Educación pública en Providencia: Construyendo comunidad

A pocos meses de una nueva elección municipal en Providencia, es importante detenerse a mirar los cambios que se han producido y pensar desafíos que impliquen construir comunidad.

La actual administración comunal recibió en 2013 a las comunidades educativas con fuertes divisiones, luego de las movilizaciones estudiantiles de los años 2011-2012. En este complejo contexto, la nueva administración logra no solo leer la importancia de las demandas sino impulsar una nueva mirada sobre el tipo de educación que se desea desarrollar, caminado hacia un paradigma de derechos sociales, dejando atrás el paradigma de mercado sin participación de los actores.

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Las transformaciones educativas en Providencia no le pertenecen a ningún sector, son parte de un tejido social que se construye desde la escuela

Hace pocos días la candidata a la alcaldía Evelyn Matthei criticó la pérdida de la excelencia académica en algunos establecimientos de la comuna, en el absoluto desconocimiento de las importantes transformaciones ocurridas en estos años de gobierno local. Importante señalar que para construir comunidad hay que generar sistemas de medición diferentes, no competitivos, basados en las necesidades de los contextos culturales, en la pertinencia de los proyectos educativos institucionales; pero por sobre todo, en el respeto de la experiencia pedagógica que no se reduce a la categorización de escuelas, en función de lógicas mercantiles y supeditando la entrega de recursos al logro de metas estandarizadas que hoy en día están ampliamente puestas en cuestión. Providencia ha dejado atrás la lógica de los semáforos.

Hoy somos testigos del trabajo conjunto entre equipos directivos, profesores, estudiantes, apoderados y asistentes de la educación, quienes cotidianamente están en los patios de las escuelas y construyen comunidad activamente, desde sus propios enfoques culturales, sociales y de género. Es por ello, que las transformaciones educativas en Providencia no le pertenecen a ningún sector, son parte de un tejido social que se construye desde la escuela, donde los estudiantes se manifiestan por sus derechos a través del diálogo y la acción; donde los apoderados se organizan de manera activa; los profesores y profesoras contribuyen con sus ideas, vitalidad, experiencia y creación; y los directores y directoras con sus equipos y asistentes de la educación convocan a sus comunidades a la participación y la definición de sus normas de la vida en común.

Para dar cuenta de lo anterior, ejemplos hay de sobra. Primero, destaca el Proyecto Educativo Comunal, que entrega los primeros lineamientos generales para proyectar la inversión participativamente, en base a las necesidades de cada comunidad. Seguido a lo anterior, los profesores desde el año pasado cuentan una mejor distribución horaria para preparar sus clases: 65% de horas lectivas y 35% de horas no lectivas

Además, el mismo año, y con la colaboración de la Universidad de Chile, se desarrollaron los Proyectos Educativos Institucionales de cada uno de los establecimientos, gracias a la participación de todos los estamentos, conformándose Consejos Escolares con carácter resolutivo. Finalmente, hoy se desarrollan procesos participativos para actualizar los Manuales de Convivencia.

Es importante mencionar que estos procesos no se han desarrollado de manera aislada. Al contrario, han sido fruto del trabajo de distintos equipos de cada escuela que impulsan políticas participativas locales adecuadas a los cambios que la educación pública del país vive.

Estamos frente a un extraordinario ejercicio ciudadano y de democratización de nuestras escuelas, que es indispensable profundizar, porque demuestra nuestra profunda creencia en el bien común.  En esta línea, un ámbito importante en el que se debe mejorar es el de la vinculación de los jardines, escuelas y liceos, con su barrio y entorno urbano. En este sentido, es importante que una nueva administración local pueda contar con políticas sistemáticas de vinculación, que ofrezca a la comunidad la posibilidad de utilizar la infraestructura de Providencia para fortalecer la vida de barrio, que apoyen la utilización de metodologías o didácticas pedagógicas basadas en la utilización de las áreas verdes y espacios patrimoniales para fines educativos.

Esto último, junto a una adecuada coordinación con otros servicios municipales, nos podrá ayudar a que Providencia, a resignifique las plazas y los parques para que nuestros estudiantes, con espíritu cívico e intencionalidad educativa.

Ahí radica una educación pública con sentido, que conecta la vida social, sus espacios y su entorno con los procesos de aprendizaje. Todos tenemos siempre algo que aprender y también algo que enseñar del lugar que habitamos.