La Concertación durante años destruyó el tejido social y evitó una serie de avances progresistas para la sociedad chilena bajo la excusa de que “estaban los milicos en la puerta” y con su espíritu de la responsabilidad debían protegernos de ellos. Ahora tienen a la mayoría de los chilenos a favor de esas demandas y reformas y al lado de los milicos tiene a una candidatura reducida a un pequeño nicho.
Independiente de lo que ocurra el día de hoy en la elecciones, cuestión que dará para cientos de análisis, hay una observación ex ante a la que me quisiera referir, algo que ya cambió.
El 28 de mayo de 1993 en el último año del gobierno de Aylwin, un grupo de militares se reunió cerca del Palacio de la Moneda en público y con vestimentas de combate como manera de hacer presión para evitar que se abriera el caso pinocheques. El acontecimiento fue conocido como “el boinazo”. Este tipo de climas fue el caldo de cultivo para un tipo de justificaciones que abundaron en la política chilena y que la podemos identificar en la frase de Gumucio en plan Z (lo poco o nada que hice) “Lo hice con la C.N.I en la puerta”.
Este tipo de frases dieron rienda suelta a una indulgencia ética para quienes actuaron “con los milicos en la puerta”. Esta indulgencia la podemos identificar claramente en la ocasión en la que el 2011 el ministro ex Bitar, consultado acerca de la intromisión de los bancos en la educación, exaltado se declara ininterpelable por cuanto fue ministro de Allende, estuvo preso y exiliado. Nada más que hablar.
En ese contexto, Concertación y Alianza se forjaron al fuego de su disputa. La Alianza desde la campaña del NO empezó a asustarnos con el retorno del terrorismo marxista, el desempleo y el caos. Con la candidatura de un socialista la amenaza volvía a parecer real, con Lagos volverían las colas e inclusive sería posible un golpe.
La derecha de manera histérica alardeó y engañó a sus propios votantes de lo que sucedería con un eventual triunfo de la Concertación, presagio que una y otra vez no se cumplió, pero algo logró que terminó siendo fundamental: hizo que la Concertación viviera todos sus gobiernos dando credenciales de libremercadista. Así, el mismo Lagos dijo en su campaña “No seré el segundo presidente socialista de Chile, seré el tercero concertacionista” luego de una década de privatizaciones y antes de que Allende se volviera posicionar (¿tipo 2003?) y ellos mismos lo utilizaran como símbolo. En esa época renegaban abiertamente del único militante de su partido que había llegado a la presidencia de la República.
Otra de las “técnicas” que se utilizaron durante años para frenar el avance de un desarrollo integrado en Chile fue que ante la robustez de los argumentos de izquierda para defender algún cambio se decía: “Es que el país no está preparado para..” Como si nos protegiéramos a nosotros mismos de las propuestas que apoyamos y que además son razonables.
Ahora bien, ¿qué hemos visto en los últimos meses y que nos revela la CEP? En primer lugar, a través de delirios como el de Axel Kaiser y de estrategias de la campaña Matthei tales como “este país iba para adelante y ahora se quiere farrear el desarrollo”, “Bachelet quiere un modelo como el de Venezuela”, “ellos quieren ser la Alemania oriental y nosotros la occidental” ó la infatigable “¿Cómo van a hacer gobierno con los comunistas si ellos sólo creen en la violencia y la dictadura?”, podemos observar que la derecha no ha cambiado la estrategia en un ápice, si no que lo que cambia es que ahora con el 14% de Matthei esa amenaza viene de una derecha disminuida, derrotada, que está al borde de abandonar el segundo lugar que te garantiza no caer en el lugar de las candidaturas alternativas y con sus propios cuadros arrancando de vuelta al sector privado con un pésimo recuerdo de las húmedas oficinas del sector público. Y más grave aún, enojados con el pueblo de Chile porque los trató mal en estos años.
Pero la huida más grave que vive la derecha no es la de sus funcionarios partidistas, asesores y especialistas, si no que es la fuga de sus clientes. Cientos de empresarios que ante su baja en las encuestas han devaluado su precio como herramienta de acción política viendo en la Concertación y en los viejos lobbystas un método mucho más efectivo de presión, ganándose un espacio dentro de la Nueva Mayoría, siendo capaces de tensionar a este sector hacia los intereses del empresariado. Con plata baila el monito.
En el último año vimos como Andrés Allamand, Ximena Rincón, Claudio Orrego, Andrés Velasco, Tomás Jocelyn-Holt y Ricardo Israel han levantado candidaturas presidenciales bajo la idea de que éstas iban a prender por cuanto el centro quedaba descubierto ante la polarización que te genera una disputa entre un candidato de la UDI y Bachelet. Todos se equivocaron y quedó en evidencia, naturalmente porque les fue mal, pero es muy interesante observar como la última CEP confirma lo evidente: el centro está absolutamente cubierto por la figura de Bachelet. La gente la identifica mayoritariamente como una persona de centro-centro izquierda, siendo que la mayoría de la gente se identifica a sí misma con este sector, a diferencia de Matthei, a quien el 40% identifica a la extrema derecha. Es decir que ahora la candidatura de la derecha con las banderas de ese miedo agobiante con que nos hicieron crecer, ese miedo a perder la libertad que nuestros padres habían conseguido luchando contra esa misma derecha, ahora sólo es capaz de levantar una candidatura menor y radicalizada, una candidatura que hoy en Chile resulta ideológicamente marginal. Tanto es así que día a día la derecha queda en ridículo en su estrategia del miedo cuando ocurre, por ejemplo que JP Morgan le da el visto bueno a su programa, o algún banquero o empresario conocido se declara bacheletista, mostrándonos que en los más pragmáticos tanto miedo no da.
¿Y la ciudadanía está preparada? Otra cosa que nos muestra la CEP, es que cuestiones que en el programa de la Nueva Mayoría son ambiguas como la educación pública y gratuita o cuestiones que no se tocan como la nacionalización del cobre, son inmensamente populares entre los chilenos, es decir su programa es mucho menos de avanzada que la opinión de la mayoría de los chilenos. Tengámoslo claro, la Nueva Mayoría en su programa se puso a la derecha de la opinión pública.
Pero como comentaba anteriormente, los conglomerados políticos parecen forjarse al calor de la lucha en la que están sumergidos, y la Concertación durante años destruyó el tejido social y evitó una serie de avances progresistas para la sociedad chilena bajo la excusa de que “estaban los milicos en la puerta” y con su espíritu de la responsabilidad debían protegernos de ellos. Ahora tienen a la mayoría de los chilenos a favor de esas demandas y reformas y al lado de los milicos tiene a una candidatura reducida a un pequeño nicho. ¿De qué prometerán protegernos ahora que la vieja bestia está tan evidentemente herida? Si la bestia no da miedo, ¿para que los necesitamos ahora ?
Lo positivo es que Freirina, Punta Arenas, Aysén, ecologistas, CONFECH, ACES, CONES y trabajadores de cientos de sindicatos a lo largo del país, ya aprendieron que los avances y derechos no se recuperan porque la Concertación lo acepte o esté de acuerdo. Aprendieron que se acabó la era de los clientelismos y que los derechos se conquistan y no se piden, ellos parecen estar preparados, ¿lo estará esta nueva Concertación sin militares a quienes culpar?
Comentarios
27 de mayo
Interesante
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