Chile en el país de las maravillas

Cada vez me convenzo más, que Chile  para muchos -especialmente para la clase gobernante– es el “País de las Maravillas”, donde se espera cosas extraordinarias de gente común, con condiciones comunes. No, no, momento, con condiciones nada comunes, como lo son: Un ingreso mínimo mensual, al primero de marzo de 2020 de $320.500 pesos. Una canasta básica (pan, leche, huevos, arroz, queso, carne, frutas y verduras), de acuerdo con un estudio realizado el 14 de enero 2020, por la firma Picodi.com, de $70.386 pesos. El valor del boleto de metro, en horario punta, que es el más usado obligatoriamente por la mayoría, de $800 pesos, o sea, ida y vuelta $1.600 pesos. El costo promedio de arriendo de una casa, en un sector periférico de la ciudad, de $250.000 pesos. Con pensiones para las mujeres de $79.403 y para los hombres de $245.942, según cifras de la Superintendencia de pensiones, a junio de 2019, esto producto de los bajos sueldos, lagunas y malas prácticas de los empleadores de pagar las cotizaciones por el mínimo. Cifras que extrapoladas a la realidad del gasto mensual, de una familia de cuatro integrantes, dos adultos y dos niños, en un país donde el costo de la vida está al nivel de Londres, da claramente saldo negativo,  y ni hablar de las personas jubiladas.

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Para muchos -especialmente para la clase gobernante– es el “País de las Maravillas”, donde se espera cosas extraordinarias de gente común, con condiciones comunes. No, no, momento, con condiciones nada comunes

Sumado a la mala conectividad y largos trayectos en locomoción pública, para llegar a los lugares de trabajo,  que obligan a atravesar toda la ciudad, haciendo a su vez, dos o tres combinaciones, viaje que demora mínimo una hora y media en cada traslado, por las absurdas políticas de segregación habitacional, que relegaron a la periferia a las personas de menos recursos.

¿Y qué pasa con los/las hijos/as de estas personas, que están todo el día solos? Muchos en establecimientos o liceos con números, que no cumplen los estándares mínimos de calidad, para su posterior ingreso a la Educación Superior.  Calma, no pasa nada, porque estamos en Chile y esperamos que esos niños/as, no se encandilen con el mundo del “narcotráfico”, que les daría lo que el Estado nunca les dio. Y en cambio, opten por el buen camino siendo “alumnos de excelencia” y a futuro, a través de un crédito usurero, que los dejará atrapados en dicom por años, impidiéndoles incluso pedir un crédito hipotecario, sean destacados profesionales que aporten a la sociedad. No siendo siquiera impedimento para ello, que estén mal alimentados, recordando las burlas, del mes de mayo, a la personas con sobrepeso de las protestas en El Bosque, tampoco deben engordar, porque los pobres deben ser fit.

Y a propósito de lo anterior, es bien sabido que la alimentación es fundamental para el óptimo desarrollo cerebral, sobretodo el consumo de pescado por su alto contenido de nutrientes como EPA y DHA, pero la mayoría de la población, no posee ni el porcentaje mínimo de estos nutrientes en su organismo.  Lo anterior es muy irónico, porque vivimos en un país con kilómetros de costa, pero la mayoría está en manos de un número reducido de familias,  que extraen pescado para exportación y el resto lo hacen harina de pescado, vendiéndolo como alimento para los animales, quienes en teoría, estarían mejor nutridos que el grueso de la población chilena.

Pero da igual, porque afortunadamente estamos en Chile, país donde estamos acostumbrados a lo imposible, a romperle la mano al destino y salir heroicamente de la adversidad, sin mencionar que lo hace más heroico aún, hacerlo solo, sin ayuda del Estado, porque recuerden, aquí es muy mal visto que te den todo gratis, si lo haces pueden ordenar… que te corten la cabeza!!

Por Denisse Martel