He leído y escuchado diversas informaciones respecto de lo ocurrido en Noruega. Resulta impactante leer cómo Anders Behring Breivik desarrolló un plan macabro y, al mismo tiempo, eficiente (para sus objetivos). No creo que se haya sentado tres días antes a pensar cómo haría todo lo que hizo. Esto es resultado de mucho tiempo de planificación y autoconvencimiento, ¿de qué otra manera podríamos comprender lo que, según los medios, declaró ante la policía?: su acción era “atroz pero necesaria”.
Toda esta mezcla de desconfianzas, odios y violencia, parece tener un primer elemento de desarrollo, una especie de semilla, que cuando cae en tierra fértil, termina generando infiernos como el que se vivió en el país de norte de Europa. Me refiero al nacionalismo.
Hace algunos años leí un artículo esclarecedor del filosofo chileno Humberto Giannini, titulado “El Nacionalismo como texto”. Si hay algo que siempre recuerdo de ese escrito es su definición del nacionalismo como una ideología negativa, en particular por las aspiraciones sociales silenciadas en su texto visible. Decía el profesor Giannini “a partir de su exigencia de unidad nacional como valor absoluto y permanente, el nacionalismo pretende suspender todo debate sobre los problemas estructurales de una sociedad: los problemas de convivencia y participación”.
El texto es de los años ochenta y está inmerso en la realidad política engendrada por la dictadura chilena. Sin embargo, el principio que fija es bastante aceptable para hoy enjuiciar el nacionalismo.
Donde sea que se desarrolle, el nacionalismo contiene ideas de superioridad que llevan, a quienes lo erigen como la base de su actuar político o social, a transformarse en los peores demonios que una sociedad pueda enfrentar.
Es necesario reflexionar respecto a este tema. En países como Chile hoy es políticamente incorrecto declarase, por ejemplo, racista, pero si se trata de un nacionalista, nuestra sociedad tiene la lamentable inclinación a prestarle cierto abrigo. El nacionalismo es capaz de presentarse como la gran herramienta para invisibilizar problemas estratégicos que, de no ser efectivamente enfrentados, jamás dejaran dormir tranquila a ninguna sociedad. Si pensamos en el caso de Noruega, incluso aún enfrentando muchos de esos problemas, nada indica que los peores temores podrán desaparecer ¿Por qué? Simplemente por que existen los intereses, de diversos grupos, que preferirán en muchos casos ver sometida la sociedad ante el temor y la incertidumbre a simplemente caminar pacíficamente hacia una sociedad más justa e igualitaria.
En Chile no podemos seguir jugando, como sociedad, con el tema del “interés nacional” o la “unidad nacional”, cuando en realidad no hemos sido capaces de definir quienes fijan esos intereses y cuáles son sus objetivos finales.
Y para qué decir, menos hemos sido capaces de conversar en serio sobre problemas estratégicos de nuestro país en ámbitos como el político, económico y social. ¿La superación de esos problemas estratégicos garantiza una paz absoluta? Por lo visto en Noruega, no. Pero lo interesante, es que por lo mismo, este evento ha sido algo destacado a nivel internacional. Muchas más personas mueren en otras latitudes, producto de guerras, hambrunas, enfermedades, narcotráfico, fanatismos de todo tipo, pero por su contexto de precaridad hemos naturalizado dichas atrocidades.
Lo ocurrido en Noruega nos recuerda que una sociedad no puede dejar pasar las atrocidades e injusticias. Es la única forma de no considerarlas algo normal o de sentido común. Ese debe ser un principio aplicable tanto para el mundo desarrollado como para las sociedades que aún no han logrado alcanzar esos niveles de bienestar. E insisto, para que estás últimas alcancen un mejor futuro, no puede olvidarse que las injusticias existentes en su seno no se pueden guardar bajo la alfombra, deben ser enfrentadas y corregidas, es la única manera de asegurar su superación.
Vaya un fraternal saludo para la sociedad noruega en su dolor de hoy, pues compartimos, en distinto grado y forma, el mismo gran problema… el peligro que genera que algunos pocos crean que pueden interpretar a toda una sociedad y por ello cometer las bestialidades más absolutas.
Comentarios
25 de julio
Nacionalismo, fascismo, socialismo, comunismo, cristianismo, islamismo; todos han hecho los mismo asesinar a quienes piensan distinto…….
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