Cuba responde a Mariana

Mariana Aylwin estaba invitada por una organización anticastrista a un homenaje que se le rendiría en Cuba a su padre, Patricio Aylwin, quien fuera presidente de Chile en los años 1990-94. Estando en el aeropuerto de Santiago se entera que el gobierno cubano prohibió su ingreso a la isla.

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En relación a la afirmación de que Mariana es parte activa de campañas desestabilizadoras de los procesos transformadores de Venezuela y Cuba, lo concreto es que de ser cierto, el régimen cubano cayó en el jueguito,

El gobierno cubano resumió los fundamentos de la prohibición en una declaración de 6 puntos titulada “Cuba responde”. Los tres primeros puntos centrados en la figura de Patricio Aylwin, el siguiente en Sebastián Piñera, luego en Mariana Aylwin, y el último en el canciller chileno, Heraldo Muñoz.

Respecto de Patricio Aylwin, la declaración (del 21/2/2017) sostiene que promovió y justificó el golpe de Estado del 73 en Chile, lo que ofendería la recta conciencia de varias generaciones de cubanos, además de pactar y convivir en el poder con Augusto Pinochet durante su período presidencial, y oponerse al ingreso de Fidel a Chile en 1971 durante el gobierno de Salvador Allende.

Estas razones ameritan un análisis profundo que no es posible en estas líneas. Se trata de razones más que discutibles sobre las cuales hay versiones encontradas. Por otro lado son razones que emparentan al régimen cubano con el régimen del innombrable. Prohibir el ingreso a un país por razones políticas es más propio de dictaduras que de democracias.

En el cuarto punto de la declaración se centra en la fortuna de Sebastián Piñera, que superaría los dos mil millones de dólares, los que tendría en paraísos fiscales libres de impuestos, los que no deben pagar los pobres mediante el correspondiente al IVA de los alimentos con sus escuálidos ingresos. Lo dicho si bien es cierto, no tiene nada que ver con lo que está en discusión, salvo para decirle a Sebastián que no se meta donde no le corresponde.

En relación a la afirmación de que Mariana es parte activa de campañas desestabilizadoras de los procesos transformadores de Venezuela y Cuba, lo concreto es que de ser cierto, el régimen cubano cayó en el jueguito, y actuó como lo hacía el innombrable en Chile para prohibir el ingreso de quienes venían a apoyar a quienes se oponían a la dictadura.

Después la declaración del gobierno cubano se extiende en recomendaciones que representan una grotesca injerencia en asuntos propios del país, la misma que invocan cuando terceros se inmiscuyen en asuntos internos cubanos.

Finalmente, el gobierno cubano tiene la osadía de recomendar a nuestro canciller que se ocupe del maltrato y vejamen recibido el año pasado por una senadora colombiana por parte de la policía chilena.

La verdad que con su decisión, el gobierno cubano no hizo sino darle alas a Mariana y comportarse como lo hacen las dictaduras de todos los signos. Si algo hemos aprendido a lo largo de todas estas décadas es que la consecuencia exige tener una misma posición frente a hechos similares.

Lo ocurrido tendrá repercusiones no menores en el plano político interno, dejando particularmente al partido comunista en la estocada para que deje de mirar al techo en relación al tipo de sociedad que respalda y que nos propone. En tanto, las restantes fuerzas de gobierno están obligadas a tomar posiciones que se han pospuesto una y otra vez en aras de una unidad y convivencia que se ha tornado inestable. Y la oposición que se solaza con la decisión del gobierno cubano, bien haría en ver la viga que tiene en sus ojos antes de andar viendo la paja en otros.

Si bien nuestra democracia deja mucho que desear, no es una dictadura, como bien lo sabemos quienes la vivimos en carne propia.