Está claro que en la calle claman las consignas de que esta no es SU crisis, finalmente la crisis no es parte del pueblo sino que el pueblo es la que paga los platos rotos. La gente está enojada y las discusiones entre los ciudadanos en la manifestación son francamente de pesados y certeros argumentos.
Guillotinas, chorizos, disfraces de curas, tijeras del PP, frases contra el PSOE y batucadas marcharon ayer por las calles de Madrid. Sólida manifestación de la voz del pueblo, cada uno manifestando su malestar particular pero al fin y al cabo todos gritando por una misma reivindicación: que los ciudadanos sean puestos en el centro, que los bancos se jodan y, mi favorito, DIMISIÓN. ¡Por los españoles que se fueran todos!
Está claro que en la calle claman las consignas de que esta no es SU crisis, finalmente la crisis no es parte del pueblo sino que el pueblo es la que paga los platos rotos. La gente está enojada y las discusiones entre los ciudadanos en la manifestación son francamente de pesados y certeros argumentos. Las temáticas se repiten y me quedo con la incomprensión de miles de ciudadanos que no entienden cómo no se están tomando soluciones concretas.
Me caben dudas sobre si esta gran marcha con cientos de miles de personas caminando hasta la plaza Neptuno, justo al frente del Congreso Nacional, resuelva algo, pero lo claro es que por lo menos la gente se ve entre si se reconoce como un grupo, como un colectivo que busca más o menos lo mismo, pero que se encuentra en la calle con problemas similares.
Una marcha tranquila hasta las ocho de la noche, cuando todo comenzó a oler distinto, las familias se retiraron a sus casas, el frío hizo caer a otra gran parte y los que quedaron (no pocos) se pararon a esperar no se qué, que pasara algo que no iba a pasar, como que de repente se abriera el Congreso y alguien con megáfono gritara “bueno vale, chavales, ustedes ganan, el Congreso es suyo”. Y pienso en qué pasaría si eso realmente ocurriera.
La cosa es que la paz se acabó, confieso que por frío fui 5 minutos a un café al lado de la plaza Neptuno y a la salida el mundo era otro, la gente corriendo, arrancando de la policía que no me queda claro de dónde salía. Imposible no pensar en que en Chile los animalillos ya hubiesen estado sueltos, el zorrillo y el guanaco hubiesen estado en plena acción desde las 8:05. Acá son los maderos y los antidisturbios, que no dejan de dar miedo por cierto.
Y pasará el final que todos conocemos, una pasiva y familiar marcha termina en disturbios que comienzan a pocas cuadras de Neptuno, en la plaza del museo Reina Sofía. Detenidos (todos muy jóvenes), infiltrados, cargas policiales, etc. Seguro serán portada de los diarios y de respuestas concretas nada. Es lo que pienso, espero de verdad equivocarme.
Comentarios
25 de febrero
Totalmente de acuerdo contigo. Acá en Chile pasa lo mismo, es decir, nada. He escrito algo sobre esto en el sitio web Ciper Chile, en lo referente a las universidades y su función a favor del gran capital internacional. Saludos, Mario.
+1
27 de febrero
Lo que ha pasado acá ya sobre pasa los límites. Claramente al día siguiente los diarios titularon con los focos de violencia, pero ahora están deteniendo a gente (a los bucaneros específicamente, que son la barra del equipo de fútbol del Rayo Vallecano) por motivos que no se entienden bien, pero que apuntan a lo sucedido el día de la marcha… que para ser franca aun no entiendo cual podría ser la razón. Está, criminaiizando todo lo que pueden… el gobierno tiene miedo de lo que pueda suceder y para ser sincera yo también lo tendría un poco. Si antes explotó la burbuja inmobiliaria se ve que ahora va a reventar la burbuja ciudadana.