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La banalidad del mal y las corporaciones
Hannah Arendt nos deja, en su libro Eichmann en Jerusalén, una imagen muy particular: ese hombre juzgado, que debiera parecer un monstruo, no lo parece: “A pesar de todos los esfuerzos de la fiscalía, todo el mundo podía ver que este hombre no era un monstruo, pero era realmente d ...