Se conocen casos de pueblos indígenas del planeta que han desolado áreas naturales localizadas, precisamente por el pastoreo, la tala de bosques, la caza o el cultivo agrícola no sustentable. Sin embargo, de la gran mayoría de estos pueblos se informa que sus creencias, normas institucionales y saberes, son de inmenso valor ecológico y de conservación de la biodiversidad -a veces por encima de los conocimientos y prácticas propias de la cultura occidental moderna. Como tales, los pueblos de raigambre en mundos premodernos no han conocido la experiencia de la industrialización y el dominio de la tecnociencia globalizante de origen europeo, y sus efectos ecosistémicos.
Ocurre con cierta frecuencia -nos dice Salvador Millaleo, profesor de derecho de la U. de Chile-, que los territorios todavía habitados por pueblos indígenas coinciden con regiones de abundante biodiversidad. Se da así una oportunidad para potenciar las políticas y esfuerzos de conservación. Es especialmente interesante el hecho de que esas prácticas ecológicas no resultan de áreas compartimentadas de los saberes antiguos, sino que se integran directamente con las formas de vida social. Así es como, por ejemplo, lo que pudiésemos nosotros modernos considerar lugares de valor paisajístico, para estos pueblos resultan en espacios de índole sagrada, con significación para la cohesión comunitaria.La llamada perspectiva biocultural de la ecología busca ahora reunir conocimientos científicos modernos (de enfoque universal) y los saberes de las poblaciones originarias locales.
En muchas cosmovisiones indígenas, la conexión de sociedad y Naturaleza tiene que ver precisamente con intercambios en equilibrio e identidad, en que los pueblos mantienen relaciones de “familiaridad” con otros seres vivos y con elementos abióticos de la geografía -por ejemplo, ríos o montañas. Los conocimientos tradicionales resultan una experiencia directa útil a la conservación ecológica. Ellos hacen referencia a habilidades y materiales disponibles localmente, que por eso se han vuelto mejor adaptados a los territorios respecto de tecnologías modernas introducidas y de origen exótico. Lo que podemos llamar una ecología indígena, la encontramos integrada a instituciones formadas en un proceso transmitido por las generaciones.
El conocimiento localizado indígena aparece directamente conectado con la sobrevivencia de los grupos sociales, abarcando lo que podemos llamar una adecuada gestión de tierras y cuencas hidrográficas, unas prácticas alimentarias, y formas eficaces de medicina basadas en el saber de la flora y vegetación local. Este saber también resulta apropiado para poner atención en la resiliencia de los ecosistemas, debido a la capacidad tradicional aprendida para absorber perturbaciones. En estos días en que estamos comenzando a ser afectados por el fenómeno del cambio climático, la participación indígena puede complementar nuestros modelos explicativos, y brindar informaciones fundamentadas acerca de los impactos reales.
Es de observar cómo los saberes indígenas tienden a conectar la vida íntima humana con el macrocosmo, de modo que el lenguaje y los relatos transmitidos concentran la exploración de las relaciones con el conjunto de los elementos naturales y espirituales.
La llamada perspectiva biocultural de la ecología busca ahora reunir conocimientos científicos modernos (de enfoque universal) y los saberes de las poblaciones originarias locales. En las últimas décadas, en los foros del mundo global, estos han reclamado una atención estratégica para la conservación de la biodiversidad. Se trata de comunicar el sentido y alcance del papel que pueden jugar estos pueblos en los procesos de protección de la Naturaleza. Se ha comenzado a conversar acerca de una noción como la de “guardadores de la Naturaleza”. Ésta busca expresar una actitud de estos pueblos y sus conocimientos tradicionales, distante de las formas modernas de la política y la economía. La concepción de unos “derechos de la Naturaleza” -o atribución de derechos a las entidades naturales- puede encontrar un suelo en las cosmogonías indígenas.
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