A inicios del año 2018, una nueva noticia sobre nuestro sistema educativo se agregó a la larga y triste realidad de nuestra selección universitaria, solo el 30% de los estudiantes provenientes de liceos municipales, logran quedar en la universidad. Noticia que no ha cambiado para nada en su gráfica y realidad nacional durante décadas, y es que, en Chile, se ha difuminado entre la elite y la excepción a la regla, que la confirma, un manto de exitismo y mérito falso, sobre esta prueba de selección universitaria, que se ha anclado a nuestra propia idiosincrasia nacional.
Si bien, una prueba estandarizada que mida los conocimientos curriculares para todos y todas, los y las jóvenes y no tan jóvenes de hoy, es algo que nos hemos acostumbrado, la cual pareciera justa y necesaria como método de selección para identificar a los que, al parecer han sido mal llamados “los más capaces”. Ha dejado una huella casi a fuego de nuestro clasismo y remembranzas de las castas sociales coloniales, que hoy en día no solo atentan con el avance de una sociedad moderna y dinámica, que más bien no se relacionan con las clases sociales móviles, y se apegan a las rígidas castas coloniales de antaño o quizás, para ser un poco más benevolente, al rígido modelo de “clases” de mediados del siglo XX, donde eran los descendientes de los ricos terratenientes y la clase media estatal, quienes controlaban nuestro país estatizado y mercantilizado hasta las «masas», heredando su poder y privilegios a través de una impermeabilidad social brutal, quienes en donde los primeros vivían del trabajo de la abundante pobreza chilena y la clase media estatal de los impuestos de ambos, disfrutando de los liceos públicos y universidades estatales, por ello no es anecdótico, que en la década de los cincuenta, la cobertura de educación superior no superaba el 2%, siendo esta publica y “gratuita”, en contraste con el 50% de cobertura actual, ampliada sin duda por la educación privada y pagada.La PSU es una prueba indigna, que mide descaradamente colegio sobre el individuo, y herencia académica sobre capacidad
Estas estructuras sociales y estatales, que aún persisten en nuestro país, validadas simplemente por tradición más que por su contribución, son en parte las trabas al éxito de nuestro reciente modelo social, el cual dependen de su expresión en todos los segmentos de la sociedad, ya que es parte primordial de un acuerdo social tácito, un acuerdo social, que da sostenibilidad al modelo actual.
Esta vulneración a la promesa social tácita de esfuerzo y el mérito correspondido, se rompe con estructuras sociales y, aun peor, con estructuras estatales como esta, que aun validan el colectivo sobre el individuo, dejando libertades tanto positiva como negativa al debe, en un modelo liberal capitalista, que para que funcione necesita ambas como ruedas. Y ojo, no hablo de estas libertades positivas bajo una mala interpretación progresista, en donde el estado reduce libertades negativas de otros, para igualar hacia abajo, sino más bien, la igualdad es para un lado, de una forma más equitativa.
Hoy el “Free Passes” que se ha convertido la PSU, para ciertos grupos de elite, no es solo para privilegios estatales sino aun peor, para la conservación de una elite endogámica, sujeta a un par de colegios, universidades y carrera, la cual atenta de forma “vil”, contra el modelo chileno. Bloqueando de forma estructural el ascensor social, tanto privado como estatal, dentro de nuestra pujante sociedad, generando una desconexión sistemática entre las demandas de abajo y los servicios que vienen de arriba…
Hoy en día, se hace urgente un cambio de paradigma, la PSU es una prueba indigna, que mide descaradamente colegio sobre el individuo, y herencia académica sobre capacidad y otros atributos personales aún más necesarios en una sociedad capitalista, como adaptación, empatía y comunicación con el otro, sin importar su origen, raza o religión… Pero para llegar a ello, no todo está en un vacío, la existencia del NEM “Promedio de notas de enseñanza media”, que, sin duda en un tiempo relativamente amplio, 4 años, permite evaluar a un o una joven, en mucha de sus cualidades personales, como esfuerzo, mérito y perseverancia entre sus pares y un mismo ambiente social, hace de su incorporación para el puntaje de presentación de un/a estudiante algo primordial, pero por supuesto en un valor mayor a la PSU actual, -la cual no digo que se deba eliminar, pero si reducir en su valor de presentación de puntaje final-, con esto también, se hace indiscutible agregar a la selección universitaria el curriculum extra-programático escolar, el cual considere los logros y aptitudes tanto deportivas, artísticas y/o científica del estudiante, enriqueciendo la selección de otros tipos de inteligencia que hoy no se consideran, y las cueles si son necesarias en el desarrollo económico y social de nuestra nación.
El desafío es grande, al igual que el que se debe implementar en el ámbito escolar, pero este cambio de paradigma en la selección universitaria, debe ser acorde a nuestra realidad social y sin duda a fortaleces el contrato social del Chile que en 30 años logro hacer de este país, el mejor lugar de la región.
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