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Los galanes de cuneta y el derecho a caminar en paz

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Me molesta saber que esto que narro no es nada especial. Que no sorprende y que, mucho peor, no importa. Que le ocurrió a la mujer que ahora lee esta columna cientos de veces. Que le ocurrirá cientos de veces más. Que esa mujer, como todas, se resigna a oír todo esto como si no lo oyera, porque así es la cosa, porque así es ser mujer en este país, porque así es salir a la calle, así es el “reconocimiento” que se hace a la belleza femenina, así se nos trata, estos gestos se puede permitir cualquier hombre frente a cualquier mujer.

Esta es una historia verídica. Y también: esto pasa todos los días. Camino con mi padre, un tipo de 63 años, por Providencia. Vamos al Baco y, en la vereda, antes de entrar, unos 15 tipos se rajan gritándome eso que yo llamo obscenidades y otros llaman “piropos”. De esas cosas del tipo “ojalá fuera un vampiro pa chupármela enterita”. Y otras peores, obviamente.  Y sí, podrá parecer gracioso, cuando le toca a otra persona; no lo es tanto cuando lo grita más de una decena de voces.

Me molesta tener el impulso de aclarar aquí que no soy ni alta ni baja, ni gorda ni flaca, ni linda ni fea, ni rubia ni morena. Que no llevaba ni mini ni escote. Todo esto es cierto, pero si no lo fuera, daría lo mismo. Si yo fuera alta, flaca, preciosa, si yo usara una minifalda hasta el útero o un escote hasta el ombligo, si yo hubiese ido sola o con diez modelos de revista, el hecho sería el mismo, y la obscenidad, igual de injustificada. Me molesta querer explicar que ­de ninguna manera “provoqué” la escena, porque no se trata de provocaciones. Me molesta tener hasta tal punto inscrita la idea de que somos las mujeres quienes “causamos” aquella violencia callejera que nada justifica.

Me molesta, porque es por esta concepción de que somos las mujeres las “provocativas” que el acoso callejero sigue quedando impune. Porque pensamientos como este nos llevan a que en algunos países se prohíba la minifalda porque “facilita la violación”­­ o a que un taxista, en Santiago, pueda decir a una chica a la que prácticamente “salvó” de una horda de acosadores, “es que con esa falda, yo también le haría algo”.  Me molesta porque es la expresión de lo mal enfocados que estamos. Me molesta que, en esta misma línea, hoy LUN se permita titular con “La mala suerte del hombre que piropeó a la hija de un Carabinero”. Nótese: el tipo no hizo algo inadecuado, violento, grosero. No: tuvo mala suerte. Una historia que, por lo demás, habla del abuso combatido con el otro abuso: el policial.

Me molesta, también, sentir pudor cuando alguien se permite gritarme tales groserías delante de mi padre, como si yo hubiese tenido algo que ver, salvo ser mujer y pasar por esa vereda, con el episodio. Me molesta que él sienta pudor de ser testigo de esto y que sienta, además, la enorme impotencia de no poder responder ante una agresión de este tipo porque son 15 y, como hombre sabio que es, es perfectamente consciente de que eso me expondría aun más.

Me molesta, sobre todo, saber que esto que narro no es nada especial. Que no sorprende y que, mucho peor, no importa. Que le ocurrió a la mujer que ahora lee esta columna cientos de veces. Que le ocurrirá cientos de veces más. Que esa mujer, como todas, se resigna a oír todo esto como si no lo oyera, porque así es la cosa, porque así es ser mujer en este país, porque así es salir a la calle, así es el “reconocimiento” que se hace a la belleza femenina, así se nos trata, estos son los gestos que se puede permitir cualquier hombre frente a cualquier mujer. Porque sí. Porque siempre habrá alguien dispuesto a celebrar “la picardía del chileno”, porque siempre habrá quien diga  “alégrate, es porque eres bonita”. Como si la grosería murmurada a la pasada por un mal galán de cuneta fuese un halago, como si ser cosificada fuese un halago y no una deformación.

Hay mujeres que se organizan para tratar de detener este abuso cotidiano, en Chile y en el mundo.  Y algo avanzan. Pero no siempre es posible confrontar a los agresores y cuando el Estado y la sociedad se desentienden de estas tareas, el esfuerzo marginal tarda muchísimo en dejar de ser sólo eso. Hay quienes creen que hay que bancárselo. Estamos también quienes creemos que es imprescindible que propiciemos un cambio cultural que debe incluir el fin de la impunidad para quienes se permiten este trato a una mujer en la calle. Lo digo claramente: soy partidaria de la multa para quien ofenda a otra persona de esta manera. Pero, sobre todo, y como creo que no podemos sostener las mejorías en el primitivo y siempre insuficiente método del garrote, soy partidaria de la labor permanente de tomar y generar conciencia del otro. Soy partidaria del respeto y del esfuerzo que como hermanas, hijas, madres, pololas, hermanos, padres, amigos y parejas podemos hacer para que las niñas que serán mujeres mañana tengan el  sencillo “privilegio” que no hemos tenido las mujeres hasta hoy: que se nos reconozca el derecho a caminar por nuestras calles en paz.

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04 de enero

Excelente el artículo, despreciable la actitud de muuuuchos hombres y de aquellas mujeres cómplices que creen que los piropos son necesarios para «subir el ánimo». Por favor, no nos cansemos de llamar la atención sobre esta humillación, porque el espacio público de nuestros barrios y ciudades nos debe hacer sentir bien, seguras y cómodas.
No está bien culpabilizar a quien es víctima. Una minifalda o un escote no le dan a otros el derecho a quitarnos el derecho de sentirnos bien con nosotras mismas, a caminar o pedalear tranquilas por NUESTRAS ciudades.
Denunciemos, en persona, a un supervisor, por TW o por FB, es necesario levantar la voz, primero para desahogarse, luego para des-normalizar.

