A 13 días de la elección presidencial, debemos reflexionar sobre el Chile que anhelamos. Las encuestas, hasta donde es posible darles crédito, muestran una tendencia de intención de voto sorpresiva, especialmente con el crecimiento del candidato J.A. Kast. Muchas opiniones señalan que su preferencia es por la oferta que hace en orden y seguridad, tema que hay que desmenuzar.
Pero lo que no cabe duda, es que el principal factor de este inesperado repunte, tiene relación con una reacción desesperada de una derecha conservadora y sus comparsas, para defender su modelo de privilegio elitista, luego de la estrepitosa caída de su candidato original. Una vez más esta derecha aplica su filosofía: que el fin justifica los medios, y cualquier medio es lícito. La vuelta de espalda y deslealtad con Sichel, es una demostración de aquello, así como la adhesión repentina a un Kast que por cierto no es del todo objeto de sus amores. Es una decisión práctica y funcional, no importa que se tenga que transar con principios. Al tacho con la idea de una derecha renovada y progresista.Kast representa una regresión al pasado más negro de la historia de Chile; la misma derecha que validó la ruptura de la democracia.
No debemos dejarnos engañar. El programa de Kast argumenta que “la polarización(sic), el debilitamiento institucional, el estancamiento económico producto de años de reformas de corte socialista (sic), y los intrincados momentos que hemos atravesado, como la violencia acaecida desde el 18 de octubre de 2019 y la pandemia del COVID 19 (sic), nos demostraron la fragilidad de fundamentos como la libertad, el orden, el Estado de derecho, la propiedad privada y la economía de libre mercado (sic), todos los anteriores cimientos en los que se sostuvieron décadas más exitosas en la historia de Chile”
Es decir, no vale de nada la protesta más multitudinaria de la historia de Chile del 25 de octubre de 2019, que levantó fuerte la voz para impulsar cambios en Chile y terminar con las desigualdades, con responsabilidad y en paz. Su discurso desconoce aquello, y solo observa la violencia, que sabemos es una cuestión diferente, protagonizada por delincuentes y las fuerzas oscuras que hay detrás.
Kast representa una regresión al pasado más negro de la historia de Chile; la misma derecha que validó la ruptura de la democracia. Una dictadura cívico militar para “proteger” la libertad, el orden, la propiedad privada (¿del agua?) y la economía de libre mercado que nuevamente promueve en su programa. Un programa que además discrimina a las mujeres, a la diversidad sexual y dispuesta a levantar barreras (o cavar zanjas) para terminar con los inmigrantes.
Una candidatura dispuesta a reducir al mínimo el tamaño y el rol del estado, experiencia que ya vivimos antes y que explica el alto número de personal actual a contrata del aparato público. Otra vez una reducción y minimización del papel protagónico que debe tener el Estado, solo plena libertad para el emprendimiento del sector privado sin limitaciones, sin control de la colusión y la corrupción.
Y por cierto que hay que enfrentar la delincuencia y todo tipo de violencia, con los medios legales con que cuenta el Estado, pero su programa no dice en ninguna parte cómo se hará eso en su hipotético gobierno.
El programa señala muchas medidas a implementar, pero a la vez promueve una fuerte reducción del gasto fiscal y la reducción de impuestos de todo tipo. Es decir, seguiremos con la la evasión y elusión de las contribuciones de las grandes empresas. ¿Y cómo se financiarán entonces todas sus medidas?
La forma de restablecer el orden y la seguridad en el programa de Kast, será modificando los protocolos del uso de la fuerza de las policías y FFAA, “de modo de de no ser juzgados por haber hecho un uso excesivo de ella, judicial o administrativamente” es decir omitir la responsabilidad penal de las fuerzas de orden. No en vano propone en su programa la clausura del Instituto Nacional de Derechos Humanos. ¿También se soslayará la corrupción que ha quedado dramáticamente en evidencia en estas instituciones? Y en ese contexto, también se entiende el respaldo que dio el 2017 al indulto de los militares condenados por crímenes en la dictadura y de lo que ahora quiere desmarcarse. Y que relativice los crímenes de lesa humanidad de Miguel Krassnoff.
Por favor, abramos los ojos y el entendimiento de lo que ofrece esta candidatura. Ya no queremos más de los mismo, de todo aquello que destruyó la democracia y que nos sumió en la peor crisis de la historia de Chile en democracia: una crisis ética.
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