Se elige, lo que otro u otros desean, imponen, influyen que sea elegido, a veces para cumplir las expectativas de rol de otro o para fortalecer el sentido de pertenencia, mediante la búsqueda de aprobación y validación
Algunos ejemplos de respuestas típicas y algo más atípicas:
Se elige, no sólo una carrera y con ello un oficio o profesión, también se está eligiendo, en alguna medida: amistades importantes de la vida, nuevos círculos y contexto de pertenencia, y con ello probablemente con quién me voy a casar, lo que compraré, lugar donde viviré, tipo de colegio al que se enviará a los hijos, lugares frecuentes de veraneo, etc.
Se elige, algún grado de movilidad social, aprovechando lo que para muchos, es lo mejor que los padres pueden dejar: la educación y con ello cumplir con la expectativas de muchos padres que sus hijos sean más o todo lo que ellos no pudieron ser.
Se elige, en la mayoría de los casos, no lo que se quiere, sino lo que se puede, condicionado por el NEM, el puntaje ranking y el resultado de la Prueba de Admisión Universitaria. Condicionantes que según la situación, conviene ponerlos fuera de uno, como víctima de un sistema de desigualdad inequidad y en otras como fruto del propio esfuerzo, superando resilientemente lo adverso, desde un rol protagónico, construido sobre el esfuerzo y la responsabilidad personal y autónoma.
Se elige un salto al vació y sin paracaídas, el promedio de cambio de carrera, de deserción universitaria, es muy alto. Se estima que no existe congruencia entre la madurez física, con la emocional, cognitiva, volitiva y en especial con la vocacional para saber que se quiere estudiar. Después de aproximadamente tres años de experiencia universitaria, con la suma de una cierta cantidad de fracasos, frustraciones, desmotivaciones, se comienzan a tener cierta claridad, respecto a lo que realmente se quiere estudiar, para trabajar en algo que le otorgue algún significado y satisfacción profesional.
Se elige, lo que otro u otros desean, imponen, influyen que sea elegido, a veces para cumplir las expectativas de rol de otro o para fortalecer el sentido de pertenencia, mediante la búsqueda de aprobación y validación, especialmente de las personas afectivo-significativas y a las que se teme contradecir. Una actriz norteamericana hizo muy popular la frase: “Protégeme de lo que deseo”, la que podría parafrasearse con otras como: protéjanme de la carrera que elegí estudiar, sálvenme de lo quiero hacer y saber el resto de mi vida. Entonces muchas veces, que podría ser lo más frecuente, no se elige, de hecho según la teoría del mito familiar, antes de nacer, lo situado, el contexto histórico socio cultural, al que se es “arrojado” o muy esperado, ya tiene predefinido, muchos de los valores, creencias, intereses, miedos, enemigos, opción política, etc., que se elegirán por el resto de la vida.
Entonces, ¿cómo se puede elegir descolonizado, liberado, con algún grado de autenticidad y congruencia identitaria, con algún grado de dignidad y sentido personal u óntico?
A Eric Troncoso, un destacado educador y orientador chileno, le gustaba definir vocación, como la voz que te llama a ser quién eres. Esta mirada, convierte la vocación en mucho más que la elección de una carrera o una profesión. Escuchar o no escuchar esa voz es lo que puede hacer la diferencia, entre una vida con sentido y una vida sumergido en la frustración, angustia y amargura del vacío existencial. Entre el decir yo soy tal persona y estudie tal profesión en la que trabajo, para explicitar que no se confunde lo que se es, con lo que se sabe, se hace o se tiene y el presentarse diciendo yo soy psicólogo, profesor, abogado, enfermera, etc., porque se ha puesto de modo autentico y congruente; el ser en el saber, el ser en el hacer y el ser en el tener, lo que facilita una vida llena de sentido, realización y dignidad.
Un pastor en una predica relataba la experiencia de una familia que tenía un cerdito de mascota, que vivía con ellos dentro de su casa, que en una salida al campo se les extravío, lo buscaron ansiosamente, hasta que lo encontraron feliz, revolcándose en un charco de barro, desde lo planteado, es posible que ese tiempo y espacio que el cerdito vivió en ese charco, fuera el único momento en que existió de acuerdo a lo que era. Fue tal vez el único momento en que escucho y pudo responder adecuadamente a la voz que le llamaba a ser quién era, y ser un cerdito vivo-vivo y no vivo-muerto (Platón), como es posible que fuera, el resto de su existencia, en la que estuvo en el mundo, en la negación de su ser.
Una educación homogenizadora, opresora (Freire), que sumerge a los estudiantes en el infierno del igualismo (Chul-Han), negando la identidad de los estudiantes y con ello su diversidad y la libertad que requieren para convertirse en las personas que son y expresarla en congruencia y autenticidad en la vida, sólo puede conducir al vacío, frustración y sin sentido existencial y coexistencial.
Al parecer, la mejor elección de quién libremente elige, lo que sea en su vida, incluida la carrera que estudiará, es ser quien se es (ser- en -sí), en cada una de las dimensiones y dominios de su existir (ser -en -el -mundo),
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