07 de enero

Gracias, Sofía. Estoy de acuerdo: la tarea es compartida para desterrar esta desagradable y anquilosada mala práctica en la que muy poca gente parece reparar. Denuncia y educación.

¡Un abrazo!

stolpkin

04 de enero

Hola Ximena

Excelente texto, desde un punto de vista crítico sobre un aspecto en particular. Mas considero que no es suficiente una crítica descriptiva sobre algo en particular atendiendo únicamente la CONSECUENCIA. Te creería si el texto estuviera hecho especialmente para entretener, pero puedo llegar a sentir tu rabia y de que no buscas entretener sino botar toda esa rabia que te produce ese aspecto que obviamente puede que lo lleves alojando desde mucho antes.

Personalmente creo que deberías atender más a las CAUSAS. No basta con señalar las CONSECUENCIAS. Es muy fácil atacar las CONSECUENCIAS, lo puedes ver con el trato que los gobiernos pueden dar sobre la delincuencia: no van a las causas y lo que hacen es dotar de más recursos y herramientas a las fuerzas coercitivas, o aumentar el número de estos, como suponiendo que así habrán de acabar con la delincuencia. Sabemos que así nunca van a acabar con la delincuencia.

¿Cómo deseas RESPETO si vivimos dentro de una sociedad, con este modelo económico, que vive rodeada de VIOLENCIA y que gusta formar individuos sin ningún respeto por el prójimo? Todo esto que nos rodea pareciera ser una JUNGLA en el que sobrevive el más fuerte.

No eres la única que se ve expuesta a ese tipo de violencia. Quizá eres muy sensible en ese aspecto, otras, te lo aseguro, ya están curtidas y hasta pueden defenderse.

Otros pueden experimentar otros tipos de violencia. Existen infinidades de ejemplos sobre violencia. A los niños de la pobla quizá les debe violentar a un niño rico con mejores zapatillas que las de él o a un obrero en bicicleta le puede violentar que un niño esté al volante de un tremendo auto. Nos puede violentar alguna propaganda o quizá algunas llamadas telefónicas para ofrecerte algún producto.

Sólo date el trabajo de ver a las nuevas generaciónes. Niños sin ningún respeto hacia los profesores. Niños que no se les puede pegar para corregirlos porque podríamos caer en el «maltrato infantil». Fíjate en las letras de las canciones que escuchan nuestros jóvenes. Fíjate a la hora que los adolescentes hoy se van a dormir. Fíjate en las películas que ven nuestros jóvenes. Fíjate en las libertades que los padres les dan a sus hijos. Fíjate en la falta de respeto que tienen los hijos con sus padres. Fíjate cómo son criados niños en medio de la violencia intrafamiliar o cómo estos niños crecen sin un padre o una madre. Fíjate en el entorno donde los jóvenes se desplazan.

Fíjate en los conceptos que toman como propios como «Libertad de Expresión» como si lo tradujeran a tener la libertad de hacer o hablar lo que quisieran.

En fin. Es solo un consejo, lo puedes tomar o lo puedes desechar. Trata, sí, de adentrarte en las CAUSAS si vas a describir una CONSECUENCIA. Enfocarnos en las CONSECUENCIAS llega a ser poco si queremos atacar o bien cambiar las CAUSAS que la originan.

Saludos

05 de enero

No existen causa alguna que justifique ningún abuso, ya sea solamente verbal. Bajo esta lógica que planteas me da la sensación y espero estar equivocado, que se podría justificar cualquier cosa, una violación, por ejemplo, simplemente por que alguien fue criado sin padre o vio tele hasta tarde? Creo que lo que planteaste no tiene ningún sentido. Es demasiada la gente criada en familias monoparentales, o que tienen la suerte de tener padres que les dan libertades y no los reprimen y que jamás le dirían una obscenidad a nadie. Y menos harían algo más grave.
Concuerdo con Ximena que el «piropo» obsceno es algo aceptado socialmente y que mientras eso siga siendo así, nada cambiará. Y que quizás las causas de esto sean muchas, y variadas, pero sin embargo nada justifica eso. Ni ningún otro hecho de mayor gravedad.

stolpkin

05 de enero

Cristobal, solo estoy planteando que vayamos al origen de por qué el piropo es muchas veces GROSERO. ¿Educación? ¿Formación? ¿Desigualdad? ¿Modelo económico? ¿Cuál es el Origen de la tragedia?

El piropo siempre ha de existir. En lo personal a veces me dan unas ganas de tirar un piropo a una mujer preciosa, pero no lo hago porque no tengo quizá mucha personalidad para hacerlo o porque me da verguenza, pero si he de tirar un piropo obviamente va a ser con respeto y no con groseria. Creo que la autora se refiere más bien, a mi entender, al piropo que es agresivo y grosero, no al piropo fino y sin ningún animo de agredir.

El piropo, como dije, siempre ha de existir. Y te puedo asegurar que el piropo en su historia ha pasado por muchas etapas. Y la educación de las personas es clave. Estoy seguro que un piropo de los años 40 es muy distinto al piropo que muchos dicen actualmente. Creo que es lo mismo que pienso sobre las letras de las canciones, hoy ya hay letras muy explícitas ¿no crees? Miras las películas de ahora.

