No es historia poco conocida que los partidos políticos formales e institucionales de izquierda, en todas sus vertientes, sensibilidades y en casi todo lugar y contexto del mundo occidental, siempre han tenido el eterno problema de ponerse de acuerdo para cogobernar en conjunto, al menos a nivel estatal nacional.
El contexto político formal institucional actual de España es otro ejemplo más de esta situación, de que el “mal” de la izquierda, no es ni la ultra derecha, derecha ni el “centro”: es la misma izquierda la que atenta contra sí misma. Se acaba de celebrar el segundo intento de investidura del entonces candidato y actual secretario general del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Pedro Sánchez, para intentar obtener más votos a favor que en contra y lograr ser presidente y formar gobierno. Ya que en el primer intento de investidura debía recibir el apoyo mayoritario de la Cámara Baja, con 176 votos a favor. No llegó ni a los 125 apoyos. Así, en este segundo intento, requería mayoría simple, donde tampoco obtuvo los apoyos suficientes para tener más “sí” que “no”.
La otra fuerza de izquierda con más representación parlamentaria en España es Unidas Podemos (UP), con 42 escaños. UP y el PSOE, ya llevaban más de tres meses de supuestas reuniones, con un veto previo al líder de Podemos, Pablo Iglesias, para consensuar, más que un programa político de gobierno, de ministerios y puestos, producto de egos, poder y egoísmo, pues ha llegado a nada. Ya que con los 42 escaños de la formación morada a favor de Pedro Sánchez y del PSOE, habría salido la investidura y, por vez primera en la historia política reciente de España, España tendría ahora un gobierno de coalición de partidos políticos de izquierda, algo nunca antes visto. Nunca antes visto, ya que, desde la transición, pos muerte del dictador Francisco Franco, se han sucedido en el Parlamento y el Ejecutivo de España el PSOE y el Partido Popular (PP), hasta el año 2014 y 2019, con la irrupción de Cs y Unidas Podemos, primero y luego en el 2019, con Vox en el Congreso, donde la correlación de fuerzas cambió totalmente las mayorías absolutas. Mayorías absolutas bipartidistas que han dejado de existir.Tenemos que el sistema político español, no solo electoral, sino de fuerzas políticas parlamentarias diferentes, no tiene el historial de experiencia que involucra formar un gobierno de coalición estatal
Con ello, tenemos que el sistema político español, no solo electoral, sino de fuerzas políticas parlamentarias diferentes, no tiene el historial de experiencia que involucra formar un gobierno de coalición estatal. En algunas comunidades autónomas se logran entender, pero a nivel nacional, en este instante, no ha sido posible. La cultura política formal institucional (insisto en formal institucional, porque es cultura partidista de ámbito estatal, dentro de las formalidades institucionales, no asamblearias ni de organizaciones sociales sin una orgánica formada) de consensos española ahora recién comienza a intentar gestarse.
No es algo nuevo tampoco en Europa, al menos en 20 países de los 28 miembros de la UE hay realidades parlamentarias similares que España, un multipartidismo donde las fuerzas tradicionales que solían ostentar el poder y gobierno con mayorías absolutas o solo entendiéndose con una oposición, han tenido que hacerse la idea de consensuar entre sí. España, aún, sigue muy infantil en ese sentido y la verdad la clase política no puede permitirse darse el lujo de repetir otras elecciones en noviembre. Hay temas urgentes en este país, como la salud, la educación, la precariedad laboral, los contratos basura, los precios del alquiler, los bajos sueldos, las pensiones, el conflicto de Cataluña con el Estado español, la pobreza infantil, la transición ecológica, las diferencias salariales entre hombres y mujeres, etc.
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