Aún hoy nos estamos desayunando con la muerte del Pequeño Tomás y sin embargo aún hay sectores populistas y vinagres que invocan la pena de muerte como opción real para que «Los violadores y asesinos de niños y niñas inocentes» dejen de violar y matar. Cuando muchos de los presentes sabemos perfectamente que cuando esta pena existía no era real que mataran menos, si no que teníamos un modelo adultocentrista que ayudaba a que las amenazas hacia la infancia vulnerable fueran muchos más efectivas.
Basta ver en Navidad cuando supervivientes del maltrato de todo tipo en la infancia ponen entre sus deseos que ningún niño, niña o adolescente deba compartir la mesa con su victimario y que nos recuerda que el enemigo es más probable que esté en casa antes que fuera de esta.
Ahora bien, sabemos que hay un proceso judicial en curso y no sabemos del todo si efectivamente el «tío abuelo» (Y lo pongo entre comillas porque no hay lazos sanguíneos efectivos) Fue quien mato al pequeño Tomás…Pero también muchos compatriotas conocemos la figura del «tío honorable y de confianza» que terminó destruyendo familias completas por que esté personaje hizo añicos la infancia de uno de sus miembros y esto se descubrió.
Yo también la conozco, y en mi caso, el tipo que vulneró mi paz efectivamente era mi tío abuelo, medio hermano de mi abuela materna (hijo solo de la madre)… Y porque precisamente esto me toca de cerca es que sugiero que piensen dos veces más si la pena de muerte es opción real.
Si tiene dudas les invito a leer nuevamente la columna, va a entender mi posición real y mi propuesta al respecto
Ya lo dijo Rosa Luxemburgo, Albert Camus y Carlos Marx, que dar el poder al estado sobre matar personas por que mataron personas, es una confirmación del poderío estatal sobre el precio de la dignidad humana y por eso es una estupidez humana de proporciones épicas, dignas de un salvaje más que de un estado de derecho digno.
Dar el poder al estado sobre matar personas por que mataron personas, es una confirmación del poderío estatal sobre el precio de la dignidad humana
Sabemos bien que el derecho y la legislación vigente va siempre dos pasos atrás de la ciudadanía, pero no por ello haremos gala del salvajismo para «disciplinar consciencias» que, al final del día, lo único real que se conseguirá es que nuestros niños, niñas y adolescentes sigan siendo vulnerados, amordazados emocionalmente y, para peor, solo será una medida populista que una vez más condenará a las clase precariada de nuestro país a costa de la sangre de gente que puede llegar hasta a ser inocente.
Por este motivo, una vez más, no respaldo la pena de muerte, ni por Tomás, ni por Ámbar ni por nadie.
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