Ante la convocatoria a conversar en La Moneda realizada por el gobierno a los diferentes actores del conflicto educacional, las redes sociales reaccionaron demandando que el “debate” entre el gobierno y la Confech sea televisado por cadena nacional. En Facebook, en pocas horas, el llamado reunió a más de 10.000 personas. La “exigencia” de transparencia tiene antecedentes que van más allá de este debate.
Estos meses ha quedado en evidencia que grandes sectores de la población, quizás la mayoría, no se sienten representados por las estructuras políticas actuales, coaliciones y partidos, ni por las instituciones de los poderes del estado, ejecutivo y legislativo.
Ha surgido una crítica abierta hacia el sistema de medios de comunicación masivos cuya “narración de la realidad” difiere grandemente de la experiencia cotidiana y de los relatos que surgen a través de las redes sociales, particularmente en los medios digitales y en YouTube.
La desconfianza está instalada en nuestra sociedad. Según el último informe de la OCDE, sólo un 13% de los chilenos confía en su prójimo. Aunque esto pueda haber variado con la revitalización de la comunidad nacional en este último tiempo, la extensión de la enfermedad no es de mejoría rápida.
Por último, -aunque los líderes estudiantiles de hoy apenas hablaban en esa época-, la revisión provocada por las movilizaciones ha exacerbado en muchos el sabor amargo que dejó la última gran “negociación” nacional entre algunos jerarcas de la Concertación y los representantes de la dictadura. Veinte años después todavía no se sabe quiénes participaron, qué resolvieron, cuánto entregaron. Pero es válido sospechar que de ahí surgió la democracia del miedo, de la desmovilización y control del movimiento y las organizaciones sociales, que se sintetiza en dos frases: una de Eugenio Tironi, “La mejor política de comunicación es la no política”, y sobre todo, la de Patricio Aylwin, “Justicia en la medida de lo posible”.
El proceso de construcción de los nuevos acuerdos que la comunidad nacional necesita, será largo. Iniciado por va más allá del conflicto de la educación. Requiere articular conversaciones complejas y diversas, de actores difusos, debilitados y fortalecidos, emergentes e institucionales, de representantes de distinta generación y valoración.
Será necesaria flexibilidad, creatividad y respeto por parte de todos los participantes. No siempre la televisación directa es la mejor opción para esas reuniones, los procesos de escucha configurativa, abierta y respetuosa no suceden necesariamente frente a las cámaras. Pero la magnitud del desafío, tanto por la complejidad de los temas y los actores, como por la desconfianza instalada, hacen que la información fluida, la comunicación entre el proceso de diálogo y la ciudadanía, y principalmente la transparencia, sean requisitos ineludibles del éxito del proceso y del fortalecimiento de la comunidad nacional.
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Foto: rodrigodizzlecciko / Licencia CC
Comentarios
02 de septiembre
La ciudadanía necesita adquirir REPRESENTATIVIDAD DIRECTA ante las instituciones políticas del Estado y para ello no se requieren defensorías, ni sernacs, ni ombudsman, sino que parlamentarios propuestos y escogidos de forma directa por el pueblo y con el claro mandato de representar los consensos que la ciudadanía pudiera alcanzar en una CÁMARA CIUDADANA DIGITAL…
Lo demás, todo lo demás, es superfluo y sólo papita molida…
camaraciudadana.cl
fsdfsd
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04 de septiembre
Concuerdo con la idea de la reformulación de la representatividad política de nuestra democracia, así como la sustentación de derechos sociales claves, pero discrepo de la «satanización» de la transición. Qué pudo ser mejor, nadie lo duda, pero creo que lo que usted sr. Tolosa denomina como «negociacion» rememora los vicios de las miradas maniquea. Le recuerdo que amplias mayorías de chilenos/as, a través del ejercicio de su voluntad soberana, avalaron los gobiernos de la concertcación a lo largo de la dácada de 1990. Basta tener buena memoria para aquilar esa fase de nuestra historia inmediata. Y, si sugen dudas aú, lo refiero a los mismos indicadores de la OCDE que usted cita. Podrá comprobar que existió un efectivo avance material, aunque insuficiente aún, dado la pésima distribución del ingreso existente.
¿Estamos?
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05 de septiembre
Estoy de acuerdo en eso de que durante los gobiernos de la concertación, todos los que votamos por ellos, fuimos concertacionistas. Porque nos convencieron que la medida de lo posible era la alternativa. Y en eso, luego de 20 años nos terminamos de dar cuenta que nada había cambiado. Solo la sensación de participación que ronda en el aire, pero que cuando se hace uso de ella levanta resquemores en los apoltronados.
Nadie niega, en cierta medida, que la concertación hizo cosas. Pero da la sensación que exageró en la mojigatería y la timidez. ¿Que los habrá distraído?. Hoy, al calor de las demandas estudiantiles, nos damos cuenta las razones de la distracción. Y no es necesario enumerarlas para estar de acuerdo.
¿Cuál es la molestia al decir que la concertación negoció?, eso es una verdad a todas luces, no veo el maniqueísmo en eso. La clase politica ha demostrado de sobra su favoritismo y no está en la gente que la vota, esta en aquellos que la financian.
De la gestión de la Concertación no solo la inequidad en la distribución de ingreso es consecuencia, hay más del mismo color, y todas velan absolutamente cualquier otro «logro» en su gestión.
05 de septiembre
«¿Estamos?»
¿Dónde? ¿Cómo? ¿En qué?