El emprendimiento con enfoque de género debería constituir parte importante de las herramientas de la política social que permitan mejorar el desarrollo humano.
Debemos contextualizar el fenómeno de la pobreza, en un análisis mucho más amplio que la falta de ingresos, y que tanto la pobreza como las condiciones de vida que experimentan las personas y los hogares no pueden ser medidas por un solo indicador. La pobreza incluye privaciones en distintas dimensiones, tales como educación, salud, vivienda, empleo, empoderamiento, discriminación, seguridad personal, entre otros.
Este nuevo enfoque es complementario a la de ingresos y permite comprender el fenómeno de la pobreza de manera más integral.
El empoderamiento de las personas y hogares pobres constituye un aspecto fundamental de la política social. Ahora bien, este énfasis en la pobreza no debe ser exclusivo y uno debería considerar el empoderamiento de las mujeres como un aspecto fundamental del desarrollo humano en todos los niveles de ingreso.
El concepto de emprendimiento, tiene una estrecha relación con impulsar el empoderamiento de la mujer, el concepto de empoderamiento es un concepto sociopolítico de gran potencia, el cual invita a tomar el control de las acciones y consecuencias de nuestros actos y ser agentes activos de dicho proceso. La idea principal detrás de este análisis apunta a que el emprendimiento requiere disponer de una cierta capacidad innata que permitiría fortalecer el empoderamiento de la persona que decide emprender. Este último efecto está relacionado con la naturaleza misma del emprendimiento, donde las personas desarrollan su creatividad con el fin de alcanzar ciertas metas y objetivos, y es consistente con la idea de que el empoderamiento permite aumentar la libertad de elección y acción.“El empoderamiento económico” pone a la mujer en un escenario de aparente libertad de decisión y control frente a la superación de la adversidad y precariedad económica
El impulso del emprendimiento debería constituir parte importante de las herramientas de la política social que permitan mejorar el desarrollo humano y reducir la pobreza. Los determinantes del emprendimiento deben ir más allá de la aversión al riesgo o disponer de ciertas habilidades, y deben incluir ciertas percepciones subjetivas del emprendedor.
Si bien podemos ser muy optimistas en ver el emprendimiento como una herramienta para la superación de la pobreza, también debemos ser críticos a la hora de analizar las diferentes oportunidades que existen para emprender. Desde el discurso de la política pública, dicho concepto es apropiado desde la visión neoliberal de que este, se logra principalmente a través del esfuerzo y sacrificio personal. Es por tanto un mandato a la mujer a asumir un rol protagónico y solitario en la superación de la adversidad principalmente desde el plano económico a través de la gestión de sus recursos individuales. Ello muchas veces alejado de una contextualización que visibilice la desigualdad estructural en la que dichos desafíos aparecen.
Este “empoderamiento económico” pone a la mujer en un escenario de aparente libertad de decisión y control frente a la superación de la adversidad y precariedad económica, poniéndola en una posición llena de desafíos y sacrificios personales, por tanto un mandato a la mujer a asumir un rol protagónico y solitario en la superación de la adversidad principalmente desde el plano económico a través de la gestión de sus recursos individuales. Ello muchas veces alejado de una contextualización que visibilice la desigualdad estructural en la que dichos desafíos aparecen, para poder desarrollar sus competencias, deben focalizarse en sus propias herramientas según ingreso, perjudicando a las emprendedoras de sectores más vulnerables, es por eso que muchos emprendimientos que crecen bajo esta sombra social, rehúsan de la formalización de sus emprendimientos, muchas veces por miedo a de perder la causalidad de los subsidios de protección social, becas, etc.
Actualmente la crisis sanitaria y económica causada por la pandemia del Covid -19, ha puesto en evidencia, que no solo vivimos una crisis de salud pública, sino que también económica y doméstica, la cual afecta, directamente a debilitar los emprendimientos de muchas mujeres, el cierre de jardines infantiles y colegios, han trasladado esta responsabilidad a los hogares recayendo principalmente en la mujer, y por otro lado el no contar con un capital inicial, ni con financiamientos de los sectores privados o públicos, este gran número de emprendimientos no podrán seguir sosteniéndose, lo cual conllevara a una situación crítica en cuanto a la economía familiar.
Entendemos que esta es una crisis a nivel mundial y que sus efectos son transversales, pero es evidente que se agudiza mucho más, en mujeres emprendedoras de los sectores más vulnerables de nuestro país y por lo tanto esta temática toma una atención especial en un futuro de corto y de largo plazo.
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