Maternidad asistida, una lucha constante por ser validada en tu rol de madre y/o padre. Estamos en un mundo diverso, donde las diferencias te enmarcan dentro de prototipos, estigmas o simplemente definen tu identidad, ese yo único e irrepetible, sujeto de derechos y deberes.
¿De qué trata la maternidad asistida desde los derechos humanos?
Pues bien, este mundo diverso y de diferencias, invisibiliza a aquellos que no encajan en estos prototipos de «normalidad», privándolos de muchos derechos, entre ellos, la maternidad.
Así parte mi historia como madre en situacion de discapacidad severa, y se encasilla como un «caso aislado», no desde la premisa que nací mujer, con un útero que está en mi cuerpo para procrear, sobreponiéndose la condición de discapacidad, por la naturaleza humana, presuponiendo que soy asexuada, y muy lejos de esta convencional estereotipo de cómo debe ser una madre.Soy madre, mis derechos y los de mi hija están en manos de voluntades. No hay ley que asegure y, reitero, nos valide como tal.
Mi condición me confiere el tilde de problemática, no por haber nacido con discapacidad, hay miles de mujeres y hombres que nacen así, el énfasis está en que «esta mujer discapacitada es madre». Debo estar acompañada en todo momento, en primer lugar por mi hija, y segundo, porque respiro mediante un ventilador mecánico, y una traqueotomía, que debo limpiar varias veces al día, para no ahogarme.
En este contexto, me es imposible cuidar de mi hija, por mis propias manos, lo cual no es algo que yo pueda controlar, independiente de esta condición de dependencia severa, me siento totalmente capacitada para ser madre.
Cabe señalar, que si bien me siento una madre capacitada, la inexistencia de mecanismos de apoyo que me permitan serlo, me invalida inmediatamente como tal; una contradicción abismante, si uno de los abanderados en estos tiempos es la inclusión.
Por cierto, que está invalidación se haga invisible socialmente, agudiza aún más está realidad, naturalizada a los ojos de los que observan desde la vereda del frente.
Resaltar también que si yo me viera en la obligación de derivar los cuidados de mi hija a terceros, sería netamente por mi discapacidad, no porque yo esté vulnerando sus derechos, o sea un riesgo en su vida o simplemente no la quiera, y esto es lo que buscamos visualizar, las madres en situación de discapacidad severa, lo insensato de las instituciones frente a esto, ocultando la envergadura del tema; y peor aún, que te vean como el problema, más que una instancia para propiciar cambios, la riqueza que envuelve la maternidad en la discapacidad, está nueva esperanza de vivir, cuando nace un hijo, cuando uno cree que está todo podrido.
Es triste sentirse sola contra todos, como si tú hobbies fuese pelearte con el mundo, cuando la verdad, es que lo único que necesitas y buscas es ser escuchada y validada.
Claramente, aquí debemos asumir que hay mucho que construir, como sociedad y gobierno.
Y por último, hacer mención a la necesidad de dejar de vernos como cuerpos enfermos, y derivar nuestros cuidados o asistencia personal al área de salud, puesto que los costos son altísimos, y no responden a lo que realmente necesitamos.
Soy madre, y mis derechos y los de mi hija están en manos de voluntades. No hay ley que asegure y que nos valide como tal.
No buscamos regalías ni beneficios especiales. Queremos derechos y validación.
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