En la región de Valparaíso el cambio climático se palpa en cada rincón. La sequía y la desertificación de extensas zonas, implican una desolación territorial de enorme dimensión. Los ríos se han secado y las lagunas bajan su caudal de manera perentoria. En algunos casos simplemente han desaparecido o tienen escasa agua.
En medio del avance del desierto, los puentes permanecen sin los ríos desde hace varios años: Lamentablemente son un claro ejemplo, de lo que alguna vez existió, pero que ahora resulta incomprensible, sobre todo para las nuevas generaciones. El río se esfumó y no hay manera de un posible retorno.Aunque parezca increíble, el hollín que produce la ciudad de Santiago, está derritiendo la cubierta de hielo de la cordillera de Los Andes, específicamente en el sector de Portillo y Valle Nevado. Según ESVAL en el primer trimestre del año 2022 en ciudades como Valparaíso y Viña del Mar, el déficit de lluvia alcanza el 100 %.
Por otra parte, en el sector cordillerano los apresurados deshielos están impactando enormemente el medio ambiente y según los últimos estudios, ahora la nieve también resulta contaminada por el hollín de la ciudad.
Pero eso no es todo. Tenemos una zona de sacrificio que sigue emitiendo contaminación al aire y también al fondo marino. Y qué decir del plástico, que abunda en toneladas en las playas y en el borde costero. Preocupa también el cambio de la acidez del mar y con ello, el impacto sobre las especies marinas y su ecosistema.
El Lago Peñuelas desaparece.
Según el Programa de Observación de la Tierra de la Unión Europea (UE), que obtuvo imágenes satelitales comparadas, entre los años 2016 y 2022, el Lago Peñuelas se seca y con ello, se refleja la enorme crisis hídrica que se vive en diferentes territorios de la región.
En términos prácticos, ello implica, que de las 1.700 hectáreas de agua existentes en el año 1997, a marzo del año 2022, existe una sola. Según ESVAL, ello implica el 0,2 % de toda su capacidad de almacenaje de agua. Vale decir, el Lago Peñuela desaparece y deja de ser uno de los más importantes pulmones del vital líquido de la región de Valparaíso.
El CO2 cambió la acidez del mar.
Los océanos al igual que los bosques, también absorben dióxido de carbono (CO2). Según la comunidad científica, los océanos han logrado absorber el 30 % de todo el CO2 generado en el planeta. Pero tal situación, no es neutra. Esto provoca un descenso del grado de acidez del agua. Al cambiar el ph del mar, también se modifica la vida del ecosistema marino y sus especies. Vale decir, afecta la vida marina en su conjunto, al cambiar la acidificación de los océanos.
El Hollín de Santiago derrite los hielos cordilleranos
Aunque parezca increíble, el hollín que produce la ciudad de Santiago, está derritiendo la cubierta de hielo de la cordillera de Los Andes, específicamente en el sector de Portillo y Valle Nevado. Según un estudio conjunto de investigadores estadounidenses y chilenos, el Carbono negro (Hollín) derrite el techo de hielo de la cordillera. Vale decir, los gases de efecto invernadero, producidos por combustibles fósiles, navegan con el viento llegando a las alturas de los hielos y los contaminan, produciendo además, su derretimiento prematuro.
En la Universidad de Santiago, que es parte del equipo internacional que investigó este fenómeno, afirman que esto afecta el suministro de agua, la generación de energía eléctrica y el riego a la agricultura. Según el informe aparecido en la revista Environmental Research Letters, la deposición del hollín, causa la pérdida de al menos, unos 40 cms de nieve, lo que equivale a un tercio de la nieve acumulada durante el invierno.
Se necesita un cambio ahora.
Lo más desolador de todo, es que los actores más grandes, aquellos que emiten altos niveles de los Gases de Efecto Invernadero (GEI) y que se concentran en el petróleo, el gas y el carbón, intentan seguir haciéndolo, a pesar de la evidencia científica, las presiones de los grupos ambientalistas, e incluso la justicia, como lo es el caso de varamiento de carbón en la bahía de Quintero.
Aunque la comunidad científica en sus últimos informes, nos indican que de no cambiar el actual comportamiento del sistema productivo, de la generación de energía, así como los estándares de edificaciones y construcción, las metas contra la crisis climática no se están cumpliendo y los efectos del cambio climático se profundizará de manera insospechada.
Respecto del esfuerzo individual, también se deben cambiar los hábitos de consumo y comportamiento. Tal vez sea lo más difícil, porque ello implica un cambio de paradigma en la manera en que vivimos, consumimos y nos comportamos en la actualidad.
Adaptarnos al cambio climático, implica por sobre todo, tener una conciencia clara y precisa, que la sequía, la desertificación, la acidez de los océanos, el deshielo de los polos, así como la contaminación del plástico y la inundación de las zonas costeras, tiene su origen en la acción humana. Vale decir, nos estamos autodestruyendo.
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