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El Ejército de Chile y el General Humberto Oviedo Arriagada

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El actual Comandante en Jefe del Ejército de Chile, el General Humberto Oviedo Arriagada, se encuentra en una situación que no era vivida por una máxima autoridad del Ejército desde hace más de 15 años. Desde que el General Augusto Pinochet Ugarte abandonara la Comandancia en Jefe del Ejército en 1998, los comandantes en jefe comenzaron –paulatinamente– a estar nuevamente bajo el escrutinio de la clase política, la cual solicitaba a estos, señales que permitieran asegurar que, al menos en lo formal, la oscura herencia del General Pinochet se comenzaba a extinguir en la institución.

Las respuestas entregadas por los comandantes en jefe fueron evolucionando desde escuetas muestras de no beligerancia durante el gobierno de Eduardo Frei, hasta respuestas cargadas de simbolismo como la hecha en 2014, en donde se cambió el nombre de la medalla “Comandante en Jefe del Ejército de Chile, Capitán General Augusto Pinochet Ugarte”, a solo, “Comandante en Jefe del Ejército de Chile”.

Más allá de las muestras de apoyo al proyecto de consolidación democrática que fueron entregadas por el Ejército al poder civil y a la ciudadanía, los gobiernos de la entonces Concertación de Partidos por la Democracia comenzaron a demandar de la institución un mayor compromiso en lo que respecta a dos áreas claves, las que, desde 1990 fueron sensibles en la relación Ejército–Estado. Éstas fueron: las violaciones a los Derechos Humanos por su connotación política y social, y la administración de los recursos provenientes de la Ley Reservada del Cobre. Esta última poseía especial atención, puesto que la compra de los tanques Leopard I a Holanda en 1998, hecha por el General Pinochet había carecido de control, y poseía serias irregularidades en el proceso, las cuales terminarían siendo confirmadas con los años.

En resumen, a partir de la salida del General Pinochet de la institución, los temas relacionados con las violaciones a los Derechos Humanos y la administración de recursos provenientes de la Ley Reservada del Cobre, se tomaron la agenda de discusión entre la esfera política y los comandantes en jefe del Ejército. A estos controversiales e históricos temas, el General Oviedo debió agregar, el pasado 2015, el mediático escándalo denominado “milicogate”, el cual consistió en un fraude cometido por miembros de Ejército por cerca de 10 millones de dólares.

Claramente esta ausencia de probidad y rigurosidad institucional, generó que el General Oviedo –buscando mejorar su imagen y la imagen de la institución–, aceptara hacer una auditoría externa, la cual sería inédita en 205 años de existencia del Ejército. Si bien es cierto que el General Oviedo ha declarado públicamente su compromiso con la investigación, su postura ha sido cuestionada por algunos parlamentarios, los cuales la consideran insuficiente y un tanto pasiva.

No obstante esto, pareciera ser que la voluntad de acercar al Ejército a los valores democráticos y republicanos tiene un límite, ya que existirían espacios en donde el poder civil no posee control ni soberanía absoluta sobre la institución castrense. Esto quedó de manifiesto el pasado 2015, cuando el General Oviedo declaró su negativa a retirar –de algunas dependencias del Ejército– las fotografías del General (r) Manuel Contreras, provocando una serie de declaraciones cruzadas entre oficialismo y oposición. Para el General Oviedo «las fotografías no constituyen honores”, y «si hay algo que le hace mal al Ejército, es la propia institución quien debe determinar aquello». Esto deja en evidencia que su discurso busca recalcar la independencia y autonomía del Ejército ante el resto del aparato gubernamental.

Los últimos comandantes en jefe del Ejército han trabajado por mantener a la institución al margen del acontecer político, declarando el respeto irrestricto a la institucionalidad del país.

Los últimos comandantes en jefe del Ejército han trabajado por mantener a la institución al margen del acontecer político, declarando el respeto irrestricto a la institucionalidad del país. Esto ha permitido contar con un Ejército obediente y respetuoso del Estado, lo cual ha entrega ciertas garantías que han permitido asegurar el bienestar de la democracia. No obstante esta supuesta seguridad, conquistada desde la llegada de la democracia, la “rebeldía” temeraria del General Oviedo hace encender pequeñas luces de alarma.

No cabe duda que el General Oviedo está muy lejos de ser un general golpista como el General Pinochet. El contexto político nacional e internacional hace imposible que ambas historias se escriban de la misma manera. Sin embargo, su figura se ha caracterizado por no temer a las consecuencias políticas que se podrían desencadenar por sus desafiantes declaraciones. Si bien, la estabilidad y gobernabilidad de las autoridades electas democráticamente no se han visto amenazadas, la indiferencia mostrada por el General Oviedo ante la solicitud de retirar las imágenes de Contreras, deja en evidencia que a los regímenes políticos de tipo democráticos, no les basta tener entramados de legalidad e institucionalidad fuertes, si quienes se niegan a obedecer, poseen en sus manos el poder suficiente para hacer de aquella «desobediencia», una posterior desaparición de todo el sistema político existente.

