Parece evidente que una de las salidas a las desigualdades que viven las mujeres es la corresponsabilidad dentro del hogar que se refiere al reparto equilibrado de las tareas domésticas y de las responsabilidades familiares, su organización, el cuidado, la educación y el afecto de personas dependientes dentro del hogar, con el fin de distribuir de manera justa los tiempos de vida de mujeres y hombres.
En ese sentido, y según la tasa de ocupación femenina en Chile, que es de 46,4%, brechas de género en la tasa de participación que es de 19,4%, según la Encuesta Nacional de Empleo (INE), trimestre octubre-diciembre 2022, parece evidente que ese tipo de corresponsabilidad es necesaria para generar mayores y mejores espacios para que las mujeres puedan desarrollar y equilibrar las distintas esferas de la vida.
Pero para que esta corresponsabilidad se desarrolle y las familias, independiente de su composición, tengan la oportunidad de ser corresponsables, es necesario que se ejerzan roles sociales y responsabilidades públicas de otros actores de la sociedad: que exista una corresponsabilidad social.
Es necesario avanzar hacia un mercado laboral con mayor compromiso con la calidad de vida de las personas, no sólo desde la generación de medidas y políticas de conciliación, sino también de apuestas valóricas por la igualdad.
En Chile hay poco más de 100 empresas que, de manera voluntaria, están en proceso o se han certificado en la norma 3262:2021 sobre Igualdad de Género y Conciliación, herramienta que abre una oportunidad para que las organizaciones identifiquen y visibilicen las brechas, barreras e inequidades de género, e implementen acciones que apunten a su abordaje con un enfoque en las personas.
Experiencias en este sentido permiten comprobar que las organizaciones que apuestan por esta transformación de la cultura organizacional, aumentan los índices de satisfacción por parte de trabajadores y trabajadoras, el clima laboral mejora, y además, se transforman en espacios laborales más eficientes y con mayor cohesión interna.
En relación a lo anterior, la “Ley de las 40 horas» también abre un desafío para generar mejores condiciones para la conciliación de la vida laboral y personal. Lo importante en ello es que el enfoque esté en la corresponsabilidad social desde las organizaciones laborales, junto con políticas y medidas que se basen en la igualdad y equidad de género.
Para que personas puedan conciliar en la lógica de la corresponsabilidad, necesitamos más Instituciones Públicas, organizaciones de la sociedad civil y empresas que apuesten por la igualdad y equidad entre hombres y mujeres
El llamado es a apostar por cambios culturales que permitan replantearse la manera cómo entendemos la relación trabajo, vida personal y familiar desde la igualdad y equidad de género y también desde el bienestar, donde exista una mayor cultura de conciliación, donde quienes lideran equipos de trabajo, incorporen una mirada interseccional, que generen relaciones de confianza y diálogos sociales para avanzar en construir propuestas que respondan a necesidades e intereses mutuos.
Por último, para que personas puedan conciliar en la lógica de la corresponsabilidad, necesitamos más Instituciones Públicas, organizaciones de la sociedad civil y empresas que apuesten por la igualdad y equidad entre hombres y mujeres, que asuman compromisos sociales, que comprendan que la conciliación es parte del desarrollo humano de todas las personas y que preocuparse por la calidad de vida de los trabajadores y trabajadoras es una apuesta de justicia y bienestar.
Columna coescrita por Rocío Munizaga Copano y María Jesús Chaparro-Egaña
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