Para la gran mayoría del país, las últimas semanas han sido una realidad difícil de enfrentar. Estos días han convertido a las ciudades y a los barrios en espacios de angustia, nerviosismo y preocupación. La realidad de la pandemia cruza todas las etnias, clases sociales e incluso sexos. Pero en términos de género la situación es abismalmente desigual.
[texto_destacado]Ni los noticieros ni las mejores campañas de medios, han logrado evidenciar la violencia de género existente en nuestra sociedad, con más crudeza que el Covid-19. Y cuantas más variables contemplamos en el análisis interseccional, más compleja se vuelve dicha violencia.
Los datos entregados por Carabineros de Chile, Fiscalía y Fono Familia (149) reflejan una baja significativa (18%) en las denuncias realizadas por mujeres sobre Violencia Intrafamiliar (VIF) en relación al mismo mes del año anterior. Esto, según expertos, se explica por la condición de confinamiento junto a los agresores. Pero en el caso de femicidios frustrados, las denuncias en comparación con marzo del 2019 han aumentado en un 200%.
La violencia intrafamiliar en este contexto, se ha vuelto una preocupación a nivel mundial. El diario inglés The Guardian señala que “en todo el mundo, a medida que las ciudades se han bloqueado para detener la propagación del coronavirus, los esfuerzos masivos para salvar vidas han puesto en riesgo a un grupo vulnerable. Las mujeres y los niños que viven con violencia doméstica no pueden escapar de sus abusadores durante la cuarentena”.
Y no se trata de una realidad exclusiva de las mujeres: grupos con identidades trans, expresiones de género diversas y/u orientaciones sexuales no normativas, han experimentado esta cara del confinamiento producto del COVID-19, incluso trascendiendo el ámbito privado.
Grupos históricamente discriminados, como la población LBGTI+, han experimentado casos donde los servicios de salud les niegan tratamientos médicos (por ejemplo para el VIH) y/o atenciones en los servicios. Si bien la discriminación en espacios públicos para esta población es un lamentable hecho que se arrastra desde hace décadas, en el contexto acutal se ha acrecentado, afectando no sólo la vida y estado de salud de las personas en medio de una emergencia, sino también su dignidad y bienestar.
De acuerdo a una encuesta aplicada de forma remota por el MOVILH en el mes de abril, la violencia hacia la población LGBTI+ se expresa en un aumento del 38% de los reportes recibidos por el organismo. El 58% de estos, se refiere a violencia psicologica, el 41% a violencia verbal y el 1% a violencia física. Esto sin contar que el 45% de quienes han sido discriminados en recintos de salud, han experimentado dificultades o impedimentos para denunciarlo.
Estas son solo algunas de las vulneraciones que surgen en la matriz interseccional de la violencia de género producto del Coronavirus. Existen decenas de otros cruces posibles, como el del trabajo precarizado, el trabajo nocturno, la clase social o la etnia.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y la Organización de Naciones Unidas (ONU) hicieron un llamado a los Estados a garantizar los derechos de igualdad y no-discriminación de las personas lesbianas, gay, bisexuales, trans e intersexuales, en las medidas de atención y contención adoptadas. Comprendiendo y precisando que “la mayoría de las personas LGBTI+ laboran en el sector informal y sin cobertura médica, y ante esto es indispensable adoptar medidas, públicas y privadas para que los impactos en las economías de las personas LGBTI+ no sean aún más graves”.
A pocos días de la conmemoración del Día Internacional contra la lgbtfobia (17 de mayo) y, de conmemorar el mes del Orgullo (junio), el Gobierno de Sebastián Piñera, designa a Macarena Santelices como la nueva Ministra de la Mujer y Equidad de Género; una mujer que se ha declarado abiertamente pinochetista, siendo éste el simbólo de una dictadura cruel y sangrienta que persiguió, discriminó, torturó, violó, desapareció y asesinó a cientos de mujeres y personas de la población LGBT. En el actual contexto de confinamiento y tomando en cuenta los datos descritos, esta designación atenta contra la integridad física, material y psicológica de cientos de personas.
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