Saludos

stolpkin

05 de enero

Ah, y otra cosa que me gustaría agregar, que se me estaba olvidando.

El piropo involucra mucho el uso del LENGUAJE, y el impulso de mismo puede estar muy relacionado con quizá llamar la ATENCIÓN de una «hembra». El que este sae muchas veces tirado en grupo, habría que estudiar el COMPORTAMIENTO EN GRUPO o algo relacionado con la psicología en grupo. No sé si me captas.

Lo otro.

La violación es otra cosa, muy distinta al piropo. La violación es un acto que tiene que ver con el INSTINTO y no con el LENGUAJE. Lo mismo con el acto de MATAR. Son comportamientos que considero se ocultan en los individuos. ¿Nunca se nos ha ocurrido matar a alguien? ¿Nunca hemos sentido ese placer de querer ver muerto a alguien que desearímos con todo el alma?

Con lo que respecta al acto de violación, nunca se me ha ocurrido violar, pero en lo que respecta a mi vida sexual, que es un constante DESARROLLO, por lo que a mi respecta, estos últimos años me he dado cuenta que me gusta el sadismo y hacer el papel de sádico. Me produce mucho placer el JUGAR a dominar, el humillar y pegar a mis parejas sexuales, obviamente siempre con sus consentimientos. Y desde ese aspecto muchas veces me he puesto a pensar ¿será algo quizá aproximado el acto de VIOLACIÓN, en el acto de dominar, humillar y pegar, solo que esta vez ya no es NINGÚN JUEGO?

Bueno, espero haber aportado en algo en la discusión o la CRÍTICA. Doy por terminada la discusión. Solo tomen en cuenta que lo que he propuesto no es ningún capricho. Solo lo he hecho para que PROFUNDICEMOS LA DISCUSIÓN SOBRE UN TEMA EN PARTICULAR.

La Crítica Hace Al Hombre (R.C. Kwant) Les recomiendo ese libro para los que no acostumbran a discutir o hacer críticas y no acostumbran a ver más allá de algo en particular y se quedan cómodamente con lo que hay.

Saludos a tod@s

07 de enero

Nicolás, gracias por comentar. Comprendo lo que dices sobre la violencia, pero no pretendo hacerme cargo de todas las formas de violencia que enumeras, sino de la que menciono en concreto.

Estoy de acuerdo con Cristóbal: no hay justificaciones para los abusos ni las formas de violencia. Las malas prácticas se destierran en la práctica. Las otras tareas (que los niños crezcan en entornos mejores, que no haya abusos domésticos), son tareas que se deben acometer, pero no tiene sentido que mientras ello no ocurra, nos resignemos a una sociedad violenta.

Agradezco que te falte la personalidad para gritar cosas a una mujer. Ojalá nunca la tengas, es de una bajeza enorme. No me refiero al piropo «fino» versus al grosero. Me refiero a todo tipo de piropos, Nicolás. SI me dicen «linda» en la calle es igual de violento, puesto que es la imposición de una opinión que no me interesa sobre mi cuerpo. Eso es violencia.

stolpkin

07 de enero

Hola de nuevo Ximena

Agradezco que hayas sido más clara con respecto a los piropos.

Aclaración: nunca te he pedido que te hagas cargo de los demás tipos de violencia. Solo te he aconsejado SIMPLEMENTE que así como puedes atacar las CONSECUENCIAS sobre algo en PARTICULAR seas capaz de atacar las CAUSAS de ese algo en PARTICULAR. ¿Cómo te habrás de acercar a lo que buscas si no eres capaz de COMPRENDER LAS CAUSAS o de OBVIAR LAS CAUSAS? Te pido algo tan sencillo como esto: de los PARTICULAR a lo GENERAL.

Y como bien dije al principio, te agradezco que seas clara con tus comentarios.

Me dices: «No me refiero al piropo “fino” versus al grosero. Me refiero a todo tipo de piropos, Nicolás. SI me dicen “linda” en la calle es igual de violento, puesto que es la imposición de una opinión que no me interesa sobre mi cuerpo. Eso es violencia.»

Muy bien que lo has aclarado. Te has referido con vuestro presente artículo a «todo tipo de piropos».

Y yo ingenuamente pensando que sólo te habías referido al piropo GROSERO.

Con esa frase me das para afirmar que has cambiado mucho. Pensaba ingenuamente que habían «excepciones», piropos «creativos» o «finos», tal como lo habías expresado en tu blog el Viernes 03 de Diciembre del año 2004, en tu texto o relato titulado: «Mijita Rica» http://elrefugiodeloscronopios.blogspot.com/2004_12_01_archive.html

Estos son los tres últimos párrafos de aquel relato, para hacer MEMORIA:

«También es cierto que alguna vez me han dicho piropos creativos y que merecen una sonrisa. Recuerdo dos. Uno, fue llegando a mi casa. Un tipo, apuntando el suelo, me dice «señorita, mire lo que se le cayó». Evidentemente me detuve y miré. «El envoltorio», fue el remate. Y me pareció divertido. El otro fue en Argentina. Un chico pasó por mi lado -yo iba vestida de negro- y él dijo «¿quién se habrá muerto, que hasta los ángeles andan de luto?». Fino.

En otro orden, en un libro de Benedetti, aparece un tipo que dice un piropo simpatiquísimo: «Fiftififty: vos ponés la virginidad y yo el espíritu santo».

