Las cuotas, entonces, son una medida temporal eficaz hasta que el principio de igualdad se instale. Operan como un acelerador de un proceso cultural que por sí mismo demoraría décadas.
Recientemente el gobierno envió al Congreso el proyecto de Ley que modifica el sistema electoral binominal por uno proporcional, con cuotas de género 60/40 para la nominación de candidaturas. Al respecto, ComunidadMujer reafirma la necesidad imperiosa de aprobar una reforma que permitirá dar mayor representatividad al Congreso, aumentar los grados de competencia en las elecciones y contribuir a renovar la política.
Para quienes hemos trabajado o apoyado por años, desde la sociedad civil, medidas que favorezcan la mayor presencia de las mujeres en la toma de decisión, el anuncio de un sistema proporcional para la elección de parlamentari@s es una muy buena noticia.
La evidencia internacional ha demostrado que los Estados que tienen mayor representación política femenina cuentan con sistemas electorales proporcionales o mixtos, dado que permiten un mayor número de candidatos y entregan a las colectividades políticas incentivos para incluir nuevos actores, entre ellos las mujeres.
Pese a que el sistema electoral es clave para avanzar hacia una democracia representativa y paritaria, no lo resuelve todo. Un problema adicional son los procesos de nominación de los partidos. Por ello, para romper la barrera histórica del 20% de mujeres candidatas desde 1990, era clave que la reforma en discusión incluyera un mecanismo de acción afirmativa que obligue a los partidos a presentar listas equilibradas en términos de género, algo que celebramos.
Lo anterior quiere decir que ni hombres ni mujeres pueden tener menos de un 40% y más de un 60% de representación en las listas de cada partido o pacto. Además se incluyen incentivos económicos a la elección de mujeres, favoreciendo que éstas sean nominadas en posiciones competitivas. Otro elemento importante que considera este proyecto es la sanción al incumplimiento del espíritu de la medida, factor esencial de éxito en los países que han implementado cuotas.
Quienes sostienen que las cuotas no son necesarias se equivocan. Cuando se argumenta que esta medida resta “méritos”, bajo el supuesto de que no hay diferencias ni sesgos de género en Chile, se desconoce la desigualdad imperante, entre otros, en los procesos de nominación, el acceso al poder, a los recursos económicos y a la toma de decisión. Así lo han reconocido transversalmente mujeres políticas que han enfrentado esta compleja realidad al interior de sus conglomerados durante años.
Pese a lo anterior, las mujeres han logrado aumentar lenta pero progresivamente su representación en el Legislativo desde 1990, llegando hoy a un 15,8% de senadoras y diputadas, muy por debajo del promedio de América Latina y El Caribe de un 25,2%, aún cuando constituyen el 51% de la población chilena.
Las cuotas, entonces, son una medida temporal eficaz hasta que el principio de igualdad se instale. Operan como un acelerador de un proceso cultural que por sí mismo demoraría décadas. De hecho, los 11 países latinoamericanos y los más de 50 en el mundo que han adoptado leyes de cuotas aumentaron en más de un 25% la cantidad de mujeres electas. Las cuotas planteadas en este proyecto no implican cargos reservados para las mujeres, sólo facilitan que ellas sean candidatas y puedan competir en igualdad de oportunidades por el voto de la ciudadanía.
Estamos ciertas de que este es un paso concreto en la búsqueda de un país más inclusivo, representativo y democrático.
* Consejo Consultivo ComunidadMujer
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