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Cargando una Pena: Madres con hijos privados de libertad

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Ser mujer, vivir en la pobreza, tener un hijo/a preso y volver a criar, son algunas características de las madres de las que quiero detenerme a escribir. En este mes donde se celebra a las madres, me gustaría hablar de aquellas con las que llevamos 6 años trabajando en espacios individuales y grupales, siendo testigos de una maternidad marcada por la culpa, la violencia y la soledad.

En Chile el 92% de las personas privadas de libertad son hombres, de ese porcentaje el 63% declara tener hijos e hijas.  La experiencia de trabajo nos dice que esos niños y niñas se encontrarán viviendo en sectores caracterizados por la pobreza, el tráfico de drogas, la violencia y la exclusión, quedando al cuidado casi exclusivo de mujeres. Mujeres que en un porcentaje no menor son sus abuelas, madres de quienes se encuentran privados de libertad. 


«La sociedad te dijo que esos hijos son sólo tuyos y será tu culpa las malas decisiones que ellos tomen. Por eso, ser madre de una persona que se encuentra privada de libertad le agrega la evidencia que se busca para explicitar el “fracaso”.»

Estas mujeres, tienen historias similares. Embarazos a edades tempranas, sobre carga laboral (en el hogar y fuera de este), problemas de salud mental que se manifiestan en la tan conocida y autodeclarada “depresión”. La droga, principalmente la pasta base, también cruza muchas de estas historias de vida, ya sea porque ellas mismas la consumieron o porque un familiar consume. Hay proyectos de vida truncados, sueños que no se cumplieron y muchas aparentan tener mayor edad de la que realmente tienen, porque las injusticias calan profundo la piel.

Ser madre-abuela te pone en una situación de especial vulnerabilidad. Comenzar a criar en una etapa de la vida donde ya no se cuentan con las mismas energías y ganas que antes, considerando además que esta nueva maternidad no fue una elección. Es una maternidad que llega de golpe, que se asume más por amor que por ganas de criar. La brecha generacional es más evidente, repente hay que volver al colegio y hacer tareas, cambiar pañales y salir a urgencias médicas en medio de la noche, volver a evaluar permisos para salir o intentar llegar a acuerdos con un adolescente.

Si criar de por sí es difícil, criar con culpa por el “fracaso” es mucho peor. La sociedad te dijo que esos hijos son sólo tuyos y será tu culpa las malas decisiones que ellos tomen. Por eso, ser madre de una persona que se encuentra privada de libertad le agrega la evidencia que se busca para explicitar el “fracaso”. Pero como esta vez no se quiere fallar, entonces hay que estar siempre presente en la vida de los nietos/as, no podrán salir de la casa, necesita verlos constantemente, se castiga con más fuerza, es un cuidado que agobia, que cansa, que frustra, que rompe confianzas.

Ahora, además deberán aprender del mundo de la cárcel y sobretodo aprender a transar. A transar sus tiempos, deberán compatibilizar cuidados con visitas al centro penal; a transar su dignidad, deberán estar dispuestas a ser desnudadas para ingresar al centro penal; a transar sus planes, sus proyectos, ya que en un primer momento tras la privación de libertad el mundo parece que se detiene y hay que reorganizar.

Tener a un hijo o hija privado de libertad es una situación difícil de sobrellevar, además de la separación familiar y los problemas económicos que se vienen por la nueva organización familiar, deberán cargar con el estigma de la condena de un delito que no cometieron. Ahora más que nunca deben sostener económica y emocionalmente a su grupo familiar, sobrellevar la discriminación y aprender a enfrentar las preguntas de los niños/as queriendo saber dónde está su padre.

 ¿Cómo se le explica a un niño/a que su padre está preso? Cómo explicar que cometió un delito, que es pobre, que se metió en la droga, que la sociedad es desigual. Cómo se le explica a un niño o niña que tenemos un modelo económico y político que los excluyó, que los abandonó, que no son clase media como les dicen, que realmente viven en la pobreza.  Cómo hablar de injusticias sociales, de crímenes, de cárcel, de paternidad.