Pero más allá de las raras excepciones, la mayoría de los piropos no sirven más que para aumentar mi convicción de que muchos hombres siguen cosificándonos de la peor manera y, más encima, creen que eso es una gracia. Ese día en El Bosque, el impacto por la grosería de la frase me impidió hablar. Pero ya decidí que hay asuntos que simplemente no se pueden permitir, y si me lo vuelvo a topar, será tan humillado que no quedará con ganas de volver a decir estupideces. Lo prometo.»

Ximena. No soy nadie como para impedir tu DERECHO a cambiar de opinión sobre algo en PARTICULAR, de hace ¿8 años?. Es tú vida. Pero creo considero que es muy «talibán» de tu parte llegar a esa CONCLUSIÓN.

Y la verdad es que ya me aburrió todo esto, toda esta discusión. Has sido clara, y te lo vuelvo a agradecer. Gracias. Y no te molestes en rebatir. Ya está todo dicho.

Nicole Valladares Vargas

05 de enero

Hola Ximena.

Primero que todo quiero felicitarte por el excelente articulo que acabo de leer y por cada palabra que pronuncié en voz alta y me sentí identificada…sentí tu rabia, la incomodidad de la situación y todo aspecto de molestia ante este tipo de conducta frente al genero masculino, que en lo personal también me parece aberrante a tal punto que cuando me pasa situaciones de esa índole, me llego a sentir insegura de mi misma y sobre todo de la sociedad en la que nos encontramos sumergidas (os) el hoy en día, por que confiar se vuelve difícil y exhaustivo…

Me encanto lo último que dijiste, se puede hacer algo…aunque sea poco, pero es algo, por que muchas veces uno no tiene conocimiento de que esto también es un tipo de violencia por ello hay que generar conciencia, por que si no veo tu articulo, no hubiese imaginado que no soy la única que se siente así, que hay más mujeres que se sienten mal al respecto de tener que vivir situaciones así, que a mi parecer son humillantes para la mujer en si, por que con palabras más claras y profundas no hubiese podido explicarlo…

PD: «que bueno es sacar aquello que tanto incomodaba»

07 de enero

Muchas gracias por tu comentario, Nicole. Me alegra que estas palabras sirvieran para generar esta idea de solidaridad. Muchas veces es una incomodidad que vivimos en silencio; esto no tiene por qué ser así. Podemos encarar a un tipo cuando las condiciones lo permiten (es de día, es una calle transitada); podemos increpar a quienes dicen estas cosas a otras mujeres. Podemos enseñar a los hombres a no hacer esto y a las otras mujeres a no tolerarlo. Es duro a veces, pero es la única forma de cambiar actitudes: con constancia y coraje.

Te agradezco tu comentario. Un abrazo.

05 de enero

Eso de piropear es una actitud tremendamente machista que detesto. Ademas de ser una falta de educacion molestar a una persona, y a su derecho a estar al mundo.
Un aplauso por tu articulo.

07 de enero

Completamente de acuerdo, Carolina. Muchas gracias por leer y comentar.

Sylvana

05 de enero

Totalmente de acuerdo, independientemente que pase a veces o siempre, uno se siente realmente mal (no se de donde sacan que el tema de los piropos «levanta el ego») yo creo que quienes lo dicen carecen de seguridad propia. Lamentablemente es algo tan frustrante y humillante sobre todo cuando salgo con mi hija (yo tengo 33 y ella 11) y me dicen los «famosos piropos» sin siquiera darse cuenta que voy con una niña al lado, no hay respeto ni hacia ella. Algunos hombres son unos cavernicolas.

07 de enero

Sylvana, lamentable lo me cuentas que sucede con tu hija. Sinceramente espero que las nuevas generaciones den la pelea para que un día no tan lejano esta mala práctica quede en el olvido y tu hija pueda caminar con su hija sin esta experiencia de vulneración.

Carolina

05 de enero

Yo soy de esas mujeres que ya se defendió, les grito, los insulto de vuelta, andaba por la calle con una bolsita con piedras para tirárselas a esos agresores, con un paraguas en verano para pegarles si hacia falta, con un palo o un portaplanos, etc. Nada se logra salvo un refrescante placer momentáneo en desahogarte y luego una amarga sensación de impunidad de la masa de hombres «piroperos». Ya me di por vencida y supongo que lo único que me protege ahora es mi cara de perro cuando paso por entre ellos y que al parecer tengo el cuero de chancho y ya no me importa no me amedrenta y no me víctimiza.

stolpkin

05 de enero

Esa es la actitud. Una mujer con CARÁCTER. Curtida con la EXPERIENCIA. Que no anda llorando de rabia por la vida y esperando de los políticos que les resuelva todos sus PARTICULARES DRAMAS.

No podemos ser niños mimados que cada vez que les molestan corren lloriqueando donde los padres para que puedan ser defendidos o sentirse protegidos. Esa no es la actitud que tenemos que tener en la vida.

Nosotros mismos debemos resolver NUESTROS PROBLEMAS y aprender a caminar solitos, y darnos porrazos, levantarnos y seguir luchando, porque la vida es una LUCHA CONSTANTE. Si le damos importancia a todo lo malo que nos rodea nos podríamos volver locos.

La vida no es para llorar

Aplaudo tu actitud Carolina.

07 de enero

Carolina, yo soy de las que se han defendido y se siguen defendiendo. De las que los increpan y piden cuentas. A veces, cuando son demasiados o es de noche, no, porque una cosa es ser consciente y otra ser suicida. De todo corazón, Caro, creo que se requieren más mujeres en rebeldía. Creo que darse por vencida es asumir que tienen un derecho que no tienen. Que el cansancio no te muerda la lengua.

Un abrazo.

