Al fin alguien le puso el cascabel al gato. Océanos Azules difunde un documento llamado “Una Coalición de Ciudadanos por la Democracia” que pone, por primera vez desde la segunda vuelta presidencial, el análisis de la derrota de la Concertación en un nivel político sustantivo.
En los momentos que vivimos esto adquiere una relevancia significativa, pues como ellos mismos señalan “(…) desgraciadamente, el desequilibrio que existe entre las necesidades del país y la falta de calidad de nuestra política es muy elevado (…)”.
El documento se hace cargo de esta afirmación. Asume las responsabilidades de quienes lo suscriben en el magro estado actual de la política y erige propuestas interesantes para transformarlo.
Haciendo uso de la vocación crítica que Océanos Azules reivindica, declaro que hay importantes elementos de su texto que no comparto: la excesiva e injustificada valoración de Michelle Bachelet y de la obra concertacionista se contradicen con las críticas afirmaciones del propio texto de Océanos Azules.
Este hace una certera descripción del lamentable estado de la política chilena y califica acertadamente el triste papel que han jugado la institucionalidad y los actores políticos en ello.
Alianza y Concertación comparten la responsabilidad del secuestro de los derechos ciudadanos que aún perdura. La institucionalidad actual, heredada de la dictadura y consolidada por la Concertación, fue diseñada para que no existiera democracia. Se buscaba, según afirmó el mismo Jaime Guzmán, que la obra esencial de la dictadura permaneciera incólume.
La Concertación terminó aceptándola como suya. Participó, -y sigue participando-, de la preservación de una institucionalidad antidemocrática. El control total de los medios de comunicación por parte de la derecha fue y es una garantía para controlar el sistema político.
Hasta ahí todo bien. Océanos Azules va incluso más lejos, al afirmar que los economistas de la Concertación, que dirigieron las políticas de sus gobiernos, comulgaban entusiastamente con el neoliberalismo.
Mejor aún, afirma que se consolidó un poder de facto en el seno de la Concertación, el llamado “partido transversal”, cuyo único objetivo era controlar todos los espacios de poder, -y los empleos-, que otorga la actual institucionalidad.
Pero luego, incomprensiblemente, el texto afirma que la excepción del sistema político fue la figura de Bachelet.
Pero ¿Qué hizo ella sino seguir consolidando una institucionalidad espuria? ¿Acaso su gobierno no fue totalmente funcional al sistema político?
Océanos Azules reconoce estos hechos, al afirmar que Bachelet envió al cesto de la basura su propuesta de gobierno ciudadano, que su mal llamada “reforma previsional” no fue más que un maquillaje al sistema diseñado por José Piñera.
¿No estuvo Bachelet entre los “regalones” de los medios de derecha que Océanos Azules tanto denuncia?
¿No se teledirigió desde La Moneda el boicot al trabajo de Océanos Azules durante la campaña de Eduardo Frei?
Océanos Azules crítica a los políticos cuya única fuente de sustento es su alianza con los medios de comunicación de la derecha, pero luego aprecia en Michelle Bachelet la alta aprobación que tiene en las encuestas que hacen esos mismos medios.
En la misma línea, la aguda crítica al rol de la Concertación en la crisis del sistema político, -crítica que compartimos-, no es coherente con la admiración ditirámbica de sus cuatro gobiernos.
Las políticas que tanto alaba de los veinte años de Concertación, ¿acaso no fueron diseñadas por los mismos economistas neoliberales que luego critica?
Compartimos con Océanos Azules la ambición de devolverle a Chile su carácter de República democrática. Y agregamos nuestra voluntad de hacer del pueblo de Chile el único Soberano, condición sine-qua-non de la democracia.
Para ello es necesario reconstruir estructuras políticas enraizadas en el Chile real. Sin lazo efectivo con el pueblo de Chile no es posible, ni deseable, recuperar el poder.
¿De qué proyecto somos portadores? Esa es la cuestión central. Y al plantearla, surge clara y nítida la respuesta.
Nosotros somos el futuro.
Ambicionamos terminar, definitivamente, con el lastre de una institucionalidad y un modelo económico edificados para el goce de unos pocos. Para abrirle las puertas a una sociedad en la que cada ciudadano sea ciudadano. Para terminar con esta sociedad dividida entre los detentores del poder, y una inmensa mayoría relegada al papel del consumidor endeudado, condenado a navegar entre el Dicom y los créditos usureros. Sin derechos, y sin el derecho de reclamar derechos.
Por eso es positivo que Océanos Azules reconozca la necesidad del cambio Constitucional y de una seria transformación del sistema político.
Sin embargo, para conseguirlo, Océanos Azules tiene que entender que no basta con ponerle el cascabel al gato. En el caso de la Concertación tienen que matar al gato.
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Comentarios
21 de agosto
que chisdp
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27 de agosto
no ese no es el texto
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