Buen Vivir. La difícil alternativa al mundo actual

Alberto Acosta, ex ministro y presidente de la Asamblea Nacional Constituyente del Ecuador, en un texto acerca del Buen Vivir, afirma:

“quiero plantear algunas reflexiones generales que puedan contribuir al desafío de elaboración colectiva de propuestas para la construcción de una América Latina diferente y de un mundo diferente”

Dicha propuesta, agrega, debería como primera condición considerar el bienestar de los pueblos respecto de la educación, la salud, la vivienda. Es decir, respecto de las llamadas “necesidades básicas” de los seres humanos. Una segunda condición refiere la superación de un capitalismo que aun puede resolver sus crisis actuales, por ejemplo, mediante el progreso tecnológico digital (cuarta revolución industrial).

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Nuestro siglo se caracteriza porque la acción social de resistencia al mundo global, parece requerir ahora la elaboración de una alternativa de mundo

Al contrario, los fenómenos del cambio climático y calentamiento global se ponen como limitaciones sistémicas a la continuación del desarrollo capitalista. Estos fenómenos tienen, además de sus componentes ambientales, un elemento ideológico y cultural: aquí se trata de una cuestión “civilizatoria”, palabra que nos habla de la necesidad de una transformación del sistema, del modelo, del paradigma o la cosmovisión, actualmente hegemónica globalmente.

La alternativa de una sociedad económica planificada desde un Estado fuerte y central, se encuentra con la experiencia del derrumbe de los socialismos reales, y también al hecho de que ella no es una verdadera alternativa sistémica o de paradigma. Por todos lados el socialismo que conocemos obedece a similares concepciones del desarrollo e industrialización. En cambio, Acosta dice que “todos los habitantes del planeta estamos convocados a repensar el mundo”. En particular, es necesario cambiar el actual sistema de consumo de bienes materiales, por una visión del Buen Vivir. De cualquier manera, un mundo diferente requiere de una teoría económica para este nuevo mundo.

Nuestro siglo se caracteriza porque la acción social de resistencia al mundo global, parece requerir ahora la elaboración de una alternativa de mundo. Las opciones parecen complejas, múltiples, y los caminos no son evidentes ni están despejados de dificultades de concepción.

Junto con las “necesidades básicas” de los pueblos, tenemos la necesidad de una visión utópica del futuro donde queremos llegar. La utopía es una cuestión actualmente muy difícil de formular, y, ante todo, de creer o plantear como alternativa política. A pesar de ello, seguimos experimentando el impulso utópico, mientras todavía no aparece una visión de experiencia de mundo que nos conforme.

En particular, buscamos una nueva institucionalidad económica para nuestras sociedades. Un régimen de bienestar que vaya más allá de esas “necesidades básicas” y los patrones de consumo mundiales. Así, debemos crear y construir alguna nueva relación de un Estado activo con unos mercados no propiamente capitalistas.

Específicamente en América latina debemos sustituir la economía del extractivismo. Debemos encontrar una lógica del Buen Vivir en una sociedad democrática.