07 de enero

Carolina, yo dejé de ser de las que se defendía y respondía hasta que me llegó una cachetada/combo (cachetada con mano empuñada) de vuelta. En pleno Paseo Ahumada a eso de las 11 de la mañana.

Saludos

07 de enero

«Yo ERA de las que se defendía…», quise decir.

Javier Devilat

05 de enero

El problema no es el piropo, es lo grosero u obsceno. Si te gritan en la calle un garabato, no importa que sea hombre o mujer, uno o varias personas. El problema es el modo y el contenido.

No el piropo.

Y claro. Excelente idea. Que el estado no se desentienda y legisle: prohibido piropear. Con una multa. Genial: 5 UTM. Mañana multemos a quien no este de acuerdo con nosotros, que el estado legisle y prohíba conversar en la calle para evitar «conflictos». Pasado mañana puede seguir legislando para que sólo hablemos del «tema del día» que establezca el legislador…

Y así.

Gritos, violencia, garabatos y obscenidades no son deseadas ni deseables, incluso cuando se hace una mala maniobra en auto. Pero si quieres evitar los piropos, uf, estas evitando la libertad de expresión de las personas. Cuando se conculca esa libertad y quieres legislar para que la gente no hable, nacen los estados totalitarios y las dictaduras, y esos países en los que se prohibe usar minifalda.

Por ultimo, como persona adulta, cuando a uno no le gusta lo que le dicen, lo resuelve, no le pide al tata estado que legisle.

stolpkin

05 de enero

Brillante Javier.

«El problema no es el piropo, es lo grosero u obsceno. Si te gritan en la calle un garabato, no importa que sea hombre o mujer, uno o varias personas. El problema es el modo y el contenido.»

Pareciéramos tener la costumbre de que si no nos gusta algo, paf que se pueda LEGISLAR. Mira hasta donde hemos llegado: los padres o profesores ya tienen que estar con cuidado en corregir a los niños porque lo podrían acusar de «maltrato infantil». Y es lo mismo que cuando se quiere combatir con la DELINCUENCIA: más leyes, más herramientas, más personal, más recursos. Pero ¿por qué no van a las CAUSAS? Desigualdad, falta de oportunidades, educación, etc

Ya creía que estaba solo en esta batalla.

Lo has dicho muy bien con tus propias palabras.

Saludos

07 de enero

Comprendo, Javier, que creas que se trata de paternalismo. Supongo que la multa por botar basura también te parecerá paternalismo. O la multa por no fumar. O el parte por tocar una bocina. O el estacionar en un lugar inadecuado. O la multa por exhibicionismo. O las medidas cautelares por amenazas, ya que estamos.

El Estado debe normar la vida en sociedad, entre otras cosas. Si tu libertad de expresar tu opinión personal -intenciones eróticas icluidas – vulnera mi derecho a moverme libre y tranquilamente por la ciudad, sí me parece que proceden la denuncia y la multa.

Habemos quienes seguimos creyendo que la vida en sociedad requiere normas mínimas de respeto. Por lo demás, creo que mucho más importante que eso -y lo digo claramente – es cambiar los hábitos de uso en una sociedad.

Es tarea de todos. También del Estado.

Saludos, y gracias por leer y comentar.

05 de enero

Los «piropos» son una agresión emanada del ser humano en un estado carnal o animal en el que no son dominadas por la santidad del espíritu las acciones y decisiones que toma…

A veces basta encontrar una pequeña fuente de mal en el hombre para concluir que en su alma habita toda clase de mal y que tal vez «sólo espera la oportunidad» para actuar con falta de justicia e integridad…

Lo injustificable no puede ser defendido esperando llegar a tener la razón, por eso, a algunas personas les resultaría más beneficioso no visitar el teclado porque, al menos en silencio, pareciera que se podrían defender mejor, pero, caso contrario, mientras más se explayan, más queda en evidencia su falta entendimiento…

El video que dejé como link me parece que es forma muy explicativa de la forma en la que se ha de comportar el hombre. Quienes no se acerquen a ello, me parece que sólo caminan hacia la primera y la segunda muerte…

El que lea, entienda…

Una versión del video en español es este:

Para el caso de Ximena, y perdón por hacer referencias personales, me parece que sus palabras son casi un grito desesperado pidiendo algo de justicia y sentido común…
Para el de Carolina, creo que su actitud es propia de alguien que no encontró esa justicia, ni tampoco ese sentido común y por lo tanto perdió la esperanza de poder ver un cambio y sólo le quedó resignarse al comportamiento típico de la ignorancia de la mayoría…

Suma y sigue, vergonzosamente…

Debiera concluirse que:

«Mi libertad de expresión ha de terminar donde comienza el derecho a la privacidad de quién me pudiera oír»…

06 de enero

La autora de esta «columna» es una candidata segura a ser una solterona amargada, no podí molestarte por que te piropean los «rotos», es una muestra infinita de lo intolerante que pueden llegar a ser algunas personas. Si yo me molestase por cada cosa que no me parezca cuando camino en la calle sería un amargado también…..Multa por piropos ja, simplemente desopilante…….

stolpkin

06 de enero

Señor «Webbycis» evitemos dentro de este espacio las descalificaciones gratuitas y las sentencias hacia la autora. Abóquese a enriquecer la discusión, pero descalificaciones no. Es innecesario. Calmemos las pasiones.

Gracias

07 de enero

Claudio, las descalificaciones por un desacuerdo son un síntoma más de lo que digo: a nuestra sociedad le falta respeto. Tampoco es mi intención «rotear» a nadie, no me supongas distinciones ni menos discriminaciones de clase que no tengo.

