Pero eso parece no importarles una vez que se sienten perseguidos por ser quienes son. Por creer que lo que hace la institucionalidad no es más que tratar de terminar con sus negocios por algo personal más que para resguardar eso que llamamos democracia. Porque lo democrático lamentablemente para ellos no es más que ese mercado desregulado y propicio para lo que ven como conveniente: una democracia hecha a la medida.
Saben que lo que puedan avanzar hoy no es suficiente, pero asumen como una conquista preciosa e indispensable los grados de cohesión que alcanzarán en este caminar que han emprendido bajo los estandartes de sus sindicatos y federaciones y de su Central Unitaria.
No pretendemos conformarnos en una sociedad en la que se promueve el enriquecimiento individual por la explotación del resto de personas. Pensamos que nuestra inadaptación, es la mayor oportunidad para darnos cuenta de qué es lo que en esta sociedad no funciona.