y la iglesia
La respuesta cae de cajón: el daño provocado por la iglesia es directamente a las personas acusadas durante años dentro de la iglesia que el lidera, y en consecuencia, encubridor de unos de los daños más grandes que ha provocado la institución católica al país, es decir, que no solo es culpable por su rol dentro de la iglesia, o el único juicio que deberá enfrentar es “religioso”, si no también, moral y profundamente social.
La Iglesia es una institución publica con responsabilidades, pues, a pesar del ejercicio de neutralidad del Estado, podríamos decir, que la Iglesia Católica es la institución religiosa más representativa en nuestro país. Este hecho redunda aún más en la competencia y posicionamiento que debería tener también el gobierno frente a cualquier situación que afecte a la confianza entre iglesia y sociedad.
Es aquí donde el gobierno debe ser riguroso en sus declaraciones, ya que no debería poner en duda su laicidad y neutralidad frente a ninguna figura o institución, y es por aquello que el Presidente debería tomar posición respecto a la participación de Ezzati en el Te Deum, contestando así la pregunta que planteo: El Arzobispo no sólo es culpable ante los ojos de la Iglesia, de los católicos y los acusados, si no, a toda la sociedad chilena.
El gobierno tiene la oportunidad de cerrar un capítulo amargo entre la iglesia y los chilenos, a pesar de su propia relación que sostiene el sector que representa su coalición política, es posible subsanar su frente valórico con gestos que impliquen retomar la confianza entre la sociedad y la iglesia. Una buena forma de empezar, es evitando la participación en el Te Deum o cualquier acto del gobierno junto a Ricardo Ezzati.
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