Hay mucho cinismo e hipocresía aplicado con alevosía en la forma de actuar de la derecha chilena, desde sus distintos espacios de poder.
Dos ejemplos son suficientes para describir lo anterior, ambos en torno a la problemática de la violencia contra las mujeres en todas sus formas.
Las organizaciones de mujeres dieron un lucha potente para instalar en el discurso público y convencer al poder político de que la violencia contra la mujer en las relaciones de pareja es más que una falta, una mala conducta, un pecado… es un delito. Y de connotación particular, por la habitualidad y alevosía con que se expresa en muchos casos, llegando a la muerte de las mujeres, que conocemos como femicidio (muy a pesar de medios y actores de la política institucional que lo llaman ataque de celos, muerte pasional y otros).
Desde el año 2005 se instala en nuestra legislación como un delito y con sanciones específicas. Lamentablemente la implementación de Ley 20.066 no es lo todo lo eficiente y efectiva para garantizar la protección y vida de las mujeres chilenas. El delito de violencia intrafamiliar tiene una tendencia sostenida hacia la mayor judicialización y suspensión condicional. La relación de esta última con la sentencia definitiva es de 36% a 9.5%. En esta salida alternativa, basta el acuerdo entre el fiscal y el imputado: no es necesario el consentimiento de la víctima. Además, el Ministerio Público se libera de la obligación de investigar. La solución que la justicia da a la víctima es una mera formalidad, la investigación falla afectando a todo el proceso judicial, y algo tan fundamental para las víctimas como es ver que los responsables sean sancionados, ocurre tarde mal y nunca.
El SERNAM de la derecha da dos respuestas a esta situación. Por un lado, lanza una campaña millonaria, promoviendo la denuncia de la violencia en la relación de pareja, diciendo que quien maltrata a una mujer es un maricón y no un delincuente. Desvirtúa la problemática dando un mensaje errado a las víctimas y al agresor. La violencia deja de ser un delito y simbólicamente reposiciona el acto como una conducta errada, realizada por un hombre que ellos y ellas dicen ser poco hombre.
Por otro, deja a las víctimas -que valientemente acogen el llamado a denunciar- desamparadas y con la angustia que la represalia del agresor-delincuente puede tener consecuencias fatales. Porque cuando las mujeres van a solicitar apoyo para que el proceso judicial no quede en una simple suspensión condicional les dicen: “así es la ley, lamentablemente”.
Otra situación, muy publicitada en estos días, es el acto violento ejecutado por el diputado Enrique Estay contra Mildred Mella, secretaria del diputado comunista Guillermo Teillier. Tras un forcejeo del Diputado Estay –quien sabía del embarazo de la secretaría según es posible escuchar en las imágenes transmitidas- contra Mildred, ella pierde el hijo/a que estaba esperando.
Las declaraciones del diputado son cínicas e hipócritas: “médicamente (la) secretaria sufrió pérdida de un embrión (y) no de una guagua”… “no hay aborto, no hubo intencionalidad, pues no hubo dolo, no era notaria la condición de ella”… “estoy sumamente tranquilo, no tengo ninguna responsabilidad en la pérdida de esta criatura, no ejercí en ningún momento ninguna clase de violencia”. “Hay un claro montaje político, ella es secretaria de un diputado y presidente del Partido Comunista y ellos saben mentir”. El diputado Estay miente para encubrir un hecho deleznable y no se autoaplica la inquisición o al menos la condena de su Señor, que bien promueve contra las mujeres que por muchas razones y/o motivos decide terminar con su embarazo.
Pareciera ser que la mentira, el travestismo de la letra chica, la ley del embudo, entre otras tantas conductas cínicas e hipócritas de la derecha, llegaron para quedarse… la buena noticia es que –y parafraseando a Joaquín Sabina- tal insolencia, cinismo e hipocresía con alevosía, que busca contaminar nuestra decencia y secuestrar nuestra fantasía por garantizar más respeto y derecho a las mujeres en Chile, no es ni será tolerada, aunque nos tiren a la policía, el rigor de la ley de los hombres o de sus dioses.
* Tatiana Hernández Comandini, Observatorio de Género y Equidad
Comentarios
26 de octubre
Buen artículo. Sobre todo, necesitamos denunciar con claridad y fuerza este tipo de incoherencias.
Un saludo!
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