Para cada gobierno que sucede en Chile, la cartera de educación es una de las agendas más importantes, lo podemos ver reflejado de forma notoria en el presupuesto de cada año, ya que educación se lleva casi el 25% de las arcas fiscales con un fondo aproximado de 10.3 billones de pesos.
Pese a que la mayoría de los recursos están puestos en educación, no se ve una mejoría sustancial y cada año vemos como se repiten las movilizaciones estudiantiles, los hechos de violencia en nuestros liceos, las tomas y paralizaciones en las universidades, entre otras.
Como antecedente a la crisis que se vive hoy en la educación pública, podemos tomar la revolución pingüina de 2006″, la destitución de la ministra Yasna Provoste (DC), la revolución estudiantil de 2011 y 2012, la destitución del ministro Harald Beyer (Evópoli). Sumando también todos los cambios de ministros de educación desde el 2006 hasta el 2014.(donde se puede destacar que ningún ministro de educación duró los 4 años de su respectivo gobierno, incluso desde el retorno a la democracia).¿Se pudo evitar la actual crisis de la educación pública?, La respuesta es si, pero el dinero de la reforma tributaria en vez de ir hacia la gratuidad, debió ir hacia la educación pública (básica y media)
Pero, ¿por qué hago el quiebre en el 2014? Porque el 2014 sale electo un gobierno de centro izquierda que prometía cumplir con todas las demandas estudiantiles. Una forma bastante estratégica considerando que en el gobierno de la entonces Presidenta Bachelet, las movilizaciones estudiantiles bajaron considerablemennte, pareciera que las promesas de campaña del gobierno de la «Nueva Mayoría» le quitaron el discurso a la CONFECH y al colegio de profesores, ya que silenciaron durante casi todo su gobierno.
El gran eje en materia de educación del gobierno de Bachelet, fue la gratuidad universal. El Ministro de Hacienda de la época, Rodrigo Valdés, calculó que en aquel entonces se necesitaban 5 billones de pesos para la gratuidad universal en educación superior. Por lo tanto se inició una reforma tributaria que contemplaba aumentar los impuestos a la inversión extranjera y a los más poderosos económicamente hablando con el objetivo de reunir el dinero para la gratuidad universal.
Como es evidente, la reforma tributaria, propuesta por el gobierno de la Nueva Mayoría, fracasó ya que la inversión extranjera disminuyó por la alza de impuestos, provocando un proceso de desaceleración económica . No fue una muy buena decisión si se toma en cuenta que el actual crecimiento de Chile que lo tiene posicionado por sobre otros países de América Latina es gracias, precisamente a la inversión extranjera. En un principio la fallida reforma tributaria logró reunir dinero para gratuidad del 50% del sector más económicamente vulnerable del país (hoy es el 60%).
Y aquí es donde, a mi juicio, se cometió un grave error en el gobierno de Michelle Bachelet. Si se tomaba en cuenta que menos de la mitad de los egresados de la educación pública quedan seleccionados en las universidades (por ejemplo en 2019 solo el 30% de los alumnos egresados de la educación pública quedó en la universidad), es evidente que el problema está en la educación básica y media. Por ende era casi cantado que los recursos que se obtuvieron de la reforma tributaria tenían que ir hacia ese foco.
Entonces ¿Se pudo evitar la actual crisis de la educación pública?, La respuesta es si, pero el dinero de la reforma tributaria en vez de ir hacia la gratuidad, debió ir hacia la educación pública (básica y media). No es un pensamiento egoísta si se considera que durante el primer gobierno de Piñera la tasa de interés del CAE bajó de un 10 a un 2%, que con Bachelet la creación de los servicios locales de educación termina con la municipalización(o sea, el dinero no habría terminado en manos del alcalde) sumado a la acreditación obligatoria y el fin del lucro de las universidades , y que nuevamente ahora con Piñera y sus reformas al CAE, empezamos a terminar con el sobreendeudamiento.
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