Que buenos recuerdos aún quedan en mi mente desde mi repatriación a la Nación Mapuche. Yo era un niño de 12 años, santiaguino de tomo y lomo. Me acuerdo de aquel tren que me llevó más allá de la frontera y la sorpresa que tuve al ver el viaducto Malleco, el cual se elevaba en su majestuosidad. Me escondí en los asientos porque pensaba que estaba llena de “indios borrachos y flojos” y que me recibirían con flechas como me habían contado mis profesores en Santiago por el año 1983.
Mi padre don José Luis Lincoñir Huenchuñir, nos esperaba en la estación. Se había ido hacia dos meses a Temuco, intentando recuperar su vida de la contaminación metropolitana. Fue entonces cuando tuve el mayor golpe de mi vida al conocer a mi abuela Rosa Huenchuñir. Su aspecto era extraño para mí, no tenía zapatos, vivía en una casa de paja y no hablaba bien castellano. Cuando ella me vio, no me abrazo y menos me dio un beso. No le gustó ese niño huinca que llegó extrañamente desde una ciudad que no conocía. Sus palabras que me dijo en ese momento me las tradujo un familiar años después: expresaba su pena porque su nieto era huinca.
Pero el tiempo me acercó a ella poco a poco. Nos reencontramos y me entregó mucho cariño mientras vivió en este mundo. Sus manos eran capaces de hacer comidas sabrosas; sus sopaipillas y tortillas eran las que sacaban más aplausos entre sus familiares.
Una cosa que me llamaba la atención era el cariño que sentía por su familia, se dedicaba mucho a saber que ocurría con sus parientes, eran importantes para ella. Un día tomó una carreta la llenó de comida, se fue dos semanas a ver a su hermana y por supuesto llevó a su nieto regalón, yo, que a esas alturas ya me había ganado su noble corazón. Fue una experiencia hermosa que no he olvidado y desde que se fue al wenu mapu (reino de los cielos) la recuerdo como si fuera ayer. ¡Qué mujer mapuche mas extraordinaria, sobrepuso su dolor por el amor y me conto todas las atrocidades cometidas por los huincas (chilenos), a quienes nunca dejo de odiar!
Me enseñó a amar la naturaleza, las tradiciones de los mapuche y un poco de mapuzungun, pero lo más importante fue aprender que no somos ajenos a este mundo de biodiversidades, al contrario somos parte de él. A diferencia de otras construcciones sociales como las occidentales, debemos estar en equilibrio desde nuestro ser con la naturaleza y no somos superiores. Me enseño lo que es el "Buen Vivir para la nación Mapuche".
Cuando muchos hoy escriben del Convenio 169 de la OIT, de la ley indígena y de la política pública indígena, me llama la atención el desconocimiento de la cultura mapuche y que los “expertos huincas” tienden solo a llevar esto a un aspecto folclórico de nuestra Nación. Este relato breve que expuse me hace pensar que va mucho más allá y de él desprendo que la construcción de política indígena debe venir desde este punto de partida, como es el caso de Ecuador. En este país la construcción de una esfera ideológica política viene del concepto del “buen vivir” de los pueblos indígenas y se ve plasmado en su constitución. Al contrario, Chile cuenta con muchos “expertos huincas” que desde su escritorio escriben y planean la política pública indígena, dejando de lado las reivindicaciones reales culturales del Pueblo Mapuche (solo hablaré de mi pueblo), igual como lo han hecho desde la perdida de la independencia indígena al finalizar el siglo IXX. Me pregunto ¿son estos expertos huincas (Concertación, derecha y otros) los que deben definir nuestro futuro? ¿No será mejor dejar a los propios mapuches definir su destino y entregar las herramientas que permitan establecer sus propias reglas del juego? ¿Por qué no aprender un poco más de la nación Mapuche, la cosmovisión, el rakizuan (conocimiento), la medicina, la religiosidad que permitan una política pública adecuada donde los propios mapuches sean los actores principales? ¿Por qué los Mapuche no tenemos derecho a participación política? ¿Por qué no nos entregan los recursos a nosotros a través de una institucionalidad creada y administrada por nuestro pueblo para focalizar mejor nuestras necesidades? ¿Cuál es el temor del Estado (Concertación y derecha) de entregar mayor autodeterminación a la Nación Mapuche?
Es cierto que el famoso Convenio 169 nos puede entregar mayores beneficios, pero al fin y al cabo, siempre estaremos sujetos a los “intereses del país”. ¿No sería mejor que el Estado de Chile, además de implementar este convenio, permita en forma voluntaria mayor participación a los pueblos indígenas en la definición de la política pública y no pasar a llevar nuestros derechos como en el caso del aeropuerto de Freire, Ralco, la vergonzosa aplicación de la ley antiterrorista de la dictadura aplicada en los gobiernos de la Concertación y otros casos que no vale la pena mencionar?
No me cabe duda. Sería más noble que el Estado asumiera un rol apertura dejando de lado los intereses empresariales mezquinos de malos empresarios (he conocidos algunos muy buenos) y por supuesto pidiendo perdón al país y el mundo por los daños causado a tanta gente buena como mi abuela Rosa Huenchuñir.
Comentarios
17 de julio
Hola, yo soy de Cordoba capital, aqui hay dos cines 3d, uno con dolby y otro con Xpand. He visto Avatar en los dos, prremio fui a verla en dolby (aunque la verdad es que creia que tenian gafas activas), y vaya decepcion dios mio, no se si seria porque el proyector no estubiera bien calibrado o algo, pero no me gusto nada , tenias que forzar mucho la vista para ver determinadas zonas de la pantalla, vamos que no me gusto. Ayer la vi en Xpand, y ahora si que disfrute jeje, espectacular, se veia perfecta, nada de ghosting, me encanto. Mi opinion es que el sistema que se impondra sera el de gafas activas, y mas teniendo en cuenta que las tv, videojuegos, blueray3d seran con este sistema. un saludoo
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17 de julio
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