Escribo esto mientras se está esperando en el senado la votación respecto del aborto terapeútico. Mi intuición indica que será rechazado. Si me equivocara, perdí, además del tiempo, la capacidad de leer los factores que rigen nuestra política.
En realidad no tengo la intención de entrar en la polémica. Mi opinión, por lo demás, es irrelevante. No soy mujer, no tengo útero, no puedo gestar un ser humano en mis entrañas y por lo mismo, creo que no me corresponde opinar.
De eso se trata. Me parece absurdo que el Estado y sus anquilosadas instituciones, plagadas de vejetes sesentones de sexo masculino, machistas y retrógrados, deban o puedan decidir el derecho de interrumpir, en algunos casos específicos al menos, una gestación humana.
Si nos referimos a la pregunta del comienzo de la vida, cabe aplicar varios principios. Alegan algunos que la concepción ocurre en el momento en que un espermatozoide penetra el óvulo. Sigue ese razonamiento con el concepto que desde ese momento estamos ante un ser humano y que por lo tanto, interrumpir ese proceso constituye asesinato.
Humberto Maturana – tal vez, nuestro principal científico – asegura que el nacimiento de una persona está ligado al reconocimiento como tal. De manera que mientras ese ser en estado de mórula no tenga presencia en la mente y los sentimientos de sus progenitores, no existe vida humana. El ser humano es tal en la medida que es querido y deseado por sus progenitores, recibe un nombre y una identidad. Así las cosas, cabría incluso hablar de un ser que es querido y deseado antes de la fecundación , incluso, antes de la copulación que la origina. Es la conocida frase de : “ le pondremos tal nombre cuando nazca”. Sus padres ya lo quieren, aun antes de engendrarlo. Ese ser ya vive, ya tiene un lugar en el mundo.
Imaginemos entonces qué pasa cuando éste no es el caso. Un ser cuyo desarrollo no es viable por una causa determinada. Los facultativos confirman que ese feto no tiene posibilidad alguna de vivir por carecer de un determinado órgano, por ejemplo. La obligación de la madre, en el estado actual de cosas, es una condena absurda a vivir meses de angustia sin esperanza alguna. Eso, a mi humilde juicio, es una brutalidad propia de la edad media.
O el caso de una niña violada por un borracho que se da a la fuga. Ese ser no es querido ni deseado. Llega a un mundo hostil, a una madre que tendrá serias dificultades en aprender a quererlo. Trae una carga genética que carece del principal factor que posibilita una vida humana feliz: el amor. En esa copulación forzada todo fue odio y violencia. No hubo ternura ni comunicación. Aquello no es engendrar un hijo, es estar obligado a recibir un engendro.
Un estado laico moderno no dicta leyes restrictivas para estos casos. Deja la elección a la madre, o a la pareja, en el caso que exista como tal. El Estado no debe imponer un criterio que se presta como pocos a la polémica. La mujer es dueña de su cuerpo y de su maternidad. Secundada por el hombre que participa en este magnífico acto de la reproducción humana. El Estado debe proveer los medios, para que ella opte libremente. Ya sea, apoyando la decisión de continuar el embarazo a pesar de la nula posibilidad de llegar a feliz término o para apoyar la triste pero respetable decisión de interrumpirlo. Y esto último, de manera higiénica y segura en un hospital y realizado por un equipo profesional. No entre gallos y medianoche, en la clandestinidad y por personal insuficientemente preparado que tampoco cuenta con los elementos necesarios.
Debemos partir de la base de que la gente es responsable y sabia. Que va a optar con prudencia y reflexión, que va a ser honesta y generosa. Debemos esperar en silencioso respeto y opinar sólo si nos es pedido. Y apoyar la decisión final, sea o no la nuestra. Eso es creer en la mujer y confiar en su instinto. Es creer en la evolución y en el futuro de la especie humana.
Las restricciones impuestas por diputados y senadores son el vano intento de imponer una prédica tan vacía como insincera. Es autoproclamarse defensor de la vida y condenar a los demás como monstruos pro muerte. Es la negación de la vida y su fuerza natural retratada en el fenómeno de la evolución. Es el regreso a épocas oscuras de verdades absolutas que son representadas por unos pocos elegidos e inspirados por verdades reveladas.