Gacias por preocuparte por mi salud mental y mi estado civil, pero creo que exceden las intenciones de esta columna.

09 de enero

Dan ganas de mandarte un insulto de vuelta, pero para qué vamos a hacer que esto sea un pin pon de insultos, no? solo decir que tu comentario es de la típica ceguera machista que demuestra la más absoluta falta de respeto por las demás personas, especialmente por las mujeres.

Xime

29 de enero

Y aquí tenemos el ejemplo «vivo» de lo que describe mi tocaya en el texto.
Se nota que no entendiste, no entiendes y al parecer tampoco entenderás el problema de fondo.
Ademá, no sé en qué parte habla de «rotos», por qué tendría que gustarle a ella a mi o a cualquier mujer la opinión de un tipo «x» que va caminando por la calle y que te la grita o susurra con un tono bastante asqueroso y morboso muchas veces… Ah, de veras, qué tonta! hay que ser tolerante! Tengo que permitirle a ese tipo que me diga lo que quiera, cuando quiera y de la manera que a él le parezca…. súper. Tal vez yo también me voy a quedar solterona según tu opinión.
Me imagino que eres de los que les dice «mijita rica», «guachita…», etc. a la mujeres que ves en las calles… sigue así campeón.

José A. Quintana

07 de enero

Excelente columna, cotidiana y cierta. En Chile estamos lejos de avanzar en esa senda, es un país marcadamente machista, incluso en los sectores intelectuales críticos. A estas cosas hay que bajarles el perfil, si a fin de cuentas… «son humoradas». Si tu criticas esto eres tratado de grave, poco hombre o declaradamente gay. Pero da igual, creo que el respeto y la dignidad se gana en lo cotidiano, no solamente en las grandes marchas como las del 21. Rectifico, el respeto no se debe ganar, es un derecho básico.

07 de enero

Gracias por tus palabras, José. Es con la valentía y con la sensibilidad de hombres como tú que podemos cambiar la actual asimetría del panorama, asimetría que, por arraigada, se invisibiliza. Hacer conciencia sobre esto siempre es una batalla ardua, porque te resistes a lo «normal», lo que te vuelve «anormal»: amargado(a), resentido(a), feo(a) o incapaz de relacionarte con lo erótico como «corresponde», o sea, desde la misma asimetría.

Son batallas permanentes, con hartas espinas, pero que valen la pena. Leer que un hombre acompaña en estas veredas, es una de las enormes satisfacciones.

Muchas gracias.

Mariana Ramírez

07 de enero

Qué paciencia la tuya, Xime. Y no lo digo por el tema de los piropos, sino por responder a cuanto machista ha comentado en este espacio. Que vengan a decirnos cómo debemos tomarnos el tema de los «piropos», cuando no tienen idea de cómo nos sentimos -a pesar de que se los estamos diciendo-; que vengan a tildarnos de amargadas y solteronas porque no sonreímos a las agresiones callejeras -sí, agresiones aunque nos digan «linda»-; que sean incapaces de entender que la solución no va por que nos acostumbremos y criemos cuero de chancho, sino porque los hombres aprendan -por las buenas o las malas- que no tienen derecho a gritarnos su opinión sobre nuestro físico. No somos sus plantas, o sus cosas, o sus mujeres. Somos personas que no conocen y, por respeto, debieran quedarse callados porque no saben si nos agrada su maldito piropo o no. Si no lo entienden, que venga la multa. Y ojalá sea una multa muy, muy cara.

07 de enero

Gracias por el apoyo, querida. Es un tema en el que a veces uno siente que está hablando en el desierto. La verdad es que supuse que estas cosas sucederían con una columna de este tipo. Pero también hay gente que tiene conciencia y ver cuántos hombres están interesados en que estas prácticas cambien y nos tratemos con más respeto, es una tremenda alegría.

También que me escribas tú. Un abrazote.

07 de enero

Justo el fin de semana conversé sobre este tema con mi pareja, y cuando le enumeré la cantidad de veces que he recibido palabras groseras o agarrones, se fue de espaldas:

– La primera vez que me agarraron el poto fue a los 13 años, de día, en pleno centro de Concepción. No ha sido la útima vez que ha sucedido (perdí la cuenta).

– La primera vez que me agarraron un pecho (y me lo retorcieron, quedó morado) fue a los 16 años, de día, en pleno centro de Concepción. Tampoco ha sido la última vez que ha sucedido.

– También como a los 15 años, salí a patinar (de nuevo, de día, pleno centro de Concepción) al corredor que había donde estaba el supermercado Las Brisas, y un viejo se me acercó a la oreja e hizo ese ruido sibilante/de shupeteo tan clásico y tan asqueroso. Ese que ESTOY SEGURA de que al menos la mitad de las mujeres ha escuchado. Ese mismo que años después hizo un tipo en el Paseo Ahumada, a quien empujé y me respondió con un combo.

Lo anterior son los eventos destacados. He perdido la cuenta de la cantidad de silbidos y «piropos» groseros y asquerosos, dichos en su mayoría a la pasada, desde un edificio, o desde un auto en movimiento. Y la impotencia y la rabia que se siente es una mierda.

Y para mí, lejos lo más empelotante de todo eso es que OTROS se creen con el derecho de decirle a la persona agredida cómo tiene que sentirse. «No fue para tanto», «exagerada», «amargada», «pero alégrate, poh, si te encontró bonita».

Con todo respeto, yo no le digo a otros cómo tienen que sentirse ante cosas que les ocurren a ellos, así que los invito a entubarse su opinión de cómo «tengo que» sentirme ante un supuesto piropo no solicitado ni bienvenido.

