Como en la novela, y tal como se están dando las cosas, no cabe otra interpretación que la que indica que nos dirigimos directamente y a paso acelerado, a un desenlace trágico.
La urdimbre cruza al entramado de la historia de manera tal que salidas favorables o, al menos, seguras, son casi imposibles de vislumbrar. Porque en todo conflicto se requiere de una cabeza fría, de un accionar prudente y de una cierta cuota de humildad y generosidad. Y nada indica que, de parte del gobierno, exista alguna de estas condiciones.
Siempre se podrá cuestionar la imparcialidad de este o de cualquier otro análisis, pero en el caso de Aysén, hay una curiosa e inédita unanimidad, de la que se excluye solamente la versión que entrega el gobierno. La ciudadanía, basada en múltiples testimonios que se han mostrado a la opinión pública basa sus conclusiones en testimonios que no acusan militancia política y cuando la tienen es variopinta. Pues bien, el gobierno los califica de marionetas que son digitadas desde Santiago. La ciudadanía percibe que hay justicia en sus demandas, el gobierno las califica de desmedidas.
En cuanto al manejo del conflicto, éste es tan increíblemente deficiente que sólo cabe sospechar que la intención verdadera que hay detrás de cada una de las acciones es concientemente dirigida a escalar el nivel del conflicto.
Mientras repite con insistencia que su intención y disposición es al diálogo, una y otra vez lo hace fracasar. Cuando la libertad de acción de las autoridades locales resulta manifiestamente insuficiente, envía a un ministro, o dos. Uno tiene los medios para negociar y logra un acuerdo en un santiamén. El otro está severamente limitado y se vuelve con la cola entre las piernas.
En todo momento, y amparados en la supuesta necesidad de mantener el orden público, se han enviado fuerzas policiales entrenadas con criterio militar a combatir la disidencia social con las armas de la guerra. La prístina atmósfera de Aysén, conocida en el mundo entero como un patrimonio de la humanidad, se contamina con guanacos y zorrillos. El aysenino conoce el triste privilegio de las grandes ciudades, Santiago, Valparaíso y Concepción, donde la protesta de los estudiantes lleva al envenenamiento del aire y la lluvia se reemplaza con aguas servidas y excrementos.
Un senador partidario del gobierno, honesto e insobornable, nos da el testimonio de cómo fracasaron los diversos intentos de diálogo. No es preciso un alto nivel de perspicacia para comprender que en cada una de las instancias, la ruptura se produjo por acción deliberada del gobierno.
Cabe preguntarse entonces cuál es la estrategia que está siendo usada. Se concluye que hay un afán de vencer, de imponer criterios y de aplastar disidencias que sólo se puede comparar a los desplegados en la dictadura. No puedo responder a la pregunta de quién es el inspirador de esa estrategia. El mandatario está de viaje y ha dejado la responsabilidad a quien lo sigue en la cadena de mando. Con humildad quisiera decirle que esa estrategia está condenada al fracaso y justifica el título ( plagiado por cierto) de la columna.
Tragedia porque es perfectamente posible y hasta probable, que en las escaramuzas que se anuncian, alguien puede lastimarse seriamente. Los balines, las escopetas anti- motines, las granadas lacrimógenas son de sí peligrosas. También puede ocurrir que un indignado o su molotov causen daño a un policía. Ambas posibilidades son igualmente lamentables o trágicas.
Pero también lo es el que una región clame por justicia en el desierto y no obtenga ninguna respuesta de parte de quienes han vencido gracias a su votación. Los niveles de frustración que se desprenden de la manera en que han sido tratados son negativos para el desarrollo de la región. El enojo, la ira, la indignación los harán cambiar seguramente el color de su próxima votación y eso, desde luego, no es una tragedia. Pero sí lo es el hecho de que, en vez de discutir racionalmente las mejores opciones para cada región y su vínculo con el gobierno central, nos estemos combatiendo de esta manera. La estrategia que ha elegido el gobierno para enfrentar la legítima demanda de la región es tan ruin en su génesis como lamentable será en sus consecuencias.
No sé si todavía estamos a tiempo de corregir el trato, de enmendar el rumbo, de tomar mejores opciones en la manera de relacionarnos con los compatriotas. De lo contrario, Aysén será lamentablemente la crónica de una tragedia anunciada.
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Foto: elpatagondomingo.cl
Comentarios
18 de julio
As duas redes sociais: a inarfmotiva e a produtiva As empresas precisam se redesenhar ao redor de um novo tipo de indivedduo, que sabe muito mais, que este1 mais conectado. Agora he1 um ‘homus conectadus’ na jogada Silvio Meira, da colee7e3o.
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