En un mensaje en el que felicitaba por haber ganado un concurso de televisión a una joven que hace un tiempo accedió a la gratuidad, la expresidenta Michelle Bachelet se refería a ella como un ejemplo para los otros “chiquilles” que habían accedido a este beneficio. Es decir, aplicó este extraño y nuevo “lenguaje” que ciertas personas ligadas al feminismo quieren que comencemos a hablar; y lo hizo no solo invisivilizando un logro educacional que tanto le ha costado al progresismo defender, sino también cayendo en el jueguito de instalar a las formas por sobre el fondo.
Es que esta nueva idea de poner la “e” en vez de la “a” o la “o” es tal vez la tontera más efectista de los últimos tiempos. Quienes la están imponiendo desde lo “políticamente correcto”, creen estar colaborando con la nueva forma en que nos relacionamos; pero lo cierto es que únicamente están logrando que las diferencias se vuelvan invisibles, sin solucionar nada de lo que se refiere a nuestra convivencia democrática.El feminismo es una forma de abordar también una lucha de clases. Una que ha sido negada con la excusa de lo “natural”, intentando contarnos que hay naturalidad en construcciones sociales
Esto les será muy difícil de entender si es que quien fue la primera autoridad del país recurre a estas “nuevas formas” para escribir tweets. Debido a sus incesantes ganas de seguir alimentando su imagen de emblema del progresismo, Bachelet lamentablemente incurre en tamaños errores políticos que son vistos por algunos como victorias culturales para algunos. Pero no lo son. Ya que solamente sirven para inflar el ego de jóvenes millenials que creen estar cambiando el mundo. Y lo cierto es que no: solo están ayudando a que nada cambie.
¿Qué está pasando en eso que se llama progresismo? ¿Por qué se prefiere nutrir la autoestima de nuevas generaciones que son el producto por excelencia del modelo que, supuestamente, se critica? ¿Es más fácil? Parece que sí. Pero ni siquiera da más votos, porque no votan. Solo quieren hacer como si hicieran cosas para realmente no hacerlas. Y así no se logra nada. Lo lamento.
Esto lo entendieron las mujeres que salieron a la calle y manifestaron sus diferencias con el modelo de mercado. Ahí, quiero creer, no estaban esas muchachas eternamente ofendidas, sino unas que querían ofender, molestar, hacer visible por qué estaban tan molestas. ¿O no? ¿O me equivoco y son todas las mismas? A veces me cuesta saberlo. Hay días en que aplaudo el arrojo de ciertos movimientos, y otros en que no entiendo la razón por la que se quedan refugiados en nimiedades que solo les impide avanzar. Porque ese es el problema esencial de todos quienes quieren cambiar paradigmas: como hijos del que nos rige, solo ayudan a fortalecerlo inconscientemente.
¿Digo con esto que las causas no son justas? Para nada. Creo que debería ser una gran prioridad para la izquierda hacerlas suyas. ¿Por qué? Porque el feminismo es una forma de abordar también una lucha de clases. Una que ha sido negada con la excusa de lo “natural”, intentando contarnos que hay naturalidad en construcciones sociales. ¿Pero cómo se combaten realmente estas construcciones? ¿Se hace intentando tapar lo que existe? ¿Se lucha en contra de un relato apelando a un patriarcado supuestamente impenetrable y duro en días en que todo es líquido y temporal? Son preguntas que asaltan mi cabeza y que algunos no quieren atreverse a contestar.
Hacerlo podría llevarlos a hacerse muchas otras. E incluso a darse cuenta de que algunas decisiones las tomaron equivocadamente. Pero, insisto, esto nunca sucederá si es que hay personas, especialmente del peso político de Michelle Bachelet, que prefieren lucir inclusivos para dar en el gusto a las nuevas modas estéticas.
Comentarios
28 de junio
Esta vez TOTALMENTE DE ACUERDO con tu columna, y aunque lo que voy a decir no es idea mía sino de un personajillo de tv que me cae muy mal pero al que -debo reconocer hidalgamente- le encuentro toda la razón, bastante más inclusivo sería usar el lenguaje de señas para hacernos entender con nuestros compatriotas sordomudos. Eso y rediseñar las vías y accesos de toda la ciudad para que las personas en sillas de ruedas circulen sin dificultad sería no solo inclusivo sino también revolucionario, pero dudo mucho que se logre porque las modas de los «hashtags» importan más que las verdaderas necesidades de la gente.
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30 de junio
De acuerdo, aunque si llega a aprobarse en la ONU y es una orden, todos debemos cumplir el «elle» y otros, ni siquiera podrás opinar como lo haces, so pena de cárcel, y pienso que es cosa de tiempo, es el Novus Ordo Seclorum
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