Hace unos días, una amiga muy querida me conmina a convencerla acerca de por qué debiera votar en estas primarias legales por Alberto Mayol, lo que constituye un desafío, dado que existe tanta razón: su irrupción en la ENADE 2011, enrostrando al empresariado que el modelo neoliberal es un modelo fracasado; el apoyo a los dirigentes de regiones en la irrupción del movimiento estudiantil el año 2011, su anuncio del “Derrumbe del Modelo” y del “No al Lucro” en el financiamiento de la educación, entre otras tantos motivos.
«Quiere transformar Chile, en serio, posee una inteligencia que, curiosamente, se manifiesta en su paciencia y convicción infinita de que éste es un mundo que se puede cambiar.»
Pero lo que en realidad determina la incondicionalidad de mi apoyo (y el de otros varios) se remonta a la noche del 29 de mayo de 2010: aquella noche se emitió por vez primera el programa “La República de las Letras” a través de la Radio Universidad de Chile. Aquella noche, escuchamos cómo Alberto Mayol, Patricio López y Antonella Estévez nos sumergían en el mundo de la novela “La Tregua” de Mario Benedetti, en un programa de “lectores aficionados”, con temas musicales luego de cada bloque, con sonido de copas, con lecturas, citas, bromas y risas. Aquél programa tendría casi 300 emisiones, cada uno con una novela distinta, un blog en que encontrábamos el comentario acerca de la obra, un grupo en Facebook que, sin pretensión alguna, logró reunirnos y convocarnos cada fin de semana y la construcción inevitable de “una nación letrada” habitada por abogados, carteros, estudiantes de medicina, comerciantes, dueñas de casa y un sinfín variopinto de “republicanos” que visitábamos cada vez que podíamos la Librería Clepsidra y a su dueño, el cuarto republicano, Omar Sarrás, que esperábamos el “tercer bloque” para ser saludados por estos amigos que nos invitaban a descubrir a Baricco, Droguett, a la Bombal y a la Eltit… a Henry Miller, al Marqués de Sade, Manuel Rojas, Sabato y Camus, entre otros cientos.
Sin darse cuenta, Alberto Mayol, Patricio López y Antonella Estévez abrían sus conocimientos, su pasión por la lectura y sus vidas propias a este pequeño grupo de fanáticos y huérfanos lectores en Chile y en el extranjero y constituían, sin proponérselo una pequeña República de amigos.
En Antofagasta, el programa nos reunió con otros fanáticos y nos reuníamos los fines de semana a oír los comentarios y las andanzas de los conductores. Nos hicimos fanáticos de “El Semáforo”; a poco andar comprendimos que el periodista más preparado y opinante era Patricio López y nos informamos a través del “Radio Análisis” cada mañana a través de la Radio Universidad de Chile, supimos del FEMCINE de la Antonella y escuchábamos “Música y Política” en la Radio Usach conducido por el propio Alberto, además de Miguel Farías y Carlitos Azócar.
Hace cinco años acudí a conocer personalmente a Alberto a una actividad en que dictaría una charla, le conté que era radioescucha de la República y ése fue el inicio de una amistad clara y generosa, que incluye el apoyo incondicional de su parte cuando constituimos una Corporación Cultural, el lanzamiento de su último libro en nuestra Antofagasta, el apoyo a mis estudios de Diplomado de Gestión Cultural y luego la invitación a que realizara La República de las Letras en nuestra ciudad, utilizando nombre, formato y, que además ha contado con su presencia en varios programas y en la presentación en vivo que hicimos este año en la Filzic de la novela “El Padrino”.
Y es que, para quienes tenemos la fortuna de conocerlo, el Alberto es así: noble, culto, mesurado y sabio.
Quiere transformar Chile, en serio, posee una inteligencia que, curiosamente, se manifiesta en su paciencia y convicción infinita de que éste es un mundo que se puede cambiar. Le gusta el pescado a la plancha y bebe sólo agua sin gas, es un hombre de costumbres sencillas, lector sofisticado y de un buen humor inclaudicable.
Hoy, nuestra República de las Letras en Antofagasta cuenta con la presencia de todos aquellos “republicanos” que nos reuníamos virtualmente cada fin de semana al alero de las voces familiares de Alberto, Patricio, la Antonella y Omar.
En su última visita, la semana pasada, se veía cansado y feliz. Logró la realización de Primarias Legales en el Frente Amplio, lo que ha permitido su presencia en medios nacionales. Recorrió Calama, Antofagasta y Mejillones en 12 horas, cálido y eterno.
Al despedirnos le pasé el libro que portaba aquel día en mi cartera “El Pozo” de Onetti. Entonces sonrió aliviado y feliz: “Maravilloso!” lanzó … mientras el taxi se alejaba portando grandes sueños, trabajo y convicción: los de mi querido amigo y lector, Alberto Mayol.
Comentarios
22 de junio
Bueno, siendo su amiga de izquierda igual que usted, los atributos para decidirse por un candidato giran en torno a logros en cuanto a empujar el “derrumbe” del sistema y a la difusión de ideas de izquierda. En ese sentido me parece consecuente el articulo.
Pero con las elecciones el espectro de audiencia trasciende y estas visiones quedan sujetas a ser cuestionadas porque hay muchos que no las comparten y que también tienen sus propias ideas que difundir, también tienen sus candidatos, etc.. Entonces lo realmente interesante y a veces muy “peludo”, es intentar difundir ideas en otros territorios políticos, que sus ideas se conviertan en algo de interes para quien no las tiene, no para quien las tiene. En ese sentido no es un articulo interesante como otros artículos de izquierda que sí captan atención en gente que no es de izquierda. ¿Cómo hacer un articulo para captar la atención de gente que no es de su orientación política?.
Saludos cordiales
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22 de junio
Me interesaba relevar la generosidad de Mayol al ralizar un programa de fomento lector durante 7 temporadas, de modo gratuito y de gran calidad. Eso y que se trata de una persona que lee mucho. eso es de suma importancia para mí, pues retrata mis prioridades básicas.
Saludos afectuosos