En la mayoría de los casos, a los niños/as se les oculta la privación de libertad del padre, mientras se pueda. Los adultos tenemos la loca idea de que es mejor no hablar de lo que nos daña, porque de algún modo pareciera no existir. Se inventan historias que ayudan a sobrellevar la situación, como aquella que dice que el padre trabaja en el norte. Pero ahora este no llegará a los cumpleaños, ni a la navidad, tampoco a la celebración del día del padre en el colegio. De a poco los niños comienzan a descubrir esa verdad, que de una manera u otra ya sabían, y desafían a las mujeres a ver lo que no quieren ver.

Para muchas vivir la privación de libertad de un hijo/a es aprender a vivir en soledad, entender que se está en deuda y que te pueden pasar a llevar porque sí, porque eres mujer, porque eres pobre, porque tu hijo/a está preso y tú también tienes que pagar.  También se mezclan sentimientos de miedo, de injusticia y vergüenza.

Así enfrenta el día a día, mujer invisible, la madre-abuela que transita lento cargando bolsas plásticas camino al centro penal, que al igual que ella está a punto de romperse por el peso de lo que le “tocó” cargar.

Francisca Hidalgo, Directora Ejecutiva,
ONG ENMARCHA

TAGS: #Materinidad #Paternidad #SistemaPenitenciario

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24 de mayo

¿En algun momento piensan en las personas a quienes su hijo o hija dañó? ¿La carga que tienen que soportar esas personas? Porque su hijo o hija esta preso porque causaron un gran mal a personas que jamas les hicieron nada a ellos.

No, uds no hacen eso. Uds no estan mostrando la cara diciendo «Esto es lo que nos hiciste, hijo o hija, con tu accion, esto es lo que le hiciste a estas personas. Repara el daño, exijo que repares el daño» y plantean formulas para que su hijo o hija repare el mal causado. No. Uds estan apelando a la lastima «Oh, yo pobre victima»… «Oh, malvada sociedad que me culpa por no haber sido capaz de enseñar a mi hijo o hija que jamas deben hacer daño a otras personas». ¿La sociedad les obligó a tener hijos? No, uds los tuvieron. Y cuando su hijo o hija cometio el primer acto detestable, cuando agredieron a un compañero, cuando le robaron a otro, cuando faltaron a clases ¿que hicieron? Solo sentir lastima de uds mismas.

¿Cómo se le explica a un niño/a que su padre está preso? Sencillo: TU PADRE/MADRE ES UN DELINCUENTE QUE CAUSO DAÑO A OTRAS PERSONAS. No lo hizo por pobre, no lo hizo por excluido. Lo hizo porque disfruto haciendo daño. O digan ¿por qué habria que creerles que sus hijos sienten pena o culpa cuando las ven ir a la carcel? Uno de cada dos reos vuelve a las andandas a peor. ¿Por que, si sus propios hijos no sienten nada por uds para no hacerles ese mal, esperan la lastima de los demas?

24 de mayo

Hola Marcela, primero quiero agradecerte el que hayas leído la columna y que te hayas atrevido a expresar tu opinión. Sabemos que los temas de los que escribimos generan controversias y por eso nos alegra encontrarnos con personas dispuestas a abrir el debate.

Nuestra intención no es exponer una situación apelando a la lástima, sino visibilizar realidades con las que trabajamos, tratando de mostrar “otra cara” de la delincuencia y la cárcel, esa que no se ve cuando se hace noticia sobre estos temas. Lo que contamos, son historias que conocemos y que buscan humanizar las implicancias que tienen las políticas de encarcelamiento como respuesta exclusiva al problema de la delincuencia.