09 de enero

Marcela, qué fuerte testimonio das. A pesar de que la mayoría de las mujeres estamos tristemente familiarizadas con esto, es importante que se genere conciencia de la agresión que representa. Responder es legítima defensa, pero comprendo perfectamente que lo traumático de la respuesta a la defensa pueda haberte disuadido. Participar de espacios como este y sacar el tema en momentos en los que se pueda, son parte de una labor permanente, inclaudicable si queremos que esto cambie.

Un abrazo fuerte.

xoxo

07 de enero

Piropo fino?? que derecho tiene una persona a opinar de otra??? por muy fino y educado que sea.
nosotras salimos a la calle sabiendo como lucimos, no tenemos porque aguantar la incontinencia verbal de hombres con «personalidad».
Esa necesidad o ganas de tener q decirle algo a una mujer por muy fino que sea muestra como esta instalado en la sociedad la dominación del hombre.
LOS JUSTIFICAS Y NISIQUIERA TIENES HUEVOS PARA TIRAR UN PIROPO EDUCADITO… LOOOOOOSER

07 de enero

Si se puede legislar… No me quiero pronunciar específicamente bajo qué circunstancias y atenuantes (para ser en algo condescendiente) o agravantes (para ser realista) se podría aplicar una sanción personal directa «al agresor», porque se entiende que eso lo resolvería el proceso legislativo, pero, seguramente se podría llegar a establecer una forma de hacerlo, particularmente en casos que se hacen notorios ante la opinión pública o determinados círculos sociales, sin especificar ninguno, con la intención primera y fundamental de crear consciencia, o enseñar respecto del tema, o delimitar lo que es social y humanamente aceptable, para que las personas mediten en ello y tomen medidas correctivas, tanto en el grupo familiar como en el ambiente educativo, respecto de lo que se enseña o se promueve como una práctica común…

Independiente de ello, y creo que en un ambiente más práctico aún que lo que acabo de señalar y que ha sido ya comentado en el artículo de una u otra forma, es el hecho de buscar una legislación que apunte a delimitar fronteras a lo permitido particularmente en la publicidad televisiva, principalmente, pensando que es la televisión uno de los más amplios medios sociales que puede orientar determinadas conductas.

Por ejemplo, esto ha pasado con las campañas anti tabaco, ya que ahora no se ve en televisión réclames de cigarrillos, pero, antes abundaban… Caso similar podría ser el de la campaña referida «al hombre que golpea a una mujer», que busca fijar ciertos parámetros de criterios que puedan limitar las conductas agresivas respecto del tema…

Así, en televisión, me parece haber visto réclames en donde «es de lo más normal» que alguien piropeé a una mujer, pero, debiera tenerse en cuenta que no es una conducta o un hecho que las mujeres o el pleno de la sociedad acepten, por lo tanto, posiblemente si se pueda regular, al menos, la forma en que se entregan determinados contenidos televisivos o publicitarios en general, si se entiende que un piropo es, eventual y posiblemente, una «agresión sexual en potencia»…

08 de enero

Ni solterona ni amargada solo porque una persona se atreve a denunciar una situaciòn desagradable deve ser tildada en este modo.
Senor Claudio esto se llama coraje.

08 de enero

En las sociedades civilizadas, no se puede mirar a una mujer fijamente por más de 10 segundos, porque o sino eres acusado de acoso sexual y esto de los pirorpos es acoso sexual que debe ser erradicado de raíz de nuestra sociedad. Hay maneras civilizadas de poder entablar una relación de Amor Verdadero con las mujeres que debe ser enseñada e inculcada desde pequeños. Soy de una familia de 14 hermanos, 7 mujeres y 7 hombres y allí aprendimos a respetarnos mutuamente desde chicos y a tratar con respeto a todos como debe ser. Saludos Ximena y te apoyo absolutamente. Tendre en cuenta este aspecto para incluirlo en los programas de trabajo de las organizaciones sociales en las cuales trabajo.

09 de enero

Muchas gracias, Bernardo. Que esto sea parte de los temas que discutimos y cambiamos cotidianamente es fundamental.

Un abrazo (¡¡14 herman@s!!)

Alex Peraita Díaz

09 de enero

Toda la razón Ximena: Es una costumbre cobarde, obscena y ruin que debemos erradicar de nuestra sociedad. No es gracioso ni halagador hacia las mujeres. Es una agresión, generalmente cometida por tipos inferiores amparados en la masa. Y creo que el Estado debería gastar algo de dinero en una campaña que desacreditara esa horrible práctica, por el respeto que le debemos a las mujeres de nuestro país.

09 de enero

Gracias por comentar, Álex. Creo que una campaña es un buen comienzo. Y necesaria.

09 de enero

El usuario Stolpkin comenzó a participar en esta columna bajo el nombre Nicolás Stolpkin. Luego de debatir con la autora, cambió ese nombre por el de una mujer. Dado que se trata de una discusión sobre un tema de género, este gesto nos parece grave.
Somos una comunidad ciudadana, con bajas limitaciones para poder comentar, escribir o participar en la plataforma, por lo mismo, ocultar, cambiar o falsear una identidad nos parece delicado y una falta de respeto al resto de la comunidad que comparte sus opiniones en los comentarios.

Como desconocemos la real identidad de la persona original (Stolpkin), la próxima vez que ocurra un caso similar de cambio de usuario con mensajes como los vertidos en esta columna procederemos a: 1. enviar un correo autor y 2. suspender la cuenta.