Me temo – y lo comprobaré luego – que el nuestro es un país que no ha dado el gran paso hacia la libertad que la época y sus problemas exigen. Se habrán impuesto las oscuras fuerzas que rigen a la humanidad hace tantos años, los dueños de la verdad que predican y perdonan, condenan y juzgan , y precisamente en ese orden.
Habrá que esperar aún mucho tiempo para que en Chile reine la razón y se impongan los principios de la libertad. Un asunto tan personal como la paternidad debe ser decidido en la intimidad de la conciencia. Conversado en profundidad con personas de confianza y con el apoyo de especialistas en el tema que pondrán su sabiduría y sus conocimientos a disposición de la única que debe elegir: la propia mujer.
Las cifras que exhibe el país en materia de abortos clandestinos muestran con claridad que ese Estado omnipresente en la vida privada de las personas, aquella decisión tomada en el Congreso, severamente influida por factores políticos, son claramente el camino equivocado. Y que ha excedido sus facultades esenciales, que son proporcionar un marco adecuado a las ciudadanas para que puedan ejercer su derecho a la opción.
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Comentarios
14 de marzo
Como en casi todos los conflictos, el problema es que existen muchos puntos de vista.
Por ejemplo, en el caso de la violación: el ser ¿debe ser «querido» para existir? ¿esa debe ser la condición? ¿y , si se deja de querer, se puede eliminar…? Por ejemplo, una pareja que coincibe una guagua, pero cuando tiene 4 meses de embarazo, los progenitores se pelean..¿es justo que se interrumpa el embarazo? O sea, ¿la vida debe ser condicionada por el accionar y deseos de los padres?.
Asimismo, si se aprobara una ley de aborto general, ¿se tendría que eliminar para siempre la ley de filiación? Porque el «padre» podría solicitar siempre a la madre que aborte. Entonces, si ella no lo hace, ¿por que se le obliga al «padre» a hacerse cargo de los costos del hijo no-deseado?
Son muchas las aristas de este tema, pero es curioso como se pretende generar el derecho humano desde la voluntad humana; desde luego, la discusión sobre la pena de muerte debería también generarse (¿por que la sociedad debe mantener a un individuo que no desea?)
Claramente hay derechos que se quieren superponer sobre otros derechos. ¿cual es superior a otro?
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14 de marzo
La polémica siempre es positiva cuando se ejerce como lo haces tú, con razones y con buenas maneras.
Yo hablo del aborto terapeútico y de una violación. No es el caso de una relación que se termina, porque en ella concurrieron ambos en un acto de amor. Que luego se haya terminado no implica que no haya existido.
La pena de muerte es harina de otro costal, porque no estamos hablando de un conjunto de células que es el embrión , sino de una vida que por sus actos se enfrenta con la pena de muerte. Es una discusión totalmente diferente.
Lo principal es determinar si dos células que se fusionan son ya plenamente un ser humano. A mí me parece discutible. Es sólo un potencial ser humano, que será tal después de un largo proceso de formación que es en sí un acto de amor.
Ojalá haya esta polémica y se lleve en un plano de serena reflexión y con argumentos respetuosos y constructivos.
El fundamentalismo y el dogma no llevan a resultados positivos a una sociedad.
Gracias por tu aporte
êdro
14 de marzo
Ahí, como dices, está realmente el centro de la discusión, ¿desde cuando hay vida? Siempre ha existido una tremenda discusión al respecto, pero los argumentos de la libertad de la mujer a usar su cuerpo, o si el embarazo no deseado (producto de violación, embriaguez, etc) no van en el sentido de declarar un antes o después de la «vida»…son argumentos basados en la conveniencia para la «madre» de tener o no el embarazo.
Entonces tenemos dos «derechos» que se topan: el derecho a la vida y el derecho de las personas a su autodeterminación. ¿cual es mas importante?
El ejemplo de la pena de muerte, y otros, te hablan precisamente de casos donde el derecho a la vida ha primado por sobre otros derechos (dado que se eliminó). Entonces, si reconocemos el derecho a la vida por sobre los otros derechos ¿POR QUE ESE ES EL ARGUMENTO DE LOS GRUPOS PRO ABORTO?. La violación tampoco sería argumento. El único tema válido sería el buscar establecer CUANDO se genera la vida, que no tiene aún su conclusión final.
Lo que queda claro, detrás de estos temas, es que el valor de la vida ha sido, y es, uno de los temas mas relativos de la historia.