Por el momento, las declaraciones desafortunadas e imprudentes del General Oviedo no han ido más allá, sin embargo, su actitud deja en evidencia que el futuro de la democracia –querámoslo o no– podría llegar a cambiar si quienes tienen las armas lo desean. Por lo tanto, el General Oviedo, con su sutil, pero significativo gesto de desobediencia al no retirar las imágenes de Contreras, simplemente dejó al desnudo lo frágil y vulnerable que es la democracia en Chile, ya que en un contexto de ingobernabilidad y crisis interna como la de 1973 ésta podría pasar bruscamente de un estado pleno, a la inexistencia. Pese a esta debilidad, y a los «gestos» temerarios entregados por el Genaral Oviedo, muy probablemente la democracia en Chile no tenga problemas para continuar reinando.

Por último, más que plantear un muy improbable retroceso hacia un autoritarismo, aquí se invita a reflexionar acerca de lo dependiente que es la supervivencia de la democracia en el mundo. Un comandante en jefe, de cualquier ejército del mundo, tardaría –si lo quisiera– solo minutos en poner en jaque la democracia de su país. Para entender mejor la vulnerabilidad y dependencia aquí expuesta, basta con recordar los ejercicios de «enlace» del General Pinochet, los cuales en más de una ocasión atemorizaron por completo a nuestro país, sin importar que se estaba –supuestamente– ya en democracia.

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6 Comentarios

Alonso

Interesante columna José. Como bien señalabas al final es imposible no acordarse del denominado «boinazo» que tuvo lugar con Aylwin,lo grave de ese caso es que el ejército se movilizó para simplemente evitar que se abriera un caso de corrupción,imagínate toda la parafernalia y temor que provocaron en la población solo para evitar que al caballero no lo investigaran,o sea una vergüenza.El gran problema es que los gobiernos de aquella época tampoco le abundaban cojones y más vergüenza aún da el el hecho de que Frei haya cerrado ese caso aludiendo «razones de estado».Todas estas situaciones dan para pensar,creo yo que todos este nivel de privilegios que poseen las fuerzas armadas,como sus pensiones o el nulo control que recaen sobre ellas,los cuales les fueron amarradas por la dictadura,van a demorarse mucho en cambiar.Creo que a los gobiernos no van a arriesgarse a cambiar eso a menos que haya un respaldo popular evidente y aún así va a ser muy complicado ,porque el nivel de independencia que poseen,donde inclusive poseen símbolos que van en contra de valores democráticos y republicanos,va a dificultar dicha tarea y obviamente estará el temor inconsciente en gran parte de la población , de que estos señores «cometan una locura»,creo que las FFAA saben y están dispuestas a jugar con ello,con tal que no las toquen.

Saludos

Alexander Blanchet

Nadie quiere perder unaa democracia, y quien pida lo contrario debe estar muy enfermo, pero verdad tiene el general, pues un gobierno de turno no puede cambiar a una institución centenaria solo por ideología, los acuerdos son mutuos y las instituciones castrenses mantienen una tradicion que pasa mas allaa de viejas rencillas políticas. Las FFAA son garantes de la democracia y nadie debe interponer ideológicamente formas y actuares momentáneos ya que las ffaa no obedecen a un gobierno, obedecen a un estado qué siempre es mas que una situación temporal o sentimientos sectarios.

SAMUEL BELLO SEPÚLVEDA

“… los comandantes en jefe comenzaron –paulatinamente– a estar nuevamente bajo el escrutinio de la clase política…”.
1. En una sociedad de seres humanos no ha existido ni puede existir una “clase política”. Si así fuere, tendría que existir otra clase de seres humanos que fuera no-política, lo cual es falso, porque todos los seres humanos somos precisamente humanos, por “políticos”, por vivir en la polis o sociedad.
2. En el siguiente párrafo queda expresada la pobre idea de “clase política” que, desgraciadamente, tanto asoma por aquí y por allá:
LA CLASE POLÍTICA Gaetano Mosca
http://americo.usal.es/iberoame/sites/default/files/Laclasepolitica.pdf
PREDOMINIO DE UNA CLASE DIRIGENTE SOBRE TODA LA SOCIEDAD
“Entre las tendencias y hechos constantes que se encuentran en todos los organismos políticos, uno es tan obvio que es obvio a toda manifestación: en todas las sociedades, comenzando desde aquellas mediocremente desarrolladas y que apenas han arribado a lo primordial de la civilización, terminando por las más numerosas y más cultas, existen dos clases de personas, una de los gobernantes y la otra de los gobernados. La primera, que es siempre la menos numerosa, realiza
todas las funciones políticas, monopoliza el poder y goza de las ventajas que ello trae consigo; mientras que la segunda, más numerosa, es dirigida y regulada por la primera, de un modo más o menos legal, ya más o menos arbitrario y violento, y ella la pr

Pedro Jaramillo (@PjaramilloPedro)

Putas que eres enredado. ¿Por qué mejor no te refieres a los contextos históricos y no a sembrar la cizaña? ¿o es que nos quieres hacer creer que la serie de politicos corruptos son más honestos que los militares? Caido del catre o terrorista, favor definete.

Nicolashed

Nicolashed