El gran filósofo y matemático británico, Bertrand Russel, en su obra História de la Filosofía, define la ciencia teórica como aquel intento por entender el mundo, mientras que la ciencia práctica la define como el intento por cambiar el mundo.
Para el fin de este texto, vamos a anclar la política en la ciencia práctica, aunque a veces carezca de toda ciencia y su práctica sea desastrosa. En cualquier caso, lo que acá buscamos, es afirmar en la política la solución a la grave crisis por la que atraviesa Chile. Ésta debe orientarse a ser esencialmente democrática pero deliberativa, abierta a la realidad presente y con una fuerte incidencia en ella de otros actores que no sean solamente “los expertos” en política.
En realidad, al alero de la sociedad digitalizada, que ha ganado, pandemia mediante, en expansión del conocimiento y un poderoso auge en el comercio y las comunicaciones pasando por el teletrabajo, la formación en línea, la telemedicina y otros en constante desarrollo como la robótica y la inteligencia artificial, ha terminado por debilitar, cuando no romper, toda forma de vínculos relacionales estrictamente verticales y que se corresponden con otra época histórica.La Nueva Constitución debe considerar mandato revocatorio a mitad del Mandato de los representantes populares, cuando existan evidencias fundadas de prácticas reñidas con los propósitos para los cuales dichos representantes fueron electos
Esta, que era una característica de la sociedad chilena pre-globalización y que marcó por décadas un tipo de representación política de “arriba” hacia “abajo”, con la proliferación de dispositivos digitales modernos, la relación se modificó sustancialmente, sentando bases concretas para la horizontalidad, mientras que el sistema político Institucional prosiguió con sus formas antiguas, ahondando con ello la brecha entre la política y la sociedad. Así, mientras cundía en la sociedad todo tipo de redes, la política Institucional seguía encapsulándose. Una mirada sobre el fenómeno digital aquí
Así llegamos al estallido social, aunque el tratamiento del 10% de las pensiones que culminó con una derrota política pocas veces vistas para un gobierno, pareciera indicar una mejoría en cuanto a reinstalar la política como el espacio propicio para resolver efectivamente las contradicciones de la sociedad, y hacer, en suma, acuerdos centrados en el bien común.
Para lograrlo, es necesario continuar avanzando por la deriva democratizadora. En términos concretos, ello significa distribuir poderes tanto a nivel social, económico y político como hacia la descentralización del Estado otorgando poder real a las regiones.
En el plano estrictamente político, es necesario incorporar en la Nueva Constitución, formas de democracia directa en la que la ciudadanía tenga la opción de participar del proceso político, en complemento a los procesos electorales que ocurren cada cuatro años en la mayoría de los niveles del Estado: los plebiscitos vinculantes, son herramientas concretas y prácticas, que permiten corregir la marcha del país cuando el proceso político presenta visos de descomposición o estancamiento como el que vivimos.
Por ello, formas de control de la ciudadanía sobre sus representantes, que hoy solo existen en las elecciones cada cuatro años, son necesarias aunque no suficientes. La Nueva Constitución debe considerar mandato revocatorio a mitad del Mandato de los representantes populares, cuando existan evidencias fundadas de prácticas reñidas con los propósitos para los cuales dichos representantes fueron electos . Así también, es necesario incorporar iniciativa popular de ley con cierto quórum.
La pregunta es cómo sostener una práctica democrática inclusiva y participativa, en tiempos de despolitización de la sociedad, como los que también hemos vivido.
Una afirmación y una respuesta aproximativa a ese escenario. Como afirmación, el voto debe volver a ser obligatorio. Como escenario, es imprescindible incorporar en la currícula formación cívica a gran escala en todos los establecimientos educacionales del país. Es necesario cimentar en las nuevas generaciones valores propios de una sociedad democrática y solidaria, un sentido de comunidad, hoy fracturado y subsumido por la cultura inividualista introducida por el neoliberalismo y diseminada en todos los poros de la sociedad.
Otro elemento es el que guarda relación con los partidos políticos. En este espacio de la política se hace cada vez más necesario fortalecer la formación política tanto como un régimen Institucional que permita controlar las fracciones y grupos de poder que se organizan al interior de los partidos a efectos de reproducirse para fines propios. Las fracciones son parte del problema. Recordar que la política no es para conseguir movilidad social y que su recuperación no puede estar disociada de conductas éticas y también estéticas.
Llegado a este punto, es inevitable tratar el tema de los medios de comunicación masivos. Estos medios no aportan diversidad, no son pluralistas, debido a que son la extensión de quienes detentan la riqueza y buscan, por tanto, reproducir su poder y sus privilegios.
El Estado debe por ello financiar medios de comunicación abiertos, entre los cuales, TV, radios y periódicos, agrupados en una corporación, que le garanticen al país la propagación de aquellos valores que lo constituyen como comunidad política. Por otro lado, ha llegado la hora de evaluar si acaso corresponde que quienes son dueños de partes importantes de la riqueza nacional, sean a la vez dueños de los medios de comunicación masivos.
Una democracia plena, moderna y participativa significa, como ya se ha dicho, con distribución de poderes. La concentración de poderes hoy existente en nuestro país, ha contribuido a naturalizar la segregación social, ya que la visión hegemónica que se entrega a la población es aquella que contribuye a la reproducción de su propio poder. En mi opinión, ello es obsceno.
La convivencia de la sociedad es demasiado importante como para dejarla solo en manos de “expertos” en política y en manos de poderosos de la economía que de tanto en tanto se vuelven “buenas personas” y donan algún bien. Pero en lo fundamental se desentienden de la paz social, que es lo que todo Estado democrático debe garantizar y preservar.
Concluyendo, formas avanzadas de participación democrática, que combinen representación institucional como las existentes, formas de democracia directa como los plebiscitos vinculantes y opción de revocación de mandato, educación cívica garantizada por el Estado, y una activa presencia de éste en las comunicaciones, permitiría avanzar en una dirección de fortalecimiento de la democracia por la vía institucional.
El camino en esa dirección ya existe y es el Plebiscito Constitucional del próximo mes de octubre. Sin embargo, el Plebiscito Constitucional, es solo el primer eslabón de un proceso político que debe cimentar las bases para la construcción de un país que pueda llegar a convivir en democracia plena. Esto es, bajo un sistema democrático basado en derechos sociales, políticos y económicos universales garantizados por el Estado como ente articulador de la sociedad y su convivencia.
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