Reflexión entorno a nuestro ideal de educación

La educación es una actividad humana cuyo objetivo es lograr la transmisión tanto de conocimientos y valores, los que en su conjunto son vistos como la base sobre las cuales, todo individuo, estructura su forma de ver el mundo, y de paso permitirle incorporarse de manera útil a la sociedad.

Dentro de este esquema de cosas resaltan valores como:

• La Tolerancia
• La Disciplina
• El Respeto
• La Lealtad
• La Igualdad
• La Perseverancia
• La Solidaridad
• La Honestidad, entre otros.

Tales ideas en su conjunto y siendo a mi juicio las más importantes sin restar mérito a las que puedan faltar, permiten que una persona a lo largo de su vida de formación básica y media pueda sustentar una personalidad que haga que su incorporación a la sociedad en su actividad diaria resulte ser lo suficientemente positiva no solo para o o su círculo cercano sino también para la sociedad en su conjunto. 

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Como podemos apreciar, la educación en sí misma, es una herramienta vital en la formación de las personas que queremos que nos rodeen, por ello resulta esencial definir correctamente qué esperamos como sociedad de ella, y de los valores que queremos que nuestros jóvenes asimilen en los establecimientos educacionales.

Todo valor per se, resulta ser un atributo asociado a un objeto, en virtud del objetivo que se persigue lograr con él, en el caso, el objeto es el hombre y los valores son creaciones sociales que persiguen moldear al individuo en torno a tales nociones, esto con un objetivo claro, que consiste en que cada nuevo miembro acepte e incorpore una estructura de ver el mundo en base a ellos y proteger de esa forma lo que ya existe.

Si revisamos el catálogo de valores enunciados previamente, podemos apreciar que todos y cada uno de ellos responden a un anhelo, que es el de contar con ciudadanos respetuosos de los demás y de esa forma sostener la convivencia entre las personas de manera pacífica. La tolerancia, que consiste en aceptar formas de pensamiento y vidas contrarias a la propia, permite a su vez la existencia de la diversidad en las formas, lo que trae consigo la variabilidad de comportamientos y visiones del mundo. La disciplina trae aparejada la obtención de los fines que nos hemos propuestos y el respeto de lo ya existente, trayendo consigo el necesario orden de lo ya instituido.

El respeto y la igualdad, hacen posible que a los que son iguales se los trate de manera similar y a quienes no, con la desigualdad requerida para que se acerquen a los parámetros que los hacen iguales que sus pares, en esto entra la educación como forma de socializar tales conceptos, sensibilizando a los individuos en su relación con sus pares, por ejemplo, a nivel de los créditos universitarios y de becas, becar al joven estudioso y con inteligencia y esfuerzo con preferencia a quien poseen recursos, es igualar a los que son desiguales.

La solidaridad por su parte, permite que un individuo se ponga en el lugar de otro logrando grados de empatía que lo lleven a reflexionar acerca de lo que el otro podría sentir, puesto en tal o cual situación, de la mano de tal valor se pueden y se persigue evitar la comisión de genocidios como el del holocausto.

Como vemos, en la educación se encuentra inmersa la forma de hacer que tales valores se forjen a fuego no solo en las mentes sino también en los corazones de nuestros jóvenes, por eso es tan importante que detrás de tal actividad exista un Estado fuerte y laico que asegure a las instituciones educativas la posibilidad de actuar con la suficiente libertad para lograr que los futuros estudiantes se eduquen en un esquema igualitario y en donde las ataduras estén prohibidas. Todo lo expuesto redunda en la necesidad de plantearse si efectivamente hoy se transmiten tales valores a nuestros jóvenes.

Sobre tal interrogante, queda señalar que solo en forma general y acomodaticia a los intereses de quienes enseñan, si miramos la forma de enseñar en los colegios acomodados o de los quintiles más elevados, la visión que se transmite y mirando desde afuera, solo persigue que la burbuja de valores economicistas y de élite sean mantenidos, lo que hace que las diferencias se sigan manteniendo y en muchos casos se mantengan, esto se ve confirmado desde el momento de que esos jóvenes de esos colegios terminan posteriormente en su enseñanza superior ingresando a planteles privados de educación que sustentan visiones idénticas entre ellos. Por su parte quienes han encontrado su formación de la mano de liceos con número y colegios subvencionados, siempre terminan al alero del Estado en la forma de sus Universidades, cuestión que provoca que nuevamente nos preguntamos cuál es el resultado de educarse en una u otra universidad bajo unos u otros valores.

Sobre el particular hay que señalar que los valores enunciados en un inicio también están presentes en estos planteles, la diferencia es que la visión de cuerpo y de pertenencia a un grupo privilegiado es lo que hace la diferencia.

En cuanto a quienes se educan en planteles estatales y dado el esquema imperante, si bien se les educa directa o indirectamente en valores de tolerancia e igualdad, la sociedad mediante sus medios de comunicación y comerciales los convence de la necesidad de anhelar valores de clase diferentes a los recibidos en sus familias y colegio, lo que trae como resultado que deseen y aspiren a ser ricos.

Cómo solucionar esto, cómo alterar el esquema de cosas existentes. Bueno, en algún momento se intentó hacer, con la unificación de la educación en torno a valores únicos de formación con el proyecto del Presidente Allende en la ENU, plan que perseguía convertir a la educación en una herramienta de cambio social al servicio de bienes superiores, orientados claro está desde el órgano estatal, y de esa forma permitir que las nociones fundamentales y afines al liberalismo económico fueran reemplazadas por formas valóricas afines a un modelo de colaboración y empatía con el conciudadano.

Como podemos apreciar, la educación en sí misma, es una herramienta vital en la formación de las personas que queremos que nos rodeen, por ello resulta esencial definir correctamente qué esperamos como sociedad de ella, y de los valores que queremos que nuestros jóvenes asimilen en los establecimientos educacionales, pues no debemos olvidar que después de años de formación en un sentido, el contrastar los anhelos con la fría realidad muchas veces termina en frustración de los jóvenes al no ver satisfechas las expectativas que el modelo les impone. Por ello es deber del Estado imponer una visión de conjunto que en algo ayude a lo que en la actualidad se ha impuesto, y que radica en una serie de valores propios de un sistema de consumo que no tiene por norte permitir el mejoramiento de las personas; por el contrario, lo que persigue es convertir a todos los miembros de una sociedad en meros consumidores que luchan en la selva por obtener las herramientas para derrotar a su competidor y de esa manera lograr los mejores beneficios, no importando la suerte que este corra.