Como todos los años, en el mes de marzo el SERNAC ha entregado un estudio en el cual presenta los niveles de gasto que deben enfrentar los padres al momento de adquirir uniformes, útiles y textos escolares. Más allá de que dichos informes parecen repetir majaderamente la idea de que en Chile la educación, y todo lo asociado a ella, es un negocio sin mayores parámetros ni regulaciones, quisiéramos hacer un llamado de atención sobre uno de los aspectos abordados por la presentación del SERNAC: el ítem de los textos escolares.
De acuerdo al citado estudio, para este año es posible establecer que en los casos en que se exija a los apoderados comprar textos escolares, estos pueden llegar a significar el 80% del valor total de la lista escolar, con una suma que asciende a casi 170 mil pesos.
El estudio menciona también algo alarmante: un 27% de la muestra de textos escolares de 1° básico a 4° medio, presenta diferencias de precios que no superan los $200, motivo por el cual cotizar no tendría mayor importancia. Esta situación es –a lo menos – irregular y debería ser profundamente analizada por las autoridades, porque los padres en muchos casos pueden ser descritos como verdaderos clientes cautivos, siendo el mercado incapaz de darles la posibilidad de cotizar y elegir entre opciones de precios efectivamente diferentes. A esto se suman denuncias de que muchos textos son iguales a los de ediciones de años anteriores, sin embargo no se permite reutilizarlos o comprarlos a precios menores en el mercado de los libros usados.
El negocio editorial en el ámbito de los textos escolares resulta ser de alto vuelo. Son altas sumas de dinero las que llegan a estar en juego. Como insinuamos previamente, el negocio de la educación se expande más allá de lo que hasta ahora parece más evidente, como son los costos por las colegiaturas. Creemos que el acceder a textos escolares de determinada editorial y de costos bastante altos, también se puede incluir como parte de la segmentación del sistema educativo en nuestro país. Claro que esta segmentación no necesariamente debe asociarse con una noción de mejor educación, simplemente es separación, segregación.
En estos momentos, los apoderados no cuentan con indicadores objetivos que les puedan indicar si los textos solicitados son efectivamente mejores. ¿Son los colegios entonces los encargados de indicarlo? Debería ser así, pero lamentablemente tampoco tenemos claridad respecto de cuáles son los parámetros utilizados para que un establecimiento educacional decida usar uno u otro texto escolar. A esto se suman acusaciones, que también deberían ser investigadas, sobre los supuestos “incentivos” que muchas editoriales ofrecen tanto a colegios como a profesores para que “recomienden” (exijan) determinados textos escolares.
El negocio de los textos escolares (y en general el de los materiales didácticos) parece absolutamente sumergido en la invisibilidad y la desregulación, como muchos otros componentes del suculento negocio educativo, lo que simplemente parece zanjarse a partir del comportamiento del mercado, con sus habituales distorsiones, como por ejemplo el asumir que mientras más caro es mejor. Ello presenta dos problemas. Uno: que este axioma no necesariamente es cierto. Y dos: si lo fuera, tampoco estamos mucho mejor, pues se rompen todos los principios de equidad respecto a los cuales se debería mover un sistema educativo. Al final se mantiene lo que supuestamente todos quisiéramos erradicar: sólo quienes pueden solventar altos costos pueden obtener mejor educación.
Llama la atención que muchas de estas exigencias sean realizadas por colegios subvencionados que reciben textos escolares por parte del Ministerio de Educación, los cuales se deben entregar de forma gratuita y obligatoria a toda la matricula. Si existen colegios subvencionados que plantean la necesidad a los padres y apoderados de comprar textos escolares específicos ¿qué pasa con los textos seleccionados por el Ministerio de Educación a través de largos y exigentes procesos de evaluación? ¿Son utilizados igual?, ¿son desechados?
Más de alguien dirá que estamos poniendo en duda la libertad de los establecimientos de diseñar propuestas curriculares. El punto no es ese. Nuestro interés es saber qué entendemos por un buen sistema educativo y si para lograrlo la única forma posible es someter todas las decisiones a los designios del mercado. Demás está decir que nuestra posición dista mucho de esto, creemos en un sistema justo para todos, donde los principios que le movilicen sean realmente los intereses de justicia para toda la comunidad y donde además todos tengan la posibilidad de acceder a información completa y real de por qué se toman determinadas opciones y no otras.
Comentarios
03 de marzo
No entiendo bien cómo funciona el sistema editorial en cuanto a los textos escolares, pero no me extrañaría que existiera un nexo entre el monopolio de ciertas editoriales y la injerencia estatal, que finalmente termina por elevar los precios.
Es un complejo panorama que muestra lejana solución porque faltan voluntades. En todo caso, para no esperar eso, una idea mutualista, los apoderados podrían comprar un libro entre todos y de éste hacer copias para todos los alumnos…
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03 de marzo
Hace más de 15 años el Mineduc entrega en forma gratuita los textos y los colegios no pueden exigir textos o útiles » especiales». Es deber de los apoderados informarse y exigir su derecho.
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