A todos nos ha pasado que en algún momento de nuestra vida, debemos despedir en la muerte, a algún ser querido.
Recuerdo que cuando me ha tocado vivir esta experiencia, no ha sido nada fácil, es imposible poder describir la tristeza, la angustia, la incertidumbre que uno puede tener. Cuando falleció un tío mío en un accidente, primero, la impresión de saber que no estaría más en este plano fue un impacto en mi cabeza, mi cuerpo y mi corazón, fue como si una bala atravesara mi pecho. Recuerdo tener la sensación que las cosas pasaban delante de mí en cámara lenta y yo sin poder hacer nada. Cuando lo velábamos, tenía el deseo de poder llorar, incluso de gritar ese sufrimiento que rompía mi corazón, pero que a la vez me bloqueaba insconcientemente esa posibilidad de expresar lo que me aquejaba y solo estaba ahí, en una esquina tratando de comprender esta tragedia, sin conciencia, pasando el momento, acompañando a mi abuela, a mi abuelo, que finalmente sentía yo, que eran quienes más sufrían está perdida, intelectualizando esa triste realidad.Podría referir que la vida es el tránsito de nuestra alma o conciencia para transformarnos en seres más iluminados y de luz, el amor que hemos entregado es el pasaporte de entrada a ser mejores seres
Es en esos momentos, que perdemos a los seres queridos, nos planteamos lo ideales que fueron, no vemos fallas, solo vemos lo bueno, lo justo y el amor que nos entregaron; he ahí la primera reflexión que tengo que compartir, es que la vida es una oportunidad para entregar amor.
Cuando falleció la abuela de mi esposa, que adopte como mía también, con afectos y vivencias, mi hijo dijo una frase que me dio mucho sentido, que nos muestra lo conectados que están los niños con la vida y la existencia, pero que nosotros a veces no logramos comprender. Dijo algo así como “esa caja donde está la abuelita, es en donde se va al cielo”. Una frase infantil, pero que me dio sentido, sobre la vida y la muerte. Entonces, logre interpretar que cuando morimos, somos parte del infinito y nos volvemos a nuestra esencia, que la vida es una transición para siempre volver a empezar.
Al leer la Biblia, algunos textos de ciencia, el Tarot y otros de filosofía. Podría referir que la vida es el tránsito de nuestra alma o conciencia para transformarnos en seres más iluminados y de luz, el amor que hemos entregado es el pasaporte de entrada a ser mejores seres. He ahí mi segunda reflexión y a la ves pregunta; ¿Que nos determina?, ¿Que huellas son las que dejamos?, ¿que finalmente es lo importante en el aquí y el ahora, que nos permita ser seres luminosos?.
Pero más allá de las interpretaciones filosóficas que le podamos dar a la muerte, cuando nos enfrentamos a la de un ser querido, nos toca y debemos pasar por las etapas del duelo, que teóricamente lo podemos describir en cinco, que determinaran algunas emociones y acciones que se supone deberemos sentir, las que describiré a continuación:
- Negación: es cuando nos vemos enfrentados a la muerte, pero de alguna manera no nos podemos convencer que ocurrió, pensamos que estamos en alguna pesadilla, o que es una broma esto de la pérdida del ser amado.
- Enojo: nos preguntamos por qué no está, le echamos la culpa a Dios o alguna persona cercana, dejamos de ir a la iglesia, estamos enojados con nosotros y con el entorno, por la falta de la persona. Se buscan culpables.
- Negociación: comenzamos a intentar dar explicación a la perdida, intentamos ver los pro y los contras. Empezamos a encontrar algún sentido o buscamos algún pensamiento que nos permita dar solución simbólica o imaginaria de la muerte.
- Depresión o dolor emocional: cuando nos enfrentamos al sufrimiento de la pérdida, es cuando nos duele el corazón, cuando no paramos de llorar y de extrañar. Esta etapa, con el tiempo empieza a disminuir en síntomas, pero al comienzo es muy fuerte.
- Aceptación: uno se acostumbra a la situación nueva de estar sin la persona, se extraña, pero uno comienza a adaptarse a esta nueva vida.
Si bien, las etapas del duelo, describen y predicen lo que a uno le puede ocurrir cuando se ve enfrentado a la muerte de un ser querido, estas etapas se dan en un proceso y cada ser humano en su individualidad, le da el sentido y el tiempo a esto. Las personas que nos amaron y nosotros amamos, cuando no están hacen falta, las extrañamos y nos damos cuenta la importancia del contacto, del estar.
En esta oportunidad, la invitación es que si usted se encuentra con el fallecimiento de un ser querido, dese la oportunidad de expresar lo que siente, llore, patalee, reclame, enojese y comprenda que si bien la persona seguirá con nosotros espiritual o energéticamente, físicamente se ya no está, su recuerdo, sus afectos son los que trascienden en nosotros y dejan legado.
Si usted ha pasado por este dolor y lo siente muy intenso, lo invito a que le escriba una carta, donde le diga lo que siente, lo que piensa a esta persona que se fue, le pueda expresar sus miedos, sus deseos, le recrimine y termine agradeciendo la huella que deja en ud. porque su amor determino de alguna u otra manera, la construcción de la persona que hoy es usted.
Comentarios
02 de agosto
Muchas gracias.
Aún siento pérdidas importantes de mi vida.
Pero leyendo tu consejo me hizo sentido.
Cuídate y no dejes de escriben.
A más de alguien ayudas
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02 de agosto
Muchas gracias.
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