Mi nombre es Enid, tengo 42 años soy mujer trans e Ingeniera de Sistemas; no voy a profundizar en temas de derechos trans (hay bastante y buenos estudios); me enfocaré en relatar un poco de mi experiencia personal desde el inicio de mi tránsito al momento actual en mi ámbito profesional.
Renuncié a mi empleo anterior de Consultor de Implementación nivel IV, porque el ambiente laboral no era grato y con una clara tendencia homofóbica, lo que me llevó al proceso de encontrar un nuevo empleo en pleno tránsito de género; las entrevistas eran escasas y más de una ocasión noté que los entrevistadores fijaban su atención en mi apariencia más que en mis conocimientos y experiencia; poco importaba tener dos títulos, diplomados de especialización, cursos, etc.; las preguntas iban de manera indirecta o directa a averiguar si me iba a “operar”; lo veían como algo negativo porque en proyectos se trabaja siempre con plazos muy acotados y tenía que responder un “no” incómodo; ¿es normal ir a una entrevista laboral y que en ella te pregunten algo con respecto a tus órganos genitales? Preguntas que mataban todo el Feeling del momento, a causa de la curiosidad que significaba una nota pequeña en mi CV: “Trans en proceso de regularizar cédula de identidad”. Recuerdo una entrevista para un cargo en una compañía de Seguros, el entrevistador apenas me vio se levantó de su asiento y me pidió que lo acompañara afuera de la oficina, en el pasillo me dijo que para él no era ningún problema “mi condición” porque había vivido en Europa; pero, tenía que cuidar el “prestigio de la empresa” y me agradeció de antemano con una muy amable sonrisa (en apariencia lo era).Si sumamos: ser mujer, mujer trans, pobre, migrante, de pueblos originarios; el resultado será el aumento de la brecha tanto de monto de salario como de acceso a un trabajo estable, una clara desventaja que indica que «no somos iguales».
A medida que iba avanzando mi tránsito; mi apariencia cambiaba y si bien, podría decir “que pasaba” como mujer (término que no me gusta); ahora me dificultaba mostrar mis certificados, diplomados o cualquier documento oficial para validar mi experiencia laboral con nombre masculino cuando en una entrevista se desarrollaba sin preguntas sobre mi género; no podía cambiar toda mi documentación porque no tenía el tiempo y dinero para hacerlo (La Ley de Identidad de Género no asegura la nueva validez de ellos; se deben analizar caso a caso y dependiendo de cada institución); tenía de decidir según la ocasión de mostrarlos u ocultarlos, siendo que con eso obviamente ponía en jaque tal vez el resultado de la entrevista (Por otro lado, ocultarlos me pondría en desventaja).
Pasaban los meses y al año y medio cesante; entré en una dinámica de trabajos por proyecto (3 meses); pensaba que conocer a una mujer trans iba a ser una experiencia enriquecedora para mis compañeros de trabajo y que les sensibilizaría en muchos aspectos sobre el tema; por el contrario, recibí trato hostil en varias oportunidades. Con el paso de las semanas, sentía poca confianza profesional de parte de mis colegas, notoriamente bajaba la carga y relevancia del trabajo asignado y el sueldo que ganaba era menor; por lo que efectivamente ser trans y mujer, aumentó notoriamente la brecha salarial, el alcance y relevancia de mi trabajo.
Si bien, ya tenía un empleo y en algunos me reconocían como mujer; notaba cierto recelo de colegas hombres respecto de opiniones o críticas sobre la toma de decisiones de desarrollo (yo había sido durante 10 años Consultor); lo que ponía en evidencia una marcada tendencia sexista y peor aún, en estos lugares la relación hombre-mujer era de 1 a 5; situación muy contradictoria dado que en sus inicios la informática era principalmente liderada por mujeres. Recordemos a algunas referentes como Grace Hopper (Que creó el primer lenguaje de programación), Margaret Hamilton (Desarrolladora del software de navegación «on-board» para el Programa Espacial Apolo) y las ingenieras afroamericanas Katherine Johnson, Dorothy Vaughan, Mary Jackson y Christine Darden en su inmenso aporte al desarrollo de la carrera espacial de la NASA, por mencionar sólo a algunas; pasamos a un mundo donde cualquier persona podría ser programador informático a uno donde el informático es un hombre de poca empatía e interacción social; una reproducción del imaginario colectivo del exitoso y a la vez incomprendido Geek informático; estereotipos sexistas que han causado mucho daño, minando la pluralidad en esta y otras profesiones; en la realidad ser informático es mucho más que pasar encerrado programando y ser hacker (Que curiosamente, principalmente es un rol masculinizado).
Independientemente de mi experiencia personal, mirando a la sociedad las cifras son preocupantes; sólo el 11% del total de desarrolladores a nivel mundial, según el informe Java Web, Mobile and PHP Salary Survey son mujeres; en Chile, un estudio del 2018 señala que sólo un 8,9% de mujeres egresadas de IV medio y matriculadas en informática eran mujeres; por otro lado, la brecha de sueldo en este tipo de profesión es de un 10,8% menos que los hombres (Según cifras del INE-2019).
No importando el género u orientación sexual (o lo que sea); el trabajo es más eficiente si el talento es diverso; por lo tanto, un camino es reconocer la influencia negativa de la cultura patriarcal que crea la falsa idea de que las mujeres son malas para la lógica o las matemáticas; pero, eso no es suficiente ya que es necesario crear mecanismos de protección laboral con respecto a la contratación de mujeres jóvenes en paridad (muchas veces discriminadas con excusas de la maternidad) y en cuanto a mujeres trans, es un poco más compleja la situación si pensamos que solamente hace unas semanas en el congreso se rechazó la Ley de Educación Sexual Integral (ESI), elemento sumamente clave en la base educativa que luego influye en tanto en la empatía de un entrevistar y al clima laboral posterior.
No me gusta remarcar la diferencia entre mujer CIS y mujer trans (te pueden catalogar de Transfóbica), ambas son mujeres obviamente; no obstante, si hay que tener presente que ser CIS o no CIS es un factor relevante que se suma a un sinnúmero de otros factores que se suman y desembocan en una diferente igualdad de oportunidades frente a la vida profesional y personal; debemos comprender como sociedad que el género es una epistemología política sin realidad empírica y que es una práctica histórica de diferenciación y jerarquización funcional a la colonización y a la segmentación de la población para crear nichos de producción funcionales a la mantención de un modelo que considera al humano como parte de la maquina; la revolución tecnológica en su avance afecta inexorablemente los procesos de procesos de producción y reproducción de la vida, en cuya mutación el cuerpo y su sexualidad ocupan un lugar principal y determinante en éxito o fracaso de una sociedad y en el que todes tenemos un rol activo y relevante para aportar al fin de estos males sociales.
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