El sábado el premier inglés Boris Johnson viajó sorpresivamente a la capital ucraniana sorprendiendo a todos los actores involucrados en el conflicto, fue una decisión audaz y temeraria, no sólo por las implicancias políticas, sino también por el riesgo que significó un posible atentado que dejaría descabezada a la dirigencia británica, con las consiguientes repercusiones políticas y de seguridad del flemática corona británica. Con todo, el Primer Ministro británico se paseó por las calles de Kiev flanqueado por una gruesa comitiva armada y el presidente Zelensky cual guía turístico mostrándole la aparente normalidad que reinaba durante ese día en la capital asediada por los rusos. Al margen de la teatralidad que reviste este hecho hay una serie de simbologías políticas e históricas implícitas en esta visita.
Durante el siglo veinte, Gran Bretaña vivió periodos durísimos que debió afrontar con mucho estoicismo y incluso momentos en que se temió la invasión y absorción del imperio. Fue en esos momentos, en que luego de las dos guerras mundiales, las lecciones históricas fueron fundamentales para afrontar la Europa de posguerra. Inglaterra se transformó en uno de los pilares políticos de Europa, una potencia que si bien no dominaba los mares como antaño e imponía su estilo de vida cultural hegemónico en sus colonias y territorios aledaños, consiguió ganar influencia y fortalecer su sistema de seguridad en zonas críticas como Europa central y parte de la esfera de influencia de la antigua orbita socialista. Antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial, Winston Churchill comprendió que los eslavos eran cruciales en la defensa de Europa ante los embates de Rusia, en ese tiempo la URSS, y posiblemente China en un futuro lejano hacia el siglo veintiuno. Es en ese contexto, Londres no dudo en apoyar a las repúblicas centroeuropeas durante los años treinta contra el embate de Hitler y Stalin. A partir de 1918 fue evidente que Europa construyó un cordón sanitario contra la URSS de Lenin y países como Checoslovaquia y Polonia eran pilares fundamentales en esta arquitectura política, la idea de el aislamiento de Rusia es bastante antigua y representa en el imaginario europeo esa amenaza oriental que durante siglos provino de las estepas euroasiáticas, es por este hecho que la desconfianza se arrastra por siglos.Londres inició una ofensiva diplomática tendiente a reforzar el apoyo, en un principio de la guerra bastante timorato, por parte de Europa hacia Ucrania, hoy un poco más decidido en la medida de los posible y que no se enrede en un enfrentamiento directo con Moscú
Con todo, Inglaterra logró captar este componente atávico de Europa y superponiéndose a su merma de poder luego de la segunda guerra mundial supo diseñar una política propia respecto a los eslavos en Europa central. Londres siempre tiene como característica desmarcarse políticamente de Europa continental ante conflagraciones mundiales, y esbozar una línea propia con el fin de resguardar sus intereses y zonas de influencia en el mundo. Ese aprendizaje que dejó como saldo la entrega de Checoslovaquia en 1938 en Munich, hace que hoy el diseño para las relaciones con Rusia sea diferente en cuanto a no abandonar y tratar de mantener una cuña plausible en el corazón del territorio ruso. Es por esto que Londres inició una ofensiva diplomática tendiente a reforzar el apoyo, en un principio de la guerra bastante timorato, por parte de Europa hacia Ucrania, hoy un poco más decidido en la medida de los posible y que no se enrede en un enfrentamiento directo con Moscú. Johnson sabe que esta visita no es solamente un asunto de estado, puede significar mantener redituó electorales en cuanto a reforzar su figura, un liderazgo político muy criticado por la escaza ayuda a Kiev, hoy rehaciendo una política más parecida a la Winston Churchill, audaz y decidido a combatir con todo a Moscú al estilo de aquellos días de 1939 previos al estallido mundial. Es un hecho que de acuerdo a las previsiones inglesas, Vladimir Putin no se detendrá en Ucrania, sus objetivos son más amplios y ante la multiplicidad de escenarios bélicos no solo territoriales, sino que también económicos y mediáticos, Inglaterra pretende llevar la delantera en marcar una posición decididamente de potencia contra Rusia en el mundo. En este sentido no hay que ser adivino para imaginar que los escenarios bélicos futuros se librarán en Europa Central y Oriental, con una lucha denodada por cada kilometro cuadrado y por cada república que pueda significar un desbalance de poder en la región.
¿Estaremos ad portas de una tercera guerra mundial?, quizá ya comenzó, pero la dinámica de las potencias está tan fragmentada, con actores internacionales inesperados que es posible una guerra en escalada imperceptible, que vaya involucrando lentamente a los diferentes actores en espacios geográficos localizados con armas convencionales. Ucrania y la invasión rusa tienen esa particularidad, involucrar potencias mundiales que parecían lejanas a una intervención directa, pero que hoy se ven arrastradas por la cercanía del conflicto. Es por tanto probable que episodios como los del premier inglés en Kiev sean más comunes en zonas de guerra y hay que acostumbrarse.
Comentarios
27 de agosto
Putin ni diquiera saca la nariz de su cómodo palacete, más bien refugio para cobardes . Boris Johnson ha dado una lección de valentia con esa suouesta teatralidad. A dejado reducido a Putin a un hombrecito del n cojones para visitar el camoo de batalla.
Ucrania es la tumba de Putin y tercera guerra mundial no sucederá.
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