No negamos que cuando alguien comete un delito transgrede las normas y daña vínculos sociales, por lo que obviamente debemos hacer algo y abordar el tema de manera muy seria. Lamentablemente todo lo relacionado a la delincuencia ha sido utilizado populistamente, reforzando lógicas de injusticia, imaginarios de quienes son los delincuentes e instaurando la lógica del castigo por el castigo, como la única forma de encontrar respuesta al daño causado. Estoy convencida de que no todos quienes cometen delitos van a la cárcel, no todos quienes cometen delitos son un peligro para la sociedad, no todos son responsables exclusivos de sus acciones.

24 de mayo

Para mí hay dos razones morales que nos obligan a apoyar a las personas que han delinquido. La primera, porque en muchos casos somos cómplices de los problemas sociales que causan los delitos. Implícitamente, toleramos las condiciones sociales de pobreza y desigualdad, que son factores que favorecen el aumento de los índices de criminalidad. Aquí me toca cuestionar tu afirmación “No lo hizo por pobre, no lo hizo por excluido. Lo hizo porque disfruto haciendo daño”, ya que la evidencia es otra. Las cárceles están repletas de personas pobres, excluidos, con bajos niveles de escolaridad, escasos vínculos familiares-afectivos, con autoconceptos que demuestran muy baja autoestima, entre otros.

En segundo lugar, es una cuestión de mera justicia. Cuando alguien recibe algún castigo, tenemos que responsabilizarnos de asegurarnos que la condena acabe. La realidad, sin embargo, es muy diferente: la condena establecida para alguien que cometió un delito puede acabarse, pero las consecuencias sociales colaterales continúan para los presos y para sus familias.

24 de mayo

Se que cuando se habla de personas que cometen delitos, aquellos que han sido víctimas de sus actos tienen la respuesta inmediata en la cárcel y en el castigo. Yo apuesto por un sistema reparador o restaurador que tenga más respeto por los derechos humanos y que vele para que la gente resuelva su deuda con la sociedad, pero que se haga de manera constructiva. Lo que sería una diferencia entre la retribución a la sociedad por medio del sufrimiento o por medio del servicio. Este segundo modelo a mi modo de ver es más equitativo y nos protege del crimen como comunidad.

Efectivamente nuestro país ha fracasado en su política de reinserción social, pero seamos realistas. Muchos nunca han estado insertos en la sociedad, entonces la tarea es aún más difícil y la deuda con las familias y las comunidades más grande aún. La responsabilidad es compartida y no buscamos lastima, buscamos equidad y respeto a los derechos humanos.

Francisca Hidalgo.

sebastien

25 de mayo

hola ONG

» La primera, porque en muchos casos somos cómplices de los problemas sociales que causan los delitos. Implícitamente, toleramos las condiciones sociales de pobreza y desigualdad, que son factores que favorecen el aumento de los índices de criminalidad.»

no, eso no es asi. yo no soy responsable ni complice de que alguien sea delincuente. eso es tu error. tu elaborado sentimiento de culpa no se lo puedes intentar enrostrar a todos, porque todos es nadie tal como fuenteovejuna enfatiza.

hay gente en situacion de miseria, indignidad y desamparo. y no son delincuentes. y yo tambien tengo una ONG y trabajo con ellos, quienes son dejados de lado por programas sociales y beneficios y salud y educacion. y no son delincuentes y no gastamos $400.000 mensuales en ellos y si en delincuentes.

es una pena lo que cuentas, no lo dudo, pero a tu pregunta «¿Cómo se le explica a un niño/a que su padre está preso?» la respuesta es obvia; porque cometio un delito y esta pagando las consecuencias de su decision y tu no lo hagas. y quizas con eso pudieramos abordar esa horrible estadistica que 9 de 10 presos son hijos de presos.

Juan

24 de agosto

Disculpa, de donde obtuvo la información de este artículo?

Marcela

01 de mayo

Se habla de presos pobres…sin educacion…eso no es la total realidad….Hay personas de clase media con educacion que dilinquen….que los llevó a eso? La droga.

Laura

13 de diciembre

Para mí más difícil aún mis hijos gemelos privado de libertad. El flor más grande que he tenido y la lmpotensia de no poder liberarlos y trabajar y finjir cada día cada segundo que nada me pasa que todo está bienn

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