Hace algunos años que el país atraviesa una crisis cada vez mayor en lo político, social, económico, empresarial e institucional, situación develada en toda su magnitud por el estallido social del 18-O y ahora por la pandemia.
Existe la extraña sensación que sólo preocupa la pandemia, siendo altamente importante por la cantidad de contagios y fallecidos, generados especialmente por la mala gestión del gobierno, por no querer sustraerse de su ideología neoliberal, anteponiendo la economía y los negocios por sobre las vidas humanas, que han derivado en desafortunadas frases que permanecerán en la memoria de nuestro pueblo cuando se cuente la historia de esta crisis sanitaria como la “nueva normalidad”; “estamos mejor preparados que cualquier país”; “inmunidad de manada”; “que pasa si el virus muta y se trasforma en buena persona”; “se puede salir a tomar un café o una cerveza”; “Hoy reinauguramos el Apumanque”, «Hay un sector de Santiago, donde hay un nivel de pobreza y hacinamiento del cual yo no tenía conciencia», «las fórmulas de proyección con las que me seduje en enero, se han derrumbado como castillo de naipes”, entre muchas otras.
Todo esto ha provocado confusión y cierto conflicto entre los ciudadanos, el mensaje no ha sido claro, por la ausencia de garantía para respetar la cuarentena, unos porque no soportan el confinamiento teniendo los recursos para ello, y el sector más vulnerable tiene que salir a buscar el sustento para subsistir, saliendo a buscar los precarios bonos de ayuda o participar de la indigna entrega de cajas de alimentación.Había que mover como sea la economía, con cuarentenas dinámicas, nuevas normalidades, bonos por aquí y por allá, empresarios desesperados por activar la máquina por el “bien” del país
El país ha caído en manos de un pésimo gobierno y de toda una elite política-económica, que desde el 18 de octubre y pandemia mediante, solo buscan ocultar sus grandes errores y la tremenda desigualdad que ha salido a la luz en esta crisis provocando un alto impacto en la ciudadanía, dejando en evidencia que no éramos el país más próspero de América Latina ni teníamos la mejor salud del planeta.
La administración de la derecha en el poder cada día oscila más y es preocupante la sobreexposición del gobierno haciendo cadena nacional día por medio, la excesiva publicidad por la llegada de ventiladores mecánicos, puntos de prensa diarios para informar sobre el Covid-19, pero sin responder todas las preguntas de la prensa. No aceptan las sugerencias de expertos, científicos e investigadores que hacen propuestas distintas a las oficiales a eso se suma la nula acogida a las planteadas por la presidenta del Colegio Médico, quien les provoca furia que tenga opinión propia y que en el tiempo han sido de toda coherencia. Alcaldes de derecha que están haciendo abandono de funciones paseándose por los matinales toda la semana, dejan en evidencia la fragilidad de esta democracia.
Lo que resulta más desalentador es observar una oposición ausente, indiferente a las demandas ciudadanas, más preocupados de no perder sus cuotas de poder, que cada día se pierde más en sus divagaciones, disputas pequeñas, no son rigurosos a la hora de legislar, no alzan la voz frente a proyectos de ley que envía el gobierno entre gallos y media noche a espaldas de la ciudadanía. Aparecen alarmados en la TV igual que la prensa, por la muerte de un ciudadano afroamericano, mientras en Chile se silencian por compatriotas heridos de gravedad y otros tantos con sus ojos mutilados, no fueron capaz de influir frente al gobierno y carabineros por el abuso de poder en el estallido social en contra de nuestro pueblo.
Para los capitalista o neoliberales actuales su primer mandamiento y lo repiten como mantra, es el crecimiento económico, pero en esta crisis sanitaria se ha puesto en cuestión este credo que un virus haya evidenciado la debilidad del sistema. No hay crecimiento económico porque hay cesantía, menor consumo, e incluso muchos chilenos han tomado conciencia que se puede vivir bien con menos cosas que el retail ofrece, por lo tanto, el circulo perfecto de la economía se cayó, yo vendo y ustedes compran, yo gano y tú te endeudas. Entonces había que mover como sea la economía, con cuarentenas dinámicas, nuevas normalidades, bonos por aquí y por allá, empresarios desesperados por activar la máquina por el “bien” del país, como lo han hecho estos últimos 30 años amasando beneficios que alcanzan el 30% del PIB y ahora están con problemas, sus empresas paralizadas, y ahora instalan el relato socialista y solicitan rescate y ayuda del ayer “nefasto Estado”.
Nadie duda que una nueva Constitución generada democráticamente será el primer paso para superar la grave decadencia que amenaza a nuestro país, porque la pandemia va a pasar y volveremos a hablar de futuro, hoy el presente nos tiene angustiados, saldremos poco a poco, se espera que el gobierno escuche a los que saben de políticas sanitarias y sociales, quienes han repetido hasta el cansancio, testear, trazar, aislar. Esperamos que no se olvide todo lo vivido, los precarios sueldos, bonos insuficientes y débil protección real de la familia chilena, con un modelo que no potencia un Estado de bienestar y por lo tanto el neoliberalismo debe ser erradicado, y el primer paso es una nueva Constitución.
La propuesta que cabe en este escenario es construir entre todos una democracia de derechos sociales, en que el Estado debe declararlos, protegerlos, garantizarlos, y promoverlos, para lo cual hay que ganar el plebiscito, tener una constituyente elegida íntegramente por todos los ciudadanos y por fin una constitución elaborada por el pueblo, para establecer un estado social o de bienestar y un equilibrio más igualitario en la distribución de la riqueza.
Luego vienen las elecciones presidenciales y parlamentarias, ocasión que obliga a que la gran mayoría de los inscritos voten, para no repetir el 49% como fue en la última elección presidencial. En este último punto se necesita que los actuales partidos políticos de oposición entiendan que la democracia se defiende y consolida con actos de generosidad y valentía, llegó la hora del recambio generacional, por lo tanto, todos los actores políticos deben generar espacios para que ello ocurra, la ley recién aprobada sobre la no reelección perpetua es un paso significativo para sanear la política y generar nuevos liderazgos. Como también es menester que las actuales directivas de los partidos políticos de oposición pongan su cargo a disposición de sus militantes, como una señal potente para generar cambios y reencantar al electorado.
Con la experiencia de estos últimos años, es altamente probable que la gran mayoría de los chilenos aspira a no tener más a un empresario millonario en La Moneda para iniciar la transición hacia un modelo de desarrollo con justicia social, con nuevos sistemas de salud, de pensiones, desmercantilizar el trabajo humano, con mayor democracia participativa y deliberativa, llegó la hora de buscar precandidatos presidenciales que surjan de las organizaciones sociales y de la ciudadanía, que tengan las competencias éticas y políticas para avanzar hacia una democracia de derechos sociales.
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