Llevamos casi 3 años formando una comunidad donde el debate es nuestro principal activo, por eso lo cuidamos. Gracias a todos y todas por participar en esta entrada.

Daniel

10 de enero

Ximena,

Potente denuncia, sobre algo tan cotidiano que hasta pasa por «invisible» como conducta social.

Comparto contigo la visión sobre lo cobarde del gesto, máxime cuando como agravantes en el hacer del «piropero de cuneta» aparecen el descampado, actuar sobre seguro, la desproporción de fuerzas (la patota), la vulnerabilidad circunstancial (e.g. ir con un hijo), etc.

Ahora, en términos prácticos no veo viable desincentivar esas conductas por vía de una multa, que si bien academicamente parece una forma lógica de acción del ius privatum, imaginate cómo sería el tratar de hacer cumplir esa norma.

El asunto, creo, se podría abordar nacionalmente como materia de largo aliento en un enfoque educacional de «respeto por el otro», donde el «piropeo» sería uno de varios ejemplos de conductas a tratar de erradicar de nuestra cultura. Mientras nos demoramos en formar nuestros niños, podríamos tratarnos los adultos con mensajes dirigidos a crear el concepto de «así atacan los cobardes», etc., de modo de ponerle chapa a la conducta. Este es un punto importante: ponerle chapa a la conducta. No se trata de «algo divertido, que es tan nuestro como los porotos» (o algo así). El gesto en cuestión es un ataque artero, cobarde, casi siempre ofensivo y ordinario. Las agudezas e ingenios en este terreno, tristemente, no abundan en nuestro acervo.

En este punto hago ver que los piroperos de cuneta en su mayor proporción atacan en patota. Rara vez alguno de estos pájaros se manifiesta de uno-a-uno y solito con la «homenajeada» por su verso agudo.

Incluso más: en una alta proporción de veces la agudeza no va dirigida a obtener una respuesta de la piropeada, sino que el gesto más bien pretende que el grupo lo valide como el tipo choro y canchero que visiblemente se interesa por «las hembras». El piropero requiere ser visto y escuchado por su patota, para validarse y calificar en su ranking de agallado.

No lo recomiendo, por peligroso, pero alguna vez he visto mujeres devolverse sobre los pasos y encarar a estos poetas de pacotilla: «¿ a ver, qué me dijiste, tonto CTM?» «¿qué te creís tal por cual?», etc., y créeme que ha sido penoso ver a los machotes desarmarse intentando tartamudear alguna imbecilidad exculpatoria.

Mala experiencia para tí y tu viejo. Imagino la impotencia y frustración por no poder atacar a la jauría en defensa de su cría, justa respuesta de león viejo en defensa de su prole ¿no?.

Un abrazo,

Daniel

P.S.: hay un coleguita que más arriba escribió en los comentarios su encontrada opinión con tu columna. Quisiera pedirle a ese coleguita que con una mano en el corazón aquí nos declarara cuál habría sido su sentir y su actuar si él hubiera sido el acompañante de la víctima de los piroperos de cuneta…Otra cosa en con guitarra, coleguita, que a la hora de opinar de pronto la hilacha se nos asoma por lo bajo

10 de enero

Daniel, no sólo me parece que tu comentario es de enorme solidaridad y empatía, sino que además creo que tienes muchos puntos interesantes, que valdría la pena revisar con mayor detención. Con un buen amigo abogado pensamos en posibilidades de acciones legales en casos más fuertes de acoso. Él me sugirió escribir esta columna y ver cuáles eran las reacciones. Lo que planteas respecto de la dificultad de cumplir una norma de este tipo (los testigos, la dificultad -y el machismo – que habría que enfrentar al repetir aquello que fue dicho, etcétera) tiene mucho sentido. También son muy claras las pautas que describes para este tipo de acoso.

Ya que la conversación ha fluido en este foro, me atrevería a proponerte que escribas una columna sobre el tema, con esta mirada que planteas tan agudamente, en esta misma plataforma, usando como base el comentario que has posteado. ¿Te tinca? ¿Te parece?

El diálogo, ese viejo modo de llegar a nuevos consensos.

Un abrazo, gracias por comentar, Daniel.

francesca olivares

29 de enero

soy una persona a la cual si le llega un combo de algun cobarde no le interesa con tal de verlos detrás de las rejas o dandole explicaciones a un tribunal aunque despues los dejen libres, a mi me han dicho groserías hasta con mi bebé de dos años a mi lado, obviamente con ella no hago nada, pero cuando voy sola no dudo en responderles igual o peor, la semana pasada llegué a hacer sangrar de la cabeza a un idiota que me dijo «mija te la metería hasta hacerlo salir por las orejas», me piqué y le tiré una bolsa donde tenía una botella con agua, me trató de salvaje y yo le dije que si me denunciaba por eso yo lo haría por acoso sexual que es mucho peor, debido a que yo tenía testigos que escucharon esa obscenidad, HAY ALGUNOS QUE CREEN QUE ES MUY CHISTOSO LO QUE HACEN, pero les sale alguien más choro que ellos y literalmente se hacen bolita, HAY OTROS TANTOS QUE JURAN QUE SOMOS DÉBILES, pero la realidad es que somos muchas las que nos estamos aburriendo y llevamos gas pimienta en nuestros bolsos, no se sabe cuando nos toparemos con algún psicópata, MUJERES Y HOMBRES, PROTEJAMONOS ENTRE NOSOTROS DE ESTOS DEPREDADORES PORQUE NO SE SABE SI PUEDE PASAR DE ALGO MÁS ALLÁ DE UN «PIROPO».

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