El sistema parlamentario español al fin respondió a sus ciudadanos y la propia decencia. El exgobierno de España hace una semana no podía pensar que hoy iba a estar haciendo las maletas de «La Moncloa», mientras se aprobaban en el Congreso de los Diputados los Presupuestos generales del estado, que demostraron la capacidad del anterior gobierno de generar consenso en algunos aspectos económicos y de políticas públicas en el país.
Se hace importante que la sociedad española asuma el rol activo en el cambio político que necesita hoy España, controlando al poder de la elite política
Se prometían dos años de legislatura felices, pero apareció el fallo del famoso «caso Gürtel» una red de financiación ilegal que modificó la coyuntura política y que hoy le ha puesto fuera del gobierno bajo la clave del sistema político español a raíz de una «moción de censura». La moción de censura es un procedimiento constitucionalmente previsto que permite medir la confianza del Congreso de los Diputados hacia el gobierno de turno; si la confianza desaparece, será electo un nuevo presidente y depuesto aquél al que la cámara censura. Un modo de sanear una democracia que a todas luces se veía deteriorada de la mano del Partido Popular.
Siete años desde que Rajoy asumió el poder ejecutivo en España. Dos años desde que la agenda política del país, se mantuvo enclaustrada a un único argumento discursivo: La posibilidad –y miedo- de la ruptura territorial. El gobierno de Rajoy fue capaz de centrar la agenda entorno a este tema, también por la presencia de una oposición de izquierda muy fragmentada y de un Partido Socialista muy débil. No hay que olvidar los cuestionamientos importantes al sistema y al partido que terminaron con el bipartidismo en las votaciones del año 2016 y con una crisis interna en el PSOE brutal. Pilotar la agenda le permitió distraer la visión del conjunto de la población de los procesos judiciales que se estaban y están llevando a cabo contra dirigentes históricos del conservadurismo español.
Estos elementos permearon la discusión pública durante el último tiempo, y también fue el tema central del debate por parte de Mariano Rajoy: apelar al sentir tenebroso que supone para un conservador, sentarse a dialogar con fuerzas contrarias y agentes sociales. No han sido capaces de construir un discurso por la presencia de un elemento enorme e imposible de tapar y que ha afectado a su legitimidad como gobierno, después incluso de cargar contra la sentencia y con ello contra el poder judicial. Un poder al que han dado ellos mismos una gran responsabilidad con el desafío liderado por Puigdemont.
Como ejemplo concreto, ¿Cómo es posible que el gobierno se destaque como defensor de la legalidad al ejecutar el artículo 155 a raíz del «referéndum» y no se haga responsable de su propia violación al estado de derecho?… Ciertamente en jerga futbolera, fue un «pase gol» para controlar la agenda con dicha moción del Partido Socialista, y así han podido «rayar la cancha» en contra del Partido Popular.
No nos cabe duda, como a la mayoría de los ciudadanos españoles, que la moción de censura era necesaria por higiene, para un sistema político que viene degradándose progresivamente a lo largo de siete años del gobierno conservador. No es menor, que la votación se ejerce con más votos que los que sirvieron para hacer a Rajoy presidente en 2016.
Con la moción de censura se abre un nuevo horizonte: El concepto del dialogo que necesita España, y que dio vida a este mecanismo, va a poderse instalar y ser proyectado hacia el futuro. Proyectar hacia el futuro el concepto de dialogo no es una cuestión muy complicada, sobre todo si se toman como referencia las posiciones inmovilistas del anterior gobierno en la mayoría de temas de interés general. Es importante centrar el debate sobre la situación española en la necesidad del saneamiento institucional, ante una situación que estaba intoxicando el ambiente social del país. Con seguridad se entiende, que el dialogo es un instrumento clave para comenzar dicha labor.
A pesar de que algunos intereses están puestos en generar miedos e incertidumbres sobre este proceso y que recae el peso indudablemente sobre el presente gobierno transitorio y con conciencia de que va a ser complicada su labor, no hay que dejarse llevar por «discursos tenebrosos». Con ello se hace importante que la sociedad española asuma el rol activo en el cambio político que necesita hoy España, controlando al poder de la elite política. Abrirse al dialogo, al entendimiento y la reflexión sobre su futuro nunca serán conceptos que ensucien una democracia, si no que entre los errores y aciertos que estos hechos resuelvan, serán en beneficio directo de todos los españoles.
Co-Escrito con Miguel López Maroto.
Estudiante del Grado en Derecho y Ciencia Política. Universidad Autónoma de